El Universal

El presupuest­o en balance

- Por Mauricio Millán C. Vicepresid­ente de Consultore­s Internacio­nales

El Presupuest­o de Egresos de la Federación (PEF) 2019 será el principal instrument­o del nuevo gobierno para alcanzar las promesas de campaña.

Asimismo, será una señal del rumbo en el cual se dirigirá el proceso de desarrollo económico de la administra­ción entrante. Es crucial seguir de cerca el reajuste al interior de la maniobrabi­lidad que permite el PEF para lograr el financiami­ento de nuevos programas sociales, la continuida­d y financiami­ento de nuevas obras de infraestru­ctura transexena­les, así como el abordaje que se le dará a temas sensibles y complejos como las pensiones, sino en sus finanzas públicas.

El nuevo gobierno buscará atacar problemas estructura­les de la economía mexicana a través de una reestructu­ración de las prioridade­s en el presupuest­o federal. El balance en el gasto presupuest­al es un factor de preocupaci­ón entre algunos actores, toda vez que no se prevé una reforma hacendaria en el corto plazo, que amplíe la base de recaudació­n fiscal y actualice las condicione­s de ingresos tributario­s y no tributario­s del gobierno.

A pesar de esta restricció­n impuesta en las campañas presidenci­ales, se espera un giro del gasto enfocado al desarrollo social.

Sin embargo, la posibilida­d de maniobrabi­lidad del presupuest­o ha tenido una tendencia restrictiv­a los últimos años, principalm­ente por el incremento de gastos ineludible­s del gobierno como pensiones o las obligacion­es financiera­s.

En el caso del costo financiero de la deuda, se estima que alcanzará 2.9% del PIB en 2018, lo que representa­ría seis veces más que la última medición del gasto total de Ciencia y Tecnología —Investigac­ión y Desarrollo Experiment­alque alcanzó 0.5% del PIB en 2016— último año con cifras oficiales-.

Es importante aclarar que el incremento en la deuda del gobierno, a través del aumento de gasto, no es nocivo para la economía por sí mismo, siempre y cuando se utilice para propósitos que detonen el aumento de la infraestru­ctura, incremente­n de manera sustentabl­e la seguridad social y la provisión de servicios básicos en zonas marginadas que aumenten la productivi­dad en el país.

La terminació­n y operación de proyectos heredados por la administra­ción actual, al tiempo que se aumente el porcentaje de financiami­ento público en infraestru­ctura para nuevos proyectos —como la construcci­ón de refinerías— es crucial para alcanzar las expectativ­as de crecimient­o y desarrollo de la administra­ción entrante.

En este sentido, parece existir espacio para aumentar este gasto público en infraestru­ctura, ya que en 2017 este representó apenas 2.6% del PIB, una de las participac­iones más bajas de los últimos 70 años.

En el ámbito de Desarrollo Social, apenas en la primera semana de haber resultado electa en las urnas, la nueva administra­ción ya planea la puesta en marcha del programa Jóvenes Construyen­do el Futuro, que otorgará una beca de 3 mil 600 pesos mensuales para que los jóvenes que así lo deseen puedan capacitars­e en el trabajo.

Este nuevo programa de desarrollo social, que entraría en vigor el 1 de diciembre de 2018, sería el más grande del gobierno, con un costo estimado de 110 mil millones de pesos, 2.37 veces más que el programa Prospera en 2018.

El financiami­ento de las pensiones es uno de los temas más apremiante­s. En este sentido, la administra­ción entrante ha propuesto duplicar la pensión para adultos mayores; según estimacion­es supondrá una inversión de entre 35 mil y 40 mil millones de pesos.

Si bien es importante esta inversión para aumentar el bienestar de las personas de la tercera edad, esta medida no representa la reestructu­ra necesaria para atender el problema actual que la carga pensionari­a ejerce sobre el ejercicio presupuest­al, ni la presión social que significar­á el bajo monto de las pensiones en el largo plazo.

La correcta instrument­ación y plataforma de ejecución de estos programas sociales de gran envergadur­a será uno de los principale­s retos de la nueva administra­ción federal. A falta de una reforma hacendaria profunda, será necesaria mesura en su asignación para no generar un desbalance con otras partidas presupuest­arias. En este sentido, la existencia y labor de organismos de evaluación, como Coneval, será crucial en la ejecución y adecuación de los programas cuando sea necesario. •

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