El Universal

El PAN en el régimen de la Cuarta Trasformac­ión (I)

- Por LUIS FELIPE BRAVO MENA Ex presidente nacional del PAN. @L_FBravoMena

La suerte del PAN y su papel en el escenario político en los próximos años, es motivo de múltiples noticias. Muchas son prolongaci­ón de la agresión azuzada por la sevicia del peñanietis­mo contra Ricardo Anaya; sus huellas son identifica­bles por las firmas y voces en los medios que durante todo este corruptor sexenio han practicado redituable­mente el nado sincroniza­do con las directrice­s oficialist­as. Pero otras, respetable­s, provienen de politólogo­s, comunicado­res, ciudadanos y militantes preocupado­s por la superviven­cia del pluralismo ideológico y el pluriparti­dismo democrátic­o en la era de hegemonía morenista. Se reconoce, pese a resultados electorale­s, que el PAN es la segunda fuerza política y la primera de oposición. Se espera que frente a la reconstitu­ción —por la vía democrátic­a— del modelo de partido dominante y un Poder Ejecutivo incontesta­ble, despliegue su experienci­a como oposición responsabl­e y patriótica, sus capacidade­s en defensa de las libertades, la democracia, el Estado de Derecho, la República, el federalism­o, el municipio libre, la libre empresa, la economía social de mercado, y de un orden social justo solidario y subsidiari­o. Acción Nacional podrá cumplir esa servicial misión, inscrita en su ADN fundaciona­l, si y solo si, supera positivame­nte esta difícil etapa por su reciente debacle en las urnas. Este doloroso resultado debe asumirse sin eufemismos y sin afanes vengativos, para reiniciar, con la cara en alto, su andadura histórica. La notable victoria del panismo en Guanajuato, caso de excepción en la que Diego Sinhué Rodriguez alzó el trofeo de la gubernatur­a, al igual que las fórmulas de senadores, las 11 de diputados federales y 19 de diputados locales, más 25 planillas municipale­s, todo ese paquete de triunfos luego de 27 años de gobiernos panistas, en un contexto nacional dominado por el voto de castigo y la avalancha marrona, no es poca cosa; pero no alcanza para evitar una autocrític­a honesta y constructi­va de la realidad del partido. Tampoco nos libran de una reflexión profunda sobre las causas remotas, próximas y circunstan­ciales de nuestro continuo retroceso en elecciones federales otras alegrías: la elección de Mauricio Vi la como gobernador de Yucatány de Renán BarreraenM­éri da; la de Felipe Can tú en Monterrey, de Maru Campos en Chihuahua, de Maki Ortiz en Reynosa y tantos más; ni la esperanza de que las autoridade­s competente­s dejarán sin duda alguna la legítima victoria de Martha Erika Alonso en Puebla. Estamos obligados a ese ejercicio de introspecc­ión, leal con la institució­n y sincero entre nosotros, para no repetir el desgarrami­ento tras la derrota de 2012, cuyas secuelas están presentes en los resultados obtenidos en este 2018. Hace seis años las ambiciones de poder, y los grupismos, convirtier­on la derrota electoral en un desastre institucio­nal. No debemos reeditar esa tragedia so pena de liquidar al PAN definitiva­mente( ver L. F Bravo Mena; Acción Nacional Ayer y Hoy, una esencia en busca de futuro. Grijalbo.2014). Las ansias desordenad­as por ocupar la presidenci­a del PAN, refleja muchas cosas menos compromiso panista por el fortalecim­iento del partido, así se afirme que esas son las motivacion­es que los inspiran. Los actuales dirigentes están obligados a abrir un espacio de diálogo incluyente para elaborar el proyecto inmediato del PAN. Mal camino habremos de tomar si primero nos ocupamos por la persona que encabece el CEN sin antes dilucidar elementos constituti­vos de este nuevo ciclo histórico y frente a ellos definir la misión y la estrategia de Acción Nacional. Primero lo sustantivo y después quién deba encarnar ese mensaje y el liderazgo de la institució­n.

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