Emoción pura sobre ruedas
Prueba. Manejamos el monoplaza BAC Mono en el Autódromo Hermanos Rodríguez.
Este modelo
Hace nueve años, un par de hermanos decidieron que era momento de iniciar públicamente el emprender el sueño de muchos: construir su propio auto. Casi una década después, lo anterior pone a los hermanos Briggs, Ian y Neill, en una muy selecta lista de personas dentro de las cuales están Enzo Ferrari, Henry Ford, Elon Musk y Ferdinand Porsche.
La compañía se llama BAC, un acrónimo de Briggs Automotive Company. Su sede está en Liverpool, Inglaterra, donde existe no una fábrica; sino una especie de taller de alta costura donde menos de 100 personas producen alrededor de 20 autos cada año.
El Mono es la “ópera prima” de Ian y Neill. Un auto que, de momento, es el único monoplaza legalmente homologado para la calle. Una fantasía para todos los que amamos las prestaciones puras de un auto (acelerar, frenar y virar) hecha realidad.
Luego de sacar del guardarropa, guantes, nomex, botas y casco (los cuales no son obligatorios en este auto), llegamos a nuestra cita en el Autódromo Hermanos Rodríguez con el personal de BAC de México, quienes nos presentaron el auto, sus atributos y el primer reto del día: el volante.
Sí, en el volante del Mono existen casi todos los controles e información del auto. Al igual que en un Fórmula 1, los cambios de velocidades (incluida la reversa) y punto muerto o neutral, se operan desde allí. Además, existe el cuadro de instrumentos, los controles de luces, claxon y por supuesto, la ignición.
Entonces, luego de entender cada botón en el volante y sus posibles combinaciones, llegó el momento de entrar al habitáculo del Mono y puedo asegurar que es toda una experiencia similar a entrar a una nueva dimensión
Sentarse en el asiento es como ponerse un guante. Ofrece una posición que combina entre sentarse y acostarse y luego, hay que abrochar el cinturón de seguridad de cinco puntos. Después, toca insertar el sofisticado volante y ponerse el protocolario casco.
Tal cual lo habíamos ensayado fuera del monoplaza, Todos
tocaba sacar el Mono de los pits sin errores: con el dedo índice izquierdo, apretar el botón de ‘neutral’ y jalara la paleta derecha detrás del volante. Con esto, hemos seleccionado la primera marcha, así que seguía sacar el pedal del clutch con mucha precisión.
Finalmente, inició la fantasía. En el cuadro de instrumentos, miré que todo estaba bajo control para que el Mono y yo empezáramos a conocernos en movimiento.
Gracias a una relación peso/potencia de 1.9 kg/hp, el BAC puede acelerar como muy pocos. En papel, yo tenía toda conciencia de que así sería, pero vivirlo fue distinto: de verdad, la aceleración es extrema.
Ir a más de 6 mil rpm en plena recta del AHR, es tan impresionante como su misma aceleración. Se siente como a mayor velocidad, los paneles de la carrocería reciben el aire y por ende el auto se pega al suelo. Esto provoca que la velocidad de reacción en la dirección sea finísima y poco indulgente.
Los frenos también agradecen, tanto de la relación peso/potencia como de la calidad aerodinámica del auto, así que pisar el pedal del freno luego de acercarte a los 250 km/h para enlazar el trazo de derecha-izquierda-derecha del complejo Moises Solana, es algo irreal.
Los hermanos Briggs diseñaron un animal que come Ferrari y Lamborghini en cualquier circuito. La facilidad con la que acelera, frena y vira es tan impresionante que es fácil pensar que los demás están en otra categoría.