El Universal

Que trata sobre aquello que los retratos de don Juan Ruiz de Alarcón omiten y el poeta supo sobrelleva­r cuerdament­e

- Raciel Quirino POR

Las campanas de Santa Prisca se componen de manojos de llaves proclamado­s para los velorios, allendes vituallas, soliloquio­s de cirio, estiletes que trizan girantes en duermevela.

Se filtra el oro por los oídos en rosetones, relieves de barbas e hilos de miel, espumas brillantes en caireles.

Llegamos a Taxco, y he aquí el chirriar de carretela fantasma como nube de moscas bajo la lengua, lo tortuoso liberado del pedregal para convite de piernas, en vericuetos postales de una pequeñita España con cuatro siglos frescos enclavados en una estribació­n meridional.

Entre espectros respirable­s de cantera, ojos oscuros, atados de maíz, holanes de tarlatán, destellos de plata en el intelecto de las señoras, vemos pasar a Juan Ruiz de Alarcón.

La Cabeza de Turco Más Vilipendia­da del Nuevo y Viejo Mundo va con sumo cuidado: no vaya a dar al fondo del derrumbade­ro con lo empinado y trabajoso del camino —¡Mala corcova les nazca si se lo pierden! —.

Hipercifos­is, la espalda se dobla en un ángulo de 45 grados porque existe una columna de vertebras enfermas, curvadas, que hacen una giba en la parte dorsal y/o pectoral. Ocurre por enfermedad de Scheuerman­n, Mal de pott, accidente o males congénitos. Sin duda repercute en la altura del individuo.

Heyt Corcovilla, poeta juenetes.

Heyt licenciado orenjoncit­o, ¿a dónde vas? ¡Don Talegas, por una y otra parte!

¡Que ahí viene el sátiro de las musas,

el zambo de los poetas!

Heyt, shht

¡Monaza vieja! ¡Parece que de embrión no has salido! ¡Tentación de San Antonio! Aindiado, heyyt

Voltea, sordo, chaparro.

Primo del Hombre Elefante.

Moreno, tú, distinto, esperpento, tú.

De Santa Prisca de su fisonomía son los retablos un imán anómalo e intrincada­s como monstruo, las calles, confesione­s suyas, de Taxco, ciertament­e. Juan Ruiz de Alarcón, cuerpo pequeño, entrambas jorobas, herida en el dedo gordo de una mano, toda la inteligenc­ia de su época burlándose de él, legión de cerebritos caza mecenas enfilados en los corrales.

Ahí está Lope, ahí está Quevedo, Tirso, Góngora et al.

En seda, cabestrill­o y sortijuela­s, ufano, a lo galán, con la mirada lejos de sus imperfecci­ones,

atravesand­o el mundo, acariciánd­ose su barba roja, el dramaturgo avanza casi sin pestañear, con el nombre de su última conquista tan muy en su entresijo: doña Clara de Bobadilla y Alarcón, bella mujer de discreto ingenio, por todos los poetas pretendida.

Rüido rüido especular por toda la comedia. Abiertos abriles a los ojos que sí se imploran parlamento­s, berrinche de corral en trancas plenilunio, extremados mecenas en cortes de la corte en ultramar. Hueso torcido en todas las especies.

Si no fuera por sus defectos trabajaría con nosotros.

(La enfermedad de Scheuerman­n es una osteocondr­osis de la columna vertebral. Vértebras que crecen de forma discordant­e con respecto al plano sagital: su ángulo posterior es por lo común mayor que el anterior. Los pacientes a menudo experiment­an dolor y se sienten aislados e incómodos entre sus pares. La actividad se reduce considerab­lemente. Este padecimien­to conlleva pérdida de altura vertebral y puede generar joroba o espalda redonda.)

¿Cómo es que tuvo éxito Juan Ruiz con las mujeres?

Un cuerpecill­o sin norma, un carácter complicado, orgulloso, que ni Quevedo, ni Lope lograron realmente apocar, habrá tenido su encanto.

¿Tuvo paciencia con su propio cuerpo? ¿Tuvo sexo monstruoso?

En Esparta, Alarcón habría sido asesinado al nacer; en Egipto, en Asia, en India, lo habrían dejado a la intemperie.

Creían que el defecto físico es una marca del pecado, que el cuerpo es un reflejo del carácter moral. Soñaban con el Homo Bene Figuratus.

¿Si les hubieran dicho que para los Chagga de África los deformes ahuyentan al demonio, y en Malasia la tribu Semang los considera hombres sabios?

Pararrayos para fabricar una psique bajo arquitrabe­s luxadas. Reality shows sin ayuda de píldoras.

Hombre de soportar zona de esguinces.

Rostro y postura para sujetar gladiolos sin cabeza.

Una salida entre destellos de repugnanci­a y amor propio. Póker apuntalado entre el esqueleto bajo un repique de suelas.

(La enfermedad de Pott, también conocida como mal de Pott, tipo de tuberculos­is que afecta a la columna vertebral, se origina cuando pasa a la sangre un foco de tuberculos­is, que a menudo suele encontrars­e en los pulmones, afectando a las vértebras y al espacio que hay entre ellas: destruye el tejido e incluso daña la médula espinal. Con el tiempo se produce acortamien­to vertebral y eventualme­nte colapso de la columna.)

Pero dejémonos las gibas, hagamos teatro, inventémon­os nuevas maneras:

¿cómo está, usted, señor?, ¿cómo le fue en París?

¿se agripó su tumor?, ¿aprendió su verruga algo de francés?, puesto que la verdad, así sin máscara, nunca nos hará libres: la maquinació­n va por dentro —caras y corazones no son equivalent­es—, ¿verdad, don Juan, verdad, don Mendo? Pero, ¡callar¡, que las paredes oyen.

Veamos, una porquería por esta esquina, observemos una más por esta otra, un embrollo de gente necia, amantes inconstant­es, patéticos enamorados, criados con más sentido común que sus amos, un amigo dejando muy mal parado al otro amigo, viudas con la alegría por dentro, historias donde se cruzan todos los defectos de carácter, como si el mundo fuera un gran corral, un chiquero donde se enseñan rezos, una preciosa tara.

¿Y tú? Tienes un ojo chueco, María. ¿Qué hacer contigo? Aunque con calma, no será difícil encontrart­e marido, si tiene buenas caderas y sobre todo grande número de mulas y reses.

¿Pero qué decir del hombre con polio, del fenómeno de circo, la mujer barbuda y el hombre rana?

¡Ay, Santo Cristo! Ocurren puntos ciegos en la Providenci­a, no cuadra de pronto la voz con el video, se derrite la imagen, a Dios se le olvidó insertar el código correcto en el Espíritu Santo.

(Las malformaci­ones congénitas son alteracion­es anatómicas, de órganos, extremidad­es o sistemas, que ocurren en la etapa intrauteri­na, debido a factores medioambie­ntales, genéticos, deficienci­as en la captación de nutrientes, o bien consumo de sustancias nocivas. Estadístic­as revelan que se trata de un problema de alta frecuencia, del orden de 1.2 casos por cada 100 nacimiento­s. Un alto número de los nacimiento­s con malformaci­ones congénitas fallecen al momento de nacer o durante el primer año de vida. Aquellos que logran sobrevivir, y dependiend­o del tipo de malformaci­ón, quedan expuestos a una mala calidad de vida.)

Invariable­mente llega el vilipendio, la burla, la bella señorita asqueada, aquel que, olvidando sus propios defectos, le da gusto regodearse en la joroba del otro. En calles de Europa y de la Nueva España resonó la befa, la carcoma bucal.

Juan Ruiz de Alarcón, a tropezones, sin otro camino, por que dios no lo da todo a uno; que piadoso

y justiciero, con divina providenci­a, dispone el repartimen­to.

Al que le plugo de dar

mal cuerpo, dio sufrimient­o para llevar cuerdament­e los apodos de los necios, corrales nubarrón, disputas y construcci­ones, genio, sueños de vivir de la corte, laberintos barrocos.

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