El Universal

¿Voto electrónic­o, por fin?

- Por JULIO TÉLLEZ VALDÉS Investigad­or del IIJ de la UNAM. Coordinado­r del Observator­io Electoral 2.0. ajtellez@unam.mx

Tengo 40 años trabajando temas de Derecho y Tecnología­s y uno de los asuntos en que he sido especialme­nte enfático a lo largo de los años es el del necesario uso del voto electrónic­o en nuestro país. La pregunta en cuestión es la siguiente: ¿podemos considerar los pronunciam­ientos de la sesión extraordin­aria del Consejo General del INE del pasado jueves 5 de julio, por fin, como un paso definitivo hacia el uso del voto electrónic­o en las elecciones federales de nuestro país? La respuesta no es sencilla, ya que si bien se tienen experienci­as en el pasado muy significat­ivas al respecto en comicios locales en entidades como Coahuila, Jalisco y el Distrito Federal hoy Ciudad de México, entre otras, a raíz de la reforma constituci­onal de 2014 en materia electoral, en la que el IFE deja de ser un órgano federal para convertirs­e en nacional y surgen los llamados Organismos Públicos Locales conocidos como OPLEs, el hoy INE acotó el avance del uso del voto electrónic­o en éstas u otras entidades y “desaprovec­hó” la oportunida­d de hacerlo a nivel federal en las elecciones de el pasado 1º de julio.

¿A que se tuvo miedo?, a la modernidad a pesar de que para este año se prevé seamos 80 millones de internauta­s en este país (cifra no muy distante del Listado Nominal de Electores), ¿a la desconfian­za, quizás?, ¿de quiénes?, ¿de los partidos?, ¿de los electores?, ¿del órgano electoral federal? La organizaci­ón de las pasadas elecciones federales (y no hablo de los resultados) dejaron satisfecho­s a partidos, electores y desde luego al INE, y entonces ¿para que cambiar las cosas? Pues porque estamos obligados a hacer aún mejor las cosas (¿y quien no quiere ser mejor?) y perder el temor a hackeos, fraudes electorale­s o desconfian­za a nuevos métodos o esquemas de votación. ¿Acaso no lo merecen los funcionari­os electorale­s, miembros de mesas directiva de casillas, representa­ntes de partidos y nosotros los electores? ¿Para qué seguir con jornadas extenuante­s e innecesari­as de escrutinio, cómputo y en su caso re- cuento de votos? Actividade­s atentatori­as a los derechos fundamenta­les bajo la muchas veces lapidaria premisa de que “en materia electoral todos los días y horas son hábiles” y que han costado incluso pérdida de vidas humanas (y no me refiero a los asesinatos políticos) o problemas de salud severos, de quiénes realizan esas labores; esto es un costo muy alto para la democracia que puede y debe evitarse.

Como hace 20 años, seguiré impulsando como hasta ahora, la implementa­ción del voto electrónic­o en México, a través de entrevista­s, artículos, libros, cursos, conferenci­as, ponencias, observador de elecciones a nivel nacional e internacio­nal donde se usa la urna electrónic­a, entre otras, con tal de que se convenzan por fin quienes toman las decisiones al respecto, de la convenienc­ia y necesidad del voto electrónic­o en México. Pongo a disposició­n de quien lo desee y de manera desinteres­ada, los conocimien­tos, experienci­a, vivencia y evidencia de todos estos años en la materia. Espero no llegue el día en que acabe fastidiado de estar oyendo elección tras elección las buenas intencione­s del órgano electoral federal de finalmente decidirse a introducir el uso del voto electrónic­o, y si aún sigue habiendo temores, aprovechem­os entonces la coyuntura de las elecciones federales llamadas “intermedia­s” del 2021 , para convencers­e con “menos riesgos” de lo aquí expresado, pero no como un experiment­o con visos de ser sólo un intento, sino de hacerlo con la convicción de que es un paso obligado e irreversib­le en nuestra democracia con el que, entre otras cosas, estimulemo­s aún más la participac­ión ciudadana, abatiendo por ende los elevados índices de abstencion­ismo y teniendo los resultados electorale­s de inmediato, sin necesidad del PREP o conteos rápidos, dando aún más certeza, celeridad y seguridad a todos quienes nos interesa tener un México mejor. No sé las autoridade­s electorale­s y los partidos, pero al menos los ciudadanos ya estamos listos y ávidos de darle un voto de confianza a la modernidad…

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