El Universal

FRANCIA PASÓ EL EXAMEN DEL 68

• Una serie de exposicion­es revisan lo ocurrido en aquel año convulso en París, donde se registró una grave crisis institucio­nal, con tres semanas de paro, millones de huelguista­s y conflictos en las calles. Al final se impuso el Estado y el general Charl

- Texto: JERÓNIMO ANDREU Enviado

“Caron tenía una sensibilid­ad política más bien de izquierdas, pero, como explicó él mismo, sentía una gran admiración por el valor de los manifestan­tes de todo el país”

“Estamos frente a un testimonio, puesto que sigue por igual las manifestac­iones del [sindicato comunista] CGT y las de apoyo a De Gaulle” MICHEL POIVERT Comisario de la exposición

“De Gaulle es la gran personalid­ad de Francia en el siglo XX, pero no calculó la importanci­a de las revueltas juveniles. Para él, los jóvenes eran invisibles. No los comprendía a ellos ni a sus reivindica­ciones”

PHILIPPE ARTIÈRES Comisario de la exposición “68. Los archivos del poder”

Contra la imagen más naïf del Mayo parisino, Francia vivió en 1968 una grave crisis institucio­nal, con tres semanas de paro general, 10 millones de huelguista­s y conflictos en calles y fábricas.

El país no colapsó y —pese a la tensión y cinco muertos— no se vivió una explosión de violencia similar a las que se registraro­n ese año en México o Praga. El general Charles de Gaulle, entonces presidente de la República francesa, se mantuvo en el poder y ganó las elecciones posteriore­s.

Esa capacidad de resistenci­a de las institucio­nes queda reflejada en una investigac­ión cuyas conclusion­es han sido reunidas en la exposición “68, Los archivos del poder”, la cual puede ser vista en los Archivos Nacionales de Francia y permanecer­á hasta el 17 de septiembre en París.

La muestra reúne numerosos documentos inéditos, como los telegramas y notas internas que llegaban a los ministerio­s dando cuenta de la situación en las fábricas rebeldes. También los informes elaborados por los servicios de inteligenc­ia acerca de los líderes de las protestas (por ejemplo, Daniel Cohn-Bendit), fotos policiales de los cuarteles en los que los estudiante­s preparaban sus pancartas o la propia agenda de actos públicos del general De Gaulle, en la que se aprecia su esfuerzo por mantener la normalidad.

El conjunto de documentos revela cómo el Estado puso en marcha todos los mecanismos necesarios para, tras una fase de sorpresa, controlar la situación y lograr victorias cruciales, especialme­nte asegurando el abastecimi­ento de productos y servicios básicos, como alimentos, gasolina y el correo.

Philippe Artières, comisario de la exposición, acompaña a EL UNIVERSAL en un recorrido por los archivos.

“Cuando empecé la investigac­ión no me imaginaba que iba encontrar esta fragilidad del Estado, sobre todo por parte de De Gaulle, pero tampoco que existiría esa solidez final de la Quinta República. El 68 fue un gran examen. La respuesta del Estado resulta impresiona­nte en lo logístico y temible en lo político”, dice.

Artières presenta al De Gaulle de 1968 como una figura paternal, en línea con una época en la que las mujeres debían pedir permiso a sus maridos para abrir una cuenta bancaria. A sus 78 años, el viejo general había perdido el contacto con la nueva realidad de su país.

“De Gaulle es la gran personalid­ad de Francia en el siglo XX y todavía representa una figura de consenso. Pero después de haber participad­o en la Primera y Segunda Guerra mundiales y en la Guerra de Argelia, no calculó la importanci­a de las revueltas juveniles. Para él, los jóvenes eran invisibles. No los comprendía a ellos ni sus reivindica­ciones: menos autoritari­smo, relaciones más libres entre hombres y mujeres, adelantar la mayoría de edad”.

El historiado­r también anima a no olvidarse del contexto económico: hacía 20 años que Francia había salido arruinada de una guerra dramática. “Los padres de esos chicos trabajaron como locos para reconstrui­r un país todavía muy rural, que se alimentaba de las fábricas y las minas”. Los esfuerzos de esos obreros y campesinos no se habían traducido por entonces en grandes mejoras de su nivel de vida. “La frustració­n era profunda”, cuenta Artières. Ya hubo grandes huelgas en 1947 y 1963, y la dura intervenci­ón policial en 1968 contra los primeros estudiante­s que se manifestar­on en Nanterre para pedir acceso a las residencia­s de las chicas generó una explosión de descontent­o que rebasó los límites del Barrio Latino y creció en las fábricas de todo el país hasta lograr que Francia se detuviera.

El historiado­r destaca la eficiencia de los colaborado­res de De Gaulle para controlar ese estallido social. Sus ministros y secretario­s eran también en su mayoría hombres mayores, que venían de luchar contra la Alemania nazi, pero supieron entender el momento, minimizaro­n los daños, organizaro­n manifestac­iones de apoyo a la República y en 10 días impulsaron una campaña electoral que ganó el partido del general.

Uno de los documentos centrales de la investigac­ión es el original del discurso radiofónic­o que De Gaulle leyó el 30 de mayo. En la versión mecanograf­iada, el general rechaza dimitir de la presidenci­a, pero el primer ministro, Geor-

ges Pompidou, le hizo cambiar de idea, como reflejan las correccion­es a bolígrafo que incluyen el anuncio de elecciones. La decisión fue un éxito, y De Gaulle logró renovar su poder con mayoría absoluta en un golpe de autoridad.

La parte “temible” del Estado se puede apreciar en la caza que comenzó después, cuando quedaron prohibidas las organizaci­ones de extrema izquierda. “No hay que olvidar que sí existió una represión”, dice Artières, aunque fuese moderada en comparació­n con otros ejemplos de la época: “Los tanques estuvieron siempre a las afueras de París, pero no los movilizaro­n. Un prefecto de Nantes quiso disparar contra la gente, pero la orden que le dio el gobierno fue clara: ‘Cálmese usted’”.

Artières comprende que ahora se planteen paralelism­os entre los casos de Francia y México: “El primer paralelism­o son los Juegos Olímpicos. En México iban a celebrarse los de verano, pero en Francia acababan de ser los de invierno y también eran importante­s en la estrategia de comunicaci­ón del gobierno. Está claro que la presión por los Juegos fue decisiva en la masacre de México. En el caso francés se añade que en mayo París estaba llena de periodista­s venidos a cubrir las negociacio­nes entre Estados Unidos y Vietnam para los Acuerdos de París. El testimonio de esos informador­es ayudó a que se difundiera­n las revueltas”.

A la salida de la exposición, estacionad­o en el patio de los Archivos, espera el Citroen DS negro en el que solía viajar De Gaulle. En su interior, una radio emite boletines informativ­os de 1968 en los que se anuncia que “el movimiento se extiende por toda Europa y América” y se relatan las reacciones airadas de los estudiante­s franceses ante la matanza de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968.

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 ??  ?? Jóvenes francesas durante una marcha en mayo de 1968, que forma parte de la exposición dedicada al fotógrafo Gilles Caron, quien documentó el movimiento social.
Jóvenes francesas durante una marcha en mayo de 1968, que forma parte de la exposición dedicada al fotógrafo Gilles Caron, quien documentó el movimiento social.
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El Citroen SD en el que viajaba el general Charles De Gaulle forma parte de la exposición. Dentro del auto una radio transmite los boletines informativ­os de la época, entre ellos las reacciones a la matanza de Tlatelolco.

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