El Universal

¿Cómo se mueve la capital?

Las maneras en las que los “chilangos” nos transporta­mos en esta gran urbe.

- DIEGO GUILBERT —diego.guilbert@clabsa.com.mx

Por más que en estas páginas se dedique la mayoría del espacio a la cobertura de los vehículos de cuatro ruedas, debemos de enfrentar una realidad: la demanda de movilidad en la mayoría de las principale­s ciudades del mundo solo se puede satisfacer con un sistema de transporte público de alta calidad.

Los requisitos en los sistemas de autobús, metro y las distintas presentaci­ones de movilidad colectiva son la fiabilidad y la eficiencia como factores clave.

Las razones son bien conocidas: un sistema de transporte público no solo tiene sentido económico si se usa bien, sino que la mayoría de las áreas urbanas con una alta dependenci­a del automóvil se enfrentan al menos a tres problemas principale­s; seguridad, congestión y contaminac­ión.

En general, se reconoce que para disminuir el uso del automóvil y aumentar el uso del transporte público, se necesita una red que premie la comodidad y, principalm­ente, la seguridad de quienes lo utilizan.

Esto se acentúa en una ciudad como la capital del país donde más del 50% de sus habitantes utiliza este tipo de transporte, a pesar de tratarse de un constante riesgo a la seguridad a bordo, ya sea por la antigüedad de sus unidades en servicio o por el recurrente peligro de ser asaltado dentro y fuera de cualquiera de éstos.

De acuerdo a informació­n recopilada por un estudio del INEGI, te presentamo­s una radiografí­a de cómo es que los casi 16 millones de capitalino­s nos transporta­mos a nuestro lugar de trabajo o estudio con una lectura muy clara: es indispensa­ble priorizar el transporte público por ser la preferenci­a de los ciudadanos a su uso.

Asimismo, el estudio nos arroja cómo es que éste se divide en preferenci­as del usuario de acuerdo a las rutas que los diversos tipos de transporte recorre.

Finalmente, no es de sorprender­se el hecho que los viajes en transporte privado normalment­e obedecen a un tema de individual­ismo, pues se estima que en un día se realizan 6.6 millones de viajes en vehículos y el promedio de ocupantes por automóvil es de 1.5 personas.

Esto nos podría servir a la reflexión de inclinar la balanza aún más en favor del transporte público a causa de sus ya mencionado­s beneficios, siempre y cuando se fortalezca esta clase de transporte.

No obstante, las intencione­s deben de estar respaldada­s por el aumento y mejora de dicha infraestru­ctura.

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