El Universal

Vienen los explorador­es de Trump

- Por ENRIQUE BERRUGA FILLOY Internacio­nalista

El hombre tiene prisa. A pocos días de las elecciones, Donald Trump envía la batería pesada de su gabinete a conocer y analizar al enigmático López Obrador. Las relaciones con el gobierno de Peña Nieto fueron accidentad­as, improducti­vas y tensas. Los tres secretario­s y su yerno Jared Kushner, vienen a explorar un cambio de rumbo. Quizá ya han descubiert­o que la colaboraci­ón de México es esencial para la vida cotidiana de Estados Unidos.

Desde los primeros tuits de Trump hasta el apresurado viaje de sus principale­s secretario­s, parece delinearse un cambio de tono y de actitud hacia México. Lo más probable es que haya cambiado su estrategia, producto de la informació­n y los análisis que han hecho de la personalid­ad y el talante de López Obrador. Corre la versión en Washington de que Trump ve en AMLO a un interlocut­or vigoroso y recio, el tipo de líderes con los que parece entenderse mejor.

Si ambos cuidan la retórica y la estridenci­a, México y Estados Unidos podrían inaugurar una nueva era de entendimie­nto bilateral. Diversas posturas de López Obrador coinciden con algunas de las expectativ­as más importante­s de Trump sobre México. Por ejemplo: AMLO no ve a la migración como una “válvula de escape” para atenuar los problemas de México. Es el primero en decir que los mexicanos no se van tan animados por perseguir el sueño americano, como por huir de los dramas y las carencias mexicanas. López Obrador pone el acento en promover el desarrollo interno para que nadie tenga que irse a Estados Unidos. Estas tesis deben ser música para los oídos de Trump. Otro ejemplo: Trump señala a México por la crisis de drogadicci­ón que azota a su país, sobre todo los opiáceos. López Obrador ha puesto en el sitio más alto de sus prioridade­s restablece­r la paz y la seguridad del país. Para eso busca que los empresario­s colaboren en capacitar y emplear a los jóvenes que no estudian ni trabajan y que, por ende, pueden caer en las garras de la delincuenc­ia. Su equipo analiza la manera de que la producción de marihuana y amapola se oriente a la industria farmacéuti­ca y salga del dominio de los criminales. De nuevo, estos objetivos entran en sintonía con los deseos más caros de Trump. Con la ventaja adicional de que AMLO lo plantea como algo que México necesita, no por agradar al vecino del norte.

Las cosas se complican, eso sí, en temas en que los intereses de ambos países son abiertamen­te opuestos. Trump pretende que las empresas y los capitales estadounid­enses ubicados en México retornen a su país. O que disminuyan las exportacio­nes mexicanas a EU. Esto atenta contra la generación de empleos que permita inhibir la migración a Estados Unidos. Otra: Trump cuenta con una base política muy importante en la Asociación Nacional del Rifle, mientras que a México le urge un acuerdo para controlar el flujo de armas hacia nuestro país. Ya no hablemos de su obsesión con el muro fronterizo; si Trump elimina ese disparate de su lista de demandas, veremos un cambio real de actitud. La prueba de sus intencione­s la conoceremo­s cuando se acerquen las elecciones intermedia­s. No sería remoto que por necesidade­s políticas, anuncie el retiro de su país del TLCAN o que utilice a nuestros migrantes para fortalecer su base electoral.

En este primer round, AMLO tendrá que convencer, pero a la vez aplicar la rara habilidad de que el vecino del norte pueda cantar victoria, como tanto le gusta. A López Obrador le vendrá mejorar practicar el judo que el karate, o como a él le gustaría más, dominar al bateador con buenos cambios de velocidad.

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