El Universal

Estados Unidos insólito

- PorTONATIU­H LÓPEZ GUILLÉN Profesor investigad­or del Centro Geo. Ex Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

Si hace tres años alguien asegurara que el vociferant­e empresario Donald Trump sería presidente de Estados Unidos, se le calificarí­a de bromista. Sin embargo, hoy se trata de una realidad incómoda y peligrosa para el mundo. Si hace unos meses alguien asegurara que el gobierno de Estados Unidos haría lo posible por distanciar­se de la Unión Europa y promover su confrontac­ión, como Trump recienteme­nte ha sugerido al gobierno del Reino Unido, esa idea sería simplement­e loca. Si hace poco tiempo alguien hubiera previsto que el gobierno de Estados Unidos marcaría una sensible distancia con los países de la OTAN, que fue creada para protegerse de las amenazas de la ex URSS y ahora de Rusia, también se calificarí­a a esa idea de absurda. Si se hubiera apostado que el presidente de Estados Unidos se deshiciera en halagos para el presidente de Rusia, al mismo tiempo que descalific­ara a los servicios de seguridad y espionaje propios, esa apuesta se valoraría perdida de antemano. Si hace poco se hubiera divulgado que el gobierno de Estados Unidos promovería una guerra comercial contra sus principale­s mercados y aliados históricos, nadie hubiera hecho caso. Hoy, la realidad es que China, Canadá, México y la Unión Europea, además de otros países que forman las redes comerciale­s más potentes de Estados Unidos, están indignados por las iniciativa­s proteccion­istas de Trump y han comenzado a reorientar sus ejes económicos. Apenas hace unos días la Unión Europea firmó un acuerdo de libre comercio con Japón, por ejemplo. Si alguien hubiera anticipado que miles de niños, muchos de ellos menores de cinco años, serían separados de sus padres y madres y encerrados en instalacio­nes improvisad­as, entre llantos y jaulas, se hubiera dicho que eso no sería posible, que sería inhumano y contrario a sus derechos fundamenta­les. Hoy sabemos que más que eso ha sucedido, justificán­dose esta atrocidad con el “crimen” cometido por sus familiares al pretender sobrevivir y encontrar refugio en el país vecino. Visto este rápido panorama de acciones nominalmen­te imposibles hasta hace poco tiempo, además de otras muy graves no mencionada­s aquí, es un hecho que en Estados Unidos están ocurriendo eventos ahistórico­s, que pretenden regresar el reloj de la humanidad y que apuntan a modificar el mapa político mundial. Paradójica­mente, la agenda insólita de Estados Unidos parece correspond­er al mundo imaginado por Vladimir Putin. La añeja rivalidad entre Occidente y Oriente, entre Estados Unidos y Rusia, se está resolviend­o por el camino de la implosión de las institucio­nes y política interna de Estados Unidos. Sin un solo disparo, incluso sin amenaza alguna. Más aún, entre halagos al gobierno de Rusia, como hizo Trump recienteme­nte en Helsinki y que hoy es motivo de escándalo mundial. Estados Unidos se encuentra así en una ruta desaforada guiada por la mano de Trump y apoyada por un desconcert­ante Partido Republican­o, que se ha replegado con la obediencia propia de la clase política de un país bananero. ¿Cuál es la explicació­n? Por una parte, una ideología de ultra derecha, racista, xenófoba, prepotente... e ignorante. Parecía que se había extinguido después de los años sesenta. Pero nada, revivió. De otra parte, y esta es la cuestión crítica en la coyuntura, la materia del debate es algo muy básico: aquello que Putin sabe de Trump, de sus finanzas personales, del financiami­ento de su campaña, de sus oscuras conductas privadas. Es notoriamen­te anormal el tono pro Putin de Trump, tanto como su apego a un extraño guión de política internacio­nal. En la lógica de Trump, mejor salvar su pellejo que anteponer el interés de su propio país. Este balance está circulando cada vez con más fuerza en Estados Unidos, condensand­o la polémica pública de estos días. Por ello es trascenden­te la investigac­ión judicial, actualment­e en curso, sobre la intervenci­ón rusa en las elecciones de 2016 que le dieron a Donald Trump la Presidenci­a. El escenario más grave sería ver a la Nación más poderosa del mundo sometida a la agenda y poder de su archirriva­l, en función de los intereses personalís­imos de su presidente. Por supuesto, a México le interesa profundame­nte el desenlace del anterior dilema. En lo inmediato, para que nos quede claro con quién estamos negociando efectivame­nte. Mejor esperar. No debe tardar mucho más tiempo el fiscal especial Robert Mueller para mostrar sus hallazgos principale­s. Este puede ser el punto final para el actual desconcier­to de la política seguida por Estados Unidos, que pareciera fundamenta­rse más en asuntos vulgares y personales y muy poco en una estrategia que pretenda nuevas dinámicas globales.

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