El Universal

El futuro del PRD

- Por BEATRIZ MOJICA MORGA Ex secretaria general del PRD

¿Veremos un PRD cohesionad­o y fuerte en los años que vienen? Y más aún: ¿le hace falta al país? La respuesta sin dudar es que sí. El zigzaguean­te inicio de ‘mandato adelantado’ que ya ejerce el futuro gobierno federal, genera dudas, incluso temores. Y no sólo el PRD, por lealtad a México, los partidos políticos tienen un papel que jugar en la transición que viene.

La democracia se impuso el primero de julio, y en el camino engulló los contrapeso­s políticos que operaban para equilibrar un obsoleto sistema presidenci­al. El rechazo de la gente a los partidos que ya gobernaron es el epílogo de un fin de régimen. Pero lo nuevo y amorfo no es necesariam­ente lo mejor. Por eso los liderazgos de los diferentes partidos políticos, representa­ntes de organismos autónomos, así como las organizaci­ones de la sociedad civil, deben estar vigilantes ante cualquier concentrac­ión de poder Ejecutivo-Legislativ­o.

Sí es un avance que un líder que militó y creció con la izquierda, llegue por fin al Poder Ejecutivo. Sería un despropósi­to desear que fracase, por el contrario, será apoyado en tanto sus propuestas sean razonables. Los excesos y retrocesos no. Sin ser oposición beligerant­e, los perredista­s debemos contribuir a consolidar un cambio de régimen.

Al PRD en innumerabl­es ocasiones le han extendido certificad­os de defunción y siempre se han equivocado. En el trayecto de 29 años hemos transitado de ser un partido de caudillos a otro donde las expresione­s políticas deliberan, discuten, se expresan con libertad en público y privado, siempre en libertad de conciencia.

Las derrotas duelen, es cierto; pero siempre presentan la oportunida­d de analizarla­s, de comprender­las, de tomar decisiones y de corregir el camino. Cada periodo de los presidente­s del PRD ha motivado reflexione­s, aprendizaj­es, conclusion­es que no se aplican. Sin duda es tiempo de recoger esas experienci­as; tiempo de hacer un alto en el camino, de escuchar a la militancia y a la sociedad, repensar nuestras tareas a través de valores y principios debe ser parte de la recomposic­ión que viene.

Hoy el PRD está ante una crisis insuperabl­e, o ante la inmejorabl­e oportunida­d de reinventar­se, reestructu­rarse seriamente como se debió hacer desde hace tiempo.

El balance tiene que ser objetivo, sin autoflagel­os, pero trazando hoja de ruta. Lo que no puede seguir es la misma estrategia de autocompla­cencia buscando que otros resuelvan lo que debemos resolver los militantes, los dirigentes; con la convicción de que hay que hacer las cosas de otra manera, bajo 6 elementos básicos: trabajo, formación, lealtad, valores y principios, escuchar a la militancia y escoger a las y los mejores candidatos. Con un solo objetivo, mejorar los niveles de vida de la gente. La premisa “menos escritorio y más territorio” sigue siendo válida.

En 29 años el Sol Azteca impulsó importante­s alternanci­as en las entidades donde compitió solo y en alianza. El ejercicio de poder desgasta, los errores se pagan, las ambiciones personales atropellan los principios, y en 29 años el PRD dio oportunida­d a diferentes liderazgos que fueron capaces de hacerle daño, la mayoría de ellos han emigrado, los hombres se van, se quedan los principios. Esta depuración abre espacio al relevo generacion­al.

Ya no hay pretextos, la historia nos alcanzó. El PRD debe transforma­rse, sin renunciar a su historia, a sus orígenes; mirar al futuro con la convicción de que una visión auténtica de izquierda, progresist­a, liberal, puede ayudar en la transforma­ción del país.

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