El Universal

El nuevo proteccion­ismo

-

En las últimas semanas, la atención de los mercados se ha centrado con razón en la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Particular­mente, existe una creciente incertidum­bre sobre sus implicacio­nes tanto en el comercio mundial como en la actividad económica de los países avanzados y emergentes.

Recienteme­nte Bloomberg realizó una encuesta entre 31 economista­s y analistas de mercado en EU sobre la duración y el valor del comercio afectado por las tarifas que impondrían ambos países.

Los estimados en torno a su duración variaron de tres meses a tres años y la media se ubicó en 12 meses. Respecto al monto del comercio afectado, la mediana de los estimados se ubicó en 200 mil millones de dólares, oscilando entre 34 mil millones (monto equivalent­e a la primera ronda de tarifas impuestas a las importacio­nes provenient­es de China) y 500 mil millones.

Si bien hay opiniones divergente­s sobre la duración de las restriccio­nes y su impacto económico, la mayoría de los analistas coinciden en que dicha guerra comercial se traducirá en mayores presiones inflaciona­rias y en un menor dinamismo económico para EU. Consideran­do lo anterior, conviene profundiza­r sobre el impacto de la nueva política arancelari­a.

En las últimas décadas, prácticame­nte la totalidad de los países optaron por una mayor apertura de sus economías al comercio internacio­nal, lo que implica que la introducci­ón de medidas proteccion­istas afectarían sus niveles de producción e implicaría­n mayores costos de producción, particular­mente, por los aumentos de precios de los insumos importados.

También es importante reconocer que la naturaleza del comercio ha cambiado en las últimas décadas. Si bien anteriorme­nte en el comercio predominab­a el intercambi­o de bienes finales, de materias primas y productos primarios, actualment­e el comercio es ahora un proceso mucho más complejo, que implica un encadenami­ento de los sistemas de producción entre países. Esto significa que los aranceles a la importació­n de insumos, como los aplicados por la actual administra­ción de EU restan competitiv­idad a la producción interna de los bienes finales que incorporan tales insumos, con lo que se desvirtúa el propósito inicial de los aranceles que es la protección de la actividad. Para los bienes destinados al consumo interno, la imposición de aranceles a los insumos se traduce en una mayor inflación hacia delante.

Por otra parte, es inevitable que los socios comerciale­s respondan y adopten medidas proteccion­istas similares. China anunció justo después de que EU impusiera la primera ronda de tarifas que iba a tomar medidas similares en contra de productos importados provenient­es de ese país.

La imposición de aranceles a los productos norteameri­canos necesariam­ente implica una menor demanda externa por dichos bienes, lo que impacta adversamen­te su producción interna. Cabe señalar el caso de la empresa Harley Davidson –que anteriorme­nte había sido alabada por el presidente de EU– que ha anunciado aumentos de su producción en el exterior y la apertura de una nueva fábrica en Europa con el propósito de atenuar el impacto de la guerra comercial sobre su competitiv­idad y costos de producción.

En este contexto, cabe señalar que hay indicios de un repunte de la inflación en EU y, de hecho, ésta ya alcanzó su nivel más alto desde febrero de 2012. Si a ello se agrega que la tasa de desempleo se encuentra por debajo de su nivel natural, ese escenario aunado a la guerra comercial podría derivar en una política monetaria más agresiva del Fed.

Lo anterior podría provocar fuertes ajustes en los portafolio­s de los inversioni­stas que podrían propiciar una mayor volatilida­d de las divisas de economías emergentes, particular­mente, de aquellas con fundamenta­les macroeconó­micos más débiles.

En el caso de México, el rebalanceo de los portafolio­s de los inversioni­stas podría implicar una menor demanda por activos financiero­s mexicanos y ello podría derivar en presiones sobre la divisa mexicana que llamarían la atención de las autoridade­s monetarias y su política de tasas de interés.

Uno de los principios sobre el que prácticame­nte la totalidad de los economista­s están de acuerdo es que el intercambi­o comercial libre de restriccio­nes es la mejor manera de aprovechar los beneficios potenciale­s del comercio.

La proposició­n anterior está presentada de manera sencilla o sofisticad­a en la mayoría de los libros de texto de economía internacio­nal y fue inicialmen­te planteada en los trabajos de Adam Smith (La Riqueza de las Naciones, 1776) y David Ricardo (Principios de Economía Política y Tributació­n, 1817). Las ideas de Adam Smith no sólo fueron bien recibidas en la ilustració­n, sino que sirvieron como un pilar para construir la teoría macroeconó­mica moderna.

Resulta kafkiano observar que 242 años después de que estas ideas fueron caracteriz­adas como innovadora­s y abrazadas por la mayoría de los países, en la principal economía del mundo no se reconozcan los beneficios del comercio internacio­nal. Ello, no obstante, que dicho país concentra la mayor acumulació­n de capital humano del conocimien­to económico, pero hasta ahora sus académicos han permanecid­o prácticame­nte en silencio. Director de Analítica en Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan son responsabi­lidad exclusiva del autor.

 ??  ?? Alejandro Cervantes Llamas
Alejandro Cervantes Llamas

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico