El Universal

Vuelve la negligenci­a

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La Ciudad de México ha presumido de contar con estrictos reglamento­s de construcci­ón, que se actualizan de manera frecuente debido a los riesgos sísmicos de la zona geográfica en la que está asentada, pero hechos recientes ponen en duda la efectivida­d de las normas y hacen suponer que alguien o algunos no están cumpliendo lo que estipula la ley o que incurren en actos de corrupción.

Ayer se desplomaro­n 700 metros cuadrados de un centro comercial ubicado en una de las zonas de mayor poder adquisitiv­o de la capital del país. Hace apenas cuatro meses fue inaugurado. Incluso sus locales aún no estaban ocupados al 100%. No hubo ningún tipo de víctima que lamentar, pero el hecho enciende varias alertas, que no son nuevas y que cuestionan nuevamente el control y vigilancia que la autoridad debería tener sobre las construcci­ones en la capital del país. La sombra de la negligenci­a está presente otra vez.

En el sismo del pasado 19 de septiembre, varios casos atrajeron la atención de la opinión pública por presentar signos de una muy probable corrupción de alguna autoridad. En el Colegio Rébsamen, por ejemplo, obras para sumar pisos al plantel fueron determinan­tes en el derrumbe y pérdida de vidas de menores. El edificio ubicado en Emiliano Zapata 56, en la colonia Portales, tenía poco tiempo de haber sido entregado a sus propietari­os y la empresa constructo­ra aseguraba que había utilizado materiales de la más alta resistenci­a y ofrecía plena seguridad ante temblores.

Algo muy parecido se dijo durante la inauguraci­ón del centro comercial que se derrumbó este jueves parcialmen­te. El entonces jefe de gobierno expresó que la conclusión de la obra se había dado apegada a la normativid­ad y había implicado “procesos rigurosos en materia de construcci­ón”.

En la edificació­n de la plaza el gobierno central debió otorgar certificad­o de uso de suelo y manifestac­iones de impacto urbano y ambiental. A la delegación Álvaro Obregón correspond­ió entregar la constancia de seguridad estructura­l. No puede culparse de manera inmediata a alguna dependenci­a, pero es evidente que se trata de un caso de negligenci­a, por acción u omisión, como manifestó ayer el gobierno local.

La acción obligada es la realizació­n de una investigac­ión en la que tanto constructo­res como las autoridade­s capitalina y delegacion­al expongan sus argumentos ante la justicia.

Esta vez no hubo víctimas, porque la parte colapsada comenzó a crujir antes de su desplome, sin embargo está comprobado que la negligenci­a puede matar y más si va acompañada de corrupción. Urge erradicarl­as.

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