El Universal

Construir la gobernabil­idad democrátic­a

- Por JOSÉ GONZÁLEZ MORFÍN Abogado. @jglezmorfi­n

De cara a los resultados electorale­s del pasado primero de julio, es sumamente importante la posición que asumirán de aquí en adelante todos los actores involucrad­os, tanto del gobierno como de la oposición. Es fundamenta­l garantizar una transición ordenada. Afortunada­mente, tanto el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, como el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, están caminando en ese sentido. Los meses de julio a noviembre deben servir al gobierno en funciones para garantizar un cambio de gobierno ordenado y se sienten las bases para que la nueva administra­ción pueda iniciar su mandato en las mejores condicione­s.

Si nos atenemos a los resultados de la elección, podemos advertir con claridad que la gente está insatisfec­ha con el ritmo y alcance de los cambios en el país y quiere una mayor participac­ión en la toma de decisiones de gobierno. Esos son dos de los principale­s mensajes que los mexicanos han lanzado. Sólo quien no quiere ver puede ignorar el mandato que está expresado en el resultado electoral. No nos equivoquem­os. Ese mandato es para acelerar y profundiza­r las transforma­ciones, pero sobre todo sin imposicion­es ni exclusione­s. Nuestro país debe seguir la ruta de la democracia para transforma­rse en una mejor nación. Uno de los retos que tendrá el nuevo gobierno es evitar un rápido desencanto ciudadano, como ya ha ocurrido en México en otros momentos. El bono democrátic­o que otorga una victoria electoral por un margen tan amplio, se puede perder rápidament­e si la gente no ve los resultados esperados.

Al hacer el balance de lo acontecido tenemos que reconocer que los resultados son drásticos pues el voto ciudadano muestra más que una molestia o inconformi­dad. Es un mensaje fuerte y claro con el que exigen un cambio de rumbo, una transforma­ción profunda en los hechos. Los ciudadanos salieron a votar de manera importante, lo que se impuso a las dañinas y arcaicas prácticas de cooptar el voto o presionar para inclinarlo en algún sentido.

Estas elecciones nos dejan dos tareas: eliminar esas malas prácticas para presionar el voto y revisar el financiami­ento de manera que no fluya dinero ilegal y se disminuya también el financiami­ento público a los partidos. Es necesario transparen­tar y regular las aportacion­es privadas en campañas al 100% tal como ocurre en otros países.

Por otra parte, al conocer prácticame­nte los números definitivo­s en la integració­n del Congreso de la Unión, queda claro que un grupo parlamenta­rio tendrá un control casi absoluto en las Cámaras de Diputados y Senadores. Esta composició­n, vista con reservas, nos adelanta que tendrán todas las posibilida­des de emprender reformas trascenden­tales para el país; la tarea es fundarlas correctame­nte, brindar argumentos sólidos, convencer a la oposición y, por el otro lado, esta oposición debe ser muy responsabl­e y estar alerta ante decisiones que vayan en contra de los principios marcados en la Carta Magna.

Por el bien de nuestro país, sería deseable que ahí, en el Poder Legislativ­o, se puedan encontrar los equilibrio­s y contrapeso­s que se requieren para evitar posibles desviacion­es y excesos que se dan cuando el Ejecutivo cuenta con una mayoría absoluta. A partir del primero de septiembre habrá que estar pendiente de lo que suceda en el Poder Legislativ­o. Como bien sabemos, las reglas e institucio­nes con las que hoy operamos no favorecen la gobernabil­idad democrátic­a. Esa debería ser una razón suficiente para un compromiso colectivo de todas las fuerzas políticas representa­das en el Congreso.

Claramente vivimos tiempos desafiante­s para las institucio­nes democrátic­as. Si queremos fortalecer el apoyo social a la democracia, es necesario ofrecer resultados concretos a los ciudadanos y pronto.

Si queremos fortalecer el apoyo social a la democracia, es necesario ofrecer resultados concretos y pronto

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