Cuando el Necaxa le ganó al Santos de Pelé
En febrero de 1961, el Necaxa, famoso campeón en la década de los 30, ganó 4 goles a 3 al Santos de Brasil de “Pelé”, considerado uno de los mejores equipos del mundo.
El jueves dos de febrero de 1961 el Necaxa, el equipo mexicano que fue campeonísimo en la década de los treinta, ganó cuatro goles a tres al Santos de Brasil, uno de los mejores equipos del mundo en ese momento, que tenía en sus filas al astro Edson Arantes Do Nascimento “Pelé”. El encuentro era parte de un torneo pentagonal en el que también participaron los equipos Guadalajara, Oro y el Independiente de Argentina. Se llevó a cabo en el flamante estadio de la Ciudad Universitaria.
La escuadra paulista llegó a la capital mexicana dos días antes. Cuando se dirigía a su primer entrenamiento en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixuca el autobús fue asaltado por unos doscientos aficionados ávidos por conocer al equipo de los elogios. Fue imposible que los brasileños llegaran al campo.
El chofer cambió la ruta: enfiló rumbo a la avenida Ignacio Zaragoza para que el equipo pudiera entrenar en la parte trasera del Autódromo. La gente no dejó de seguirlo corriendo, en coche y bicicleta.
Hubo una gran desilusión cuando todo el equipo descendió y Pelé no estaba. Según el diario Esto, el as de ases, el señor del futbol, el maravilloso Pelé se quedó plácidamente tirado en la cama de su hotel.
La victoria para el Necaxa se veía difícil. Su rival había ganado cinco partidos al hilo en aquel 61. Pero Donaldo Ross, el viejo Ross, entrenador de los rojiblancos, sabía que sus chicos eran un digno enemigo.
Minutos antes del encuentro las gradas del Universitario estaban abarrotadas. Durante 90 minutos fue una casa de locos, escribió el cronista de EL UNIVERSAL GRÁFICO.
Las alineaciones fueron: Santos: Laercio; Dalmo, Mauro y Ze Carlos; Zito y Calvet; Dorval, Mengalvio, Coutinho, Pelé y Pepe. Por Necaxa: Morelos en la portería; Larrasolo, Gandini y Romero en la línea de defensa; Reynoso y Giancomi en la media, con la delantera a cargo de Baeza, Evaristo, Juárez, Chatito Ortiz y Peniche.
Juárez anotó el primer tanto antes de los dos minutos. El segundo fue un cabezazo de Peniche que dejó frío al arquero paulista.
La algarabía se adueñó del estadio: los electricistas le estaban ganando a los morenitos del Brasil. Éstos se adueñaron del balón. Desde su ala Pepe lanzó un disparo que llegó a la portería de Morelos. Los cartones se emparejaron diez minutos después con un centro de Dorval. Así terminó el primer tiempo. Luis Alonso Pérez “Lula”, el entrenador brasileño, se veía preocupado. Su equipo regresó desanimado al campo.
A los seis minutos del segundo acto Juárez y Ortiz avanzaron medio campo pasándose la pelota que éste último disparó hacia la meta dándole de nuevo la ventaja al Necaxa. Reynoso quiso evitar un gol, que era casi un hecho, tomando el esférico con las manos lo que de inmediato fue castigado con un penalti que cobró Pepe. Otra vez empate.
Termina la crónica de EL UNIVERSAL: a los 25 minutos y en clásico contra golpe, Juárez clavó el tanto de la victoria para los nuestros, dándose el lujo el Necaxa de continuar el asedio a la portería enemiga hasta que terminó el tiempo.
En el estadio del Pedregal todo era júbilo. Los gritos eufóricos se adueñaron del lugar: “Al Santos se le apareció el diablo”, “Hoy no rezaron pero el Necaxa les dio un rosario de goles”, “¡Qué nos traigan al Real Madrid!”
El reportero del Esto, Ignacio Matus, escribió del cuadro paulista: Por todos lados cabezas inclinadas. En una mesa de masaje, Pelé, quien fue lesionado en la cabeza después del segundo gol, tendido con una bolsa de hielo sobre el hombro izquierdo y una toalla en el rostro.
Continúa Matus. El caballeroso Lula dijo a los periodistas: “Muy bien ha jugado el Necaxa. Luchó en todo momento, puso el corazón y nos jugó futbol. Muy bonito equipo. Por el contario el Santos no estuvo bien, pero así sucede siempre que el de enfrente juega mejor”.
El viejo Ross apuntó: “La satisfacción que siento por la victoria es tanto más grande cuanto considero al Santos como uno de los mejores equipos del mundo, al que se le ha vencido derrochando agallas y facultades físicas, pero también jugando futbol. Y quiero que diga una cosa: Esta noche, Juárez no le ha quedado a deber nada a Pelé”. Nueve años después en esta misma ciudad Pelé se coronó como campeón del mundo.