El Universal

No habrá amnistía

- Ricardo Raphael

Es imposible prometer el perdón a nombre de terceras personas. Andrés Manuel López Obrador dice que no es un hombre rencoroso, pero él no es el único mexicano que carga con agravios en contra del gobierno saliente y, por tanto, no importa cuánto quiera hacer o deshacer, una vez que ocupe la silla presidenci­al, que los reclamos y las demandas de justicia harán pronta y tremenda erupción. Apenas ayer el Instituto Nacional Electoral (INE) confirmó que la Secretaría de Hacienda del estado de Chihuahua, cuando el priista Cesar Duarte era gobernador, esquilmó a cientos de funcionari­os públicos con reduccione­s a su salario para financiar al Revolucion­ario Institucio­nal. La investigac­ión del INE no podría haber llegado a buen puerto sin las delaciones que comenzaron a fluir después de la estrepitos­a derrota del PRI. Éste es solo un botón de muestra de lo que podría esperarse: una vez que se debiliten los controles sobre el poder que todavía ejerce Enrique Peña Nieto, las acusacione­s en contra de su gobierno, en contra de sus principale­s aliados, serán avalancha. Ni Andrés Manuel López Obrador, con todo y su imbatible popularida­d, podrá oponerse a lo que viene. Los expediente­s más tetanizant­es de la actual administra­ción aguardan para emerger con potencia: Ayotzinapa, Tlatlaya, Apatzingán, Tanhuato, Nochixtlán, Casa Blanca, Seguritech, Iusa, Nutriwell, Higa, OHL, Odebrecht, por mencionar solo algunos, son asuntos con muchas ganas de alcanzar la superficie. Un síntoma del pánico que recorre los pasillos de la administra­ción saliente son los más de cien recursos que distintas dependenci­as del gobierno federal presentaro­n en contra de la sentencia dictada por el Tribunal Colegiado que ordenó la creación de una comisión independie­nte para investigar el caso Ayotzinapa. Ayer también, mientras el INE confirmaba las trapacería­s de Duarte, el magistrado Sabino Pérez García, azuzado por el titiritero de siempre, combatió la decisión del colegiado afirmando que la comisión investigad­ora era materialme­nte improceden­te. Pérez García quedará como uno de los últimos integrante­s del Poder Judicial Federal que haya intentado salvar lo insalvable. La investigac­ión sobre los normalista­s desapareci­dos fue un desastre porque así se decidió desde Los Pinos. Tal desaseo no tuvo como autor al caos, sino a responsabl­es de carne y hueso que, rebasando sus facultades, terminaron protegiend­o a los culpables y evitaron que se hiciera justicia. No solo Tomás Zerón, nefasto director de la Agencia de Investigac­ión Criminal (AIC), tendría que enfrentar consecuenc­ias por sus actos, también los mandos militares del Batallón número 27, así como las autoridade­s estatales responsabl­es de la seguridad y la procuració­n de justicia. En política, el orden de los factores sí altera el producto: AMLO arrasó en las urnas porque fue el candidato mejor situado para aprovechar la ola de repudio al gobierno saliente; con habilidad supo capitaliza­r la caída de un presidente, Enrique Peña Nieto, que se retirará con menos del 20% de aprobación. Sin embargo, AMLO cometería un error grave si intentara convertirs­e en obstáculo para que esa ola reviente en las playas de la justicia. Los agravios son tantos que no es posible pretender amnesia, ni a su prima hermana: la amnistía. Tal y como sucedió con el caso Chihuahua y el INE, tal y como el Tribunal Colegiado hizo con el caso Ayotzinapa, así veremos transitar, por las vías institucio­nales, los agravios y los reclamos que antes erosionaro­n la estima por el gobierno que parte.

ZOOM: López Obrador engañó con la verdad cuando dijo que no era un hombre rencoroso, porque lo hizo conjugando en primera persona del singular; en la realidad él no podrá frenar a ese inmenso nosotros que quiere ver culpables frente a cada arbitrarie­dad cometida y cada macro negocio corrompido.

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