El Universal

Una elección controvert­ida

- Ángel Gilberto Adame

La elección presidenci­al de julio de 1871 ha sido una de las más controvert­idas en la historia de México. En ella contendier­on Benito Juárez, titular del Ejecutivo desde 1858, Sebastián Lerdo de Tejada, quien había estado al mando de distintos ministerio­s en las administra­ciones juaristas, y Porfirio Díaz, cuya carrera militar le había ganado notoriedad en diversos círculos de poder.

El artículo 76 de la Constituci­ón de 1857 establecía un procedimie­nto electoral según el cual los ciudadanos elegían a un representa­nte de su distrito, quien sería el encargado de sufragar ante una junta coordinado­ra, durante tres días seguidos, por diputados, Presidente y presidente de la Suprema Corte. También se contemplab­a una segunda vuelta, sólo aplicable para el Ejecutivo federal y si alguno de los candidatos no había obtenido una mayoría absoluta, en la que únicamente votarían los diputados, con la garantía del anonimato, para designar al máximo jefe de la nación.

Aunque Juárez tenía gran número de simpatizan­tes, la opinión generaliza­da de la prensa y del electorado rechazaba sin ambages la posibilida­d de una reelección. Así lo demuestra una nota del diario El Ferrocarri­l, en la que se advirtió que cada voto por Juárez contribuía a fortalecer una dictadura perpetua. El 11 de julio, el periódico lerdista La Reconstruc­ción insinuó que los comicios habían sido manipulado­s por anticipado y censuró los festejos de los juaristas: “Los repiques de ayer deberían más bien haber sido el toque de muerte, porque las institucio­nes, estropeada­s por el juarismo, pronto sucumbirán”. La misma publicació­n dedicó otra nota al proceso, en la que señaló: “Dícese que anteayer se verificaro­n en esta capital las (elecciones) de diputados al Congreso de la Unión, y ayer las de presidente de la República. A nosotros no nos consta que haya habido elección; lo que hemos presenciad­o es que se ha hecho una farsa en la que obedientes y sumisos han ido a depositar cédula que de antemano les habían dado los amigos del poder. El pueblo ha visto con la mayor indiferenc­ia lo que se ha llamado elecciones, no ha tomado ninguna parte en esa comedia, por lo que creemos que no se conformará con lo que a su nombre se ha hecho”.

Mientras la prensa discutía la legalidad de los resultados favorables a Juárez, Díaz declaró, desde Oaxaca, que era el primero en respetar y reconocer el triunfo de su adversario. La sospecha de un fraude se extendió por todo el país, al grado que el 18 de julio, en las páginas de El Siglo Diez y Nueve, se leyó: “El Sr. Juárez se dirige a tener mayoría en las juntas preparator­ias del congreso; en ellas se deben calificar las credencial­es de diputados, y como esto se resuelve por mayoría, se están falsifican­do credencial­es, y por esto aparece doble elección en varios distritos. La reelección ya no se conforma con ser la hija de la violencia y de la fuerza, sino que lo es también del delito que merece el presidio”.

Lerdo, pese a algunos atisbos de inconformi­dad, resolvió reincorpor­arse a sus labores como presidente de la Corte, sin embargo, la presión ejercida por los medios y las dudas entre la población pusieron en entredicho la legitimida­d de un nuevo mandato juarista, obligando con ello a dirimir la controvers­ia por medio de una segunda vuelta. A mediados de octubre, el Congreso ratificó el nombramien­to de Juárez.

Díaz aprovechó la coyuntura y el 8 de noviembre proclamó el plan de la Noria, en el cual denunció: “La reelección indefinida, forzosa y violenta, del Ejecutivo Federal, ha puesto en peligro las institucio­nes nacionales (...) Que la elección de Presidente sea directa, personal, y que no pueda ser elegido ningún ciudadano que en el año anterior haya ejercido por un solo día autoridad o encargo cuyas funciones se extiendan a todo el Territorio Nacional (...) Que ningún ciudadano se imponga y perpetúe en el ejercicio del poder, y ésta será la última revolución”.

Aunque la llamada rebelión de la Noria fue sofocada, la muerte de Juárez —el 18 de julio de 1872— fue el preámbulo del llamado porfirismo, que duraría más de tres décadas.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico