Doble vida de discos imposibles
Alguna vez reseñado en este espacio, el libro de Michael Azerrad, Nuestro grupo podría ser tu
vida (Contraediciones 2013), donde se señalaban las 13 bandas seminales del rock verdaderamente alternativo para su momento, que cargaron con la mala suerte de ser reconocidos sólo en espacios marginales y que sacaron discografías imposibles de conseguir aquí (por la poca visión de disqueras que, antes muertos, que sacar algo que no apuntara a la recuperación y ganancia comercial) ya son, aparte de objetos de culto y material de primera mano para conocer sus trayectorias, influencias y renacer una doble vida digital.
Esta misión (casi) imposible, se debe de entre millones de canciones, a la fonoteca virtual que Spotify pone a disposición del usuario poco conformista a las modas imperantes, y que da la oportunidad para formar a su gusto lo casi imposible (hasta ahora) en su computadora, laptop, tablet o teléfono celular, sin ocupar espacio en los dispositivos.
Si pensamos en términos de inversión para hacerse de las discografías completas de Black Flag, The Minutemen, Mision of Burma, Minor Threat, Husker Du, Sonic Youth, The Replacements, Butthole Surfers, Big Black, Dinosaur Jr., Fugazi, Mudhoney y Beat Happening, el gasto sería tremendo. Sin embargo, si aislamos cada álbum (original o remasterizado) EP o versiones remix, la erogación por compilación a cada biblio-discografía resulta gratis, en Spotify, con conexiones a videos y conciertos de cada banda.
Sin estos grupos que sufrieron en carne propia el reconocimiento (hasta que, por fin, les llegó tarde, sacándolos prácticamente del anonimato), que cobraban casi tan sólo para comer, que viajaban en camionetas destartaladas, que no conocían más que los hoteles de una estrella y que tenían —la mayoría— instrumentos y equipos de audio de quinta, hoy se pasean con el culto de haber sido esenciales como influencia de grupos como R.E.M. o Nirvana, y sus discografías alternativas creadas en sus propios sellos (que tenían casi nulo radio) hoy son ejemplo y constancia de la desesperación por la que pasaron sin casi ningún tipo de migajas de la fama que ofrece el rock corporativo.
En los años 80 donde la política la dictaba conservadoramente el presidente Reagan, en medio de un conservadurismo asfixiante, los discos de estas bandas influyeron desde los considerados padres del punk americano (los Ramones), hasta la filosofía del “Hazlo tú mismo”, del punk británico.
Las historias de estos tipos por tocar donde fuera, con apenas conocimiento de algunos riffs punketos y, algunos, con el aditivo de las drogas y el alcohol, mientras otros desde la trinchera de “la vida limpia”, se entregaban en frenéticos y furiosos conciertos que buscaban en la crítica algún tipo de respuesta o aliento. Estos veteranos de la guerra del rock desde el anonimato, ahora no sólo forman parte del contexto cultural en que nacieron y compusieron sino que su legado discográfico supuso pasos adelantados que muy pocos vieron desde el underground del negocio.
Para ellos con condiciones de vida precarias, sin ninguna comodidad reservada tan sólo para las grandes maquinarias del rock sistémico, el credo que los mantuvo juntos, ahora viene por la revancha de aquellos que nunca dieron nada “a cambio” a las grandes transnacionales del disco que, paradójicamente, son las que los venden hoy.