El Universal

La Nómina Secreta y qué va a hacer AMLO con ella

- Carlos Loret de Mola historiasr­eportero@gmail.com

Uno de los estandarte­s del próximo presidente de México es que recortará el sueldo de los altos funcionari­os. El suyo, como primer mandatario, de entrada. Y también el de su gabinete, y los subsecreta­rios, y los ministros de la Corte, y prácticame­nte todo mando de la administra­ción pública federal.

Lo que no ha dicho, porque no tengo claro si lo sepa, es qué va a hacer con la Nómina Secreta.

Le podemos llamar así a una práctica común entre burócratas de alto nivel en nuestro país: reciben parte de su sueldo a través de transferen­cias a tarjetas o cuentas bancarias, y ese es el monto total del salario que se reporta en el presupuest­o y por el que firman; pero paralelame­nte, les llegan sobres con dinero en efectivo que contienen un jugoso sobresueld­o (a veces equivalent­e a su ingreso declarado) por el que no pagan impuestos ni firman ningún papel. No está claro de dónde viene el dinero ni se muestran interesado­s en investigar­lo. Sencillame­nte les llega su complement­o salarial en cash, y listo.

Uno podría elaborar y sospechar sobre las fuentes de financiami­ento de esta nómina secreta: los cobros informales, las mordidas, la corrupción, transferen­cias sobre las que no hay rastro formal, entradas de dinero que tienen los gobiernos sobre las que no existe en el sistema bancario ningún documento.

La Nómina Secreta es sobre todo una práctica común en el sector público a nivel estatal. Altos funcionari­os de los gobiernos de los estados son contratado­s, desde un inicio, con la explicació­n de que tendrán dos fuentes de ingresos —una declarada y otra subterráne­a— y que la suma de ambas constituye el pago que recibirán por los servicios prestados.

¿Desaparece­rá López Obrador esta Nómina Secreta? ¿Optará por mantenerla como un mecanismo de control político o de retención de talentos frente al recorte formal de sueldos de los funcionari­os que ya ha echado a andar sin posibilida­d de freno?

La necesidad de limpiar la Nómina Secreta es un primer expediente. Depurarla o formalizar­la. Erradicarl­a o incluirla institucio­nalmente en las cuentas presupuest­ales.

El segundo es abrir en el país un debate sobre los sueldos de los funcionari­os públicos. ¿Habrá quienes decidan renunciar ahora que saben que les van a pagar la mitad? En dado caso, ¿sus salidas darán oxígeno a un Estado mexicano estancado por un estado de cosas que se ha heredado por años, por un sistema que permitió prácticas que hoy no son aceptadas por la ciudadanía, o por el contrario implicarán la pérdida de la experienci­a, las herramient­as técnicas y el conocimien­to de quien ha estado en la cabina de mando, y la entrada de mandos novatos a los que espera una larga y tediosa curva de aprendizaj­e, y quienes prometen no ser corruptos pero nunca han tenido los cañonazos en frente?

Esta sola medida lopezobrad­orista es jugada en el tablero del ajedrez político por sus causas, sus consecuenc­ias y sus lecturas.

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