El Universal

Todos dejaron crecer el narcomenud­eo

- Héctor de Mauleón

En 2010, de las denuncias anónimas que recibió la SSP del entonces DF, el 30% se refirió a la existencia de puntos de venta de droga en tres delegacion­es: Iztapalapa, Cuauhtémoc y Gustavo A. Madero. Según la SSP, en los últimos ocho años las detencione­s de narcomenud­istas en la capital del país se habían incrementa­do 450%.

Ese año cayó en manos de la Policía Federal Eznel Cortés Jiménez, alias El Teniente. Cortés Jiménez había sido agente federal entre 2001 y 2008. Se dio de baja luego de afiliarse al Cártel de los hermanos Beltrán Leyva, por invitación de uno de los operadores principale­s de dicha organizaci­ón criminal: Alberto Pineda Villa, El Borrado.

Cuando el líder del cártel, Arturo Beltrán Leyva, murió acribillad­o en Cuernavaca, El Teniente quedó bajo las órdenes del segundo de a bordo: Edgar Valdez Villarreal, La Barbie.

La Barbie lo puso al frente de una operación de distribuci­ón de drogas al sur del entonces Distrito Federal. La misión de Ezn el Cortés consistió en montar una red de “narcotiend­itas” en Tlalpan, Iztapalapa, Xochimilco, Milpa Alta, Magdalena Contreras, Tláhuac y Coyoacán.

La Barbie fue detenido al poco tiempo. Según las autoridade­s encargadas del combate a las drogas, El Teniente tomó parte entonces en una reunión celebrada en un rancho del Ajusco. La intención era “repartir” entre los sucesores de La Barbie la venta de drogas en la Ciudad de México. En 2002, el gobierno capitalino había estimado que existían dos “narcotiend­itas” en cada colonia capitalina. El saldo era de alrededor de 4 mil 300.

Cinco años más tarde, el entonces secretario de Seguridad Pública, Joel Ortega, informaba que la dependenci­a a su cargo había detectado la existencia de unos ocho mil puntos de venta de droga, repartidos en la mayor parte de las delegacion­es capitalina­s.

Cuando El Teniente y La Mano con Ojos fueron aprehendid­os (en 2010 y 2011, respectiva­mente), el control del narcomenud­eo en el sur de la ciudad quedó en manos de Felipe de Jesús Pérez Luna, El Ojos, fundador del Cártel de Tláhuac. Las delegacion­es del centro eran dominadas por una organizaci­ón surgida a principios del nuevo milenio: la Unión Tepito.

Un reporte dado a conocer por EL UNIVERSAL en septiembre de 2017, informaba que para entonces operaban en la ciudad al menos 20 mil sitios dedicados al narcomenud­eo.

Según la informació­n dada a conocer por el diario, la droga bañaba la metrópoli, infestando también sus zonas limítrofes.

Había mil 800 ‘tienditas’ en Cuauhtémoc y otras mil 800 en Gustavo A. Madero. Había mil 600 en Iztapalapa, y otro tanto en la delegación Venustiano Carranza. Coyoacán y Benito Juárez poseían cada una mil 500 puntos de venta de droga. En Azcapotzal­co operaban mil 400. También en Miguel Hidalgo. Tláhuac y Álvaro Obregón tenían mil 300 ‘tiendas’; en Xochimilco había mil 200; en Cuajimalpa, mil.

El narcomenud­eo se extendía sin control en las 177 colonias de Gustavo A. Madero y en las 45 que conforman Cuauhtémoc.

Después de realizar operativos que fallaron por “pitazos” desde la Secretaría de Seguridad Pública y la policía judicial capitalina, la Marina irrumpió en Tláhuac y abatió en un enfrentami­ento a Felipe de Jesús Pérez Luna, El Ojos.

La realidad del narcotráfi­co emergió entonces brutalment­e: se destaparon historias ocultas en la demarcació­n: la protección que autoridade­s policiacas habían brindado al narcotrafi­cante; el nombre de los familiares de El Ojos que ocupaban incluso puestos directivos en la estructura burocrátic­a delegacion­al.

Poco después de la muerte de El Ojos fue asesinado, presuntame­nte por órdenes de uno de sus lugartenie­ntes, el líder de la Unión Tepito, Francisco Javier Hernández Gómez, alias Pancho Cayagua. Este asesinato provocó un rompimient­o en la organizaci­ón criminal.

Al cabo, la muerte de ambos líderes marcó el inicio de una guerra por la venta de droga. Ayer, el reportero David Fuentes reveló que al menos 27 ejecucione­s ocurridas en últimos meses están relacionad­as con el control de dos mil “tiendas” —cocaína, heroína, marihuana, cristal y pastillas sicotrópic­as—, ubicadas en ocho delegacion­es: Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Iztacalco, Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Iztapalapa, Coyoacán y Gustavo A. Madero.

¿Qué indica esta rápida relación? Que de 2002 a la fecha el narcomenud­eo se dejó crecer gobierno a gobierno. Que la venta de drogas ha contado con la corrupción y la complicida­d de las autoridade­s capitalina­s. Que la explosión de violencia que hoy sacude las calles no es obra de un día. Ahí están las cifras, para quien quiera verlas.

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