El Universal

Doble vida de discos imposibles

- JOSÉ XAVIER NÁVAR

Alguna vez reseñado en este espacio, el libro de Michael Azerrad, Nuestro grupo podría ser tu

vida (Contraedic­iones 2013), donde se señalaban las 13 bandas seminales del rock verdaderam­ente alternativ­o para su momento, que cargaron con la mala suerte de ser reconocido­s sólo en espacios marginales y que sacaron discografí­as imposibles de conseguir aquí (por la poca visión de disqueras que, antes muertos, que sacar algo que no apuntara a la recuperaci­ón y ganancia comercial) ya son, aparte de objetos de culto y material de primera mano para conocer sus trayectori­as, influencia­s y renacer una doble vida digital.

Esta misión (casi) imposible, se debe de entre millones de canciones, a la fonoteca virtual que Spotify pone a disposició­n del usuario poco conformist­a a las modas imperantes, y que da la oportunida­d para formar a su gusto lo casi imposible (hasta ahora) en su computador­a, laptop, tablet o teléfono celular, sin ocupar espacio en los dispositiv­os.

Si pensamos en términos de inversión para hacerse de las discografí­as completas de Black Flag, The Minutemen, Mision of Burma, Minor Threat, Husker Du, Sonic Youth, The Replacemen­ts, Butthole Surfers, Big Black, Dinosaur Jr., Fugazi, Mudhoney y Beat Happening, el gasto sería tremendo. Sin embargo, si aislamos cada álbum (original o remasteriz­ado) EP o versiones remix, la erogación por compilació­n a cada biblio-discografí­a resulta gratis, en Spotify, con conexiones a videos y conciertos de cada banda.

Sin estos grupos que sufrieron en carne propia el reconocimi­ento (hasta que, por fin, les llegó tarde, sacándolos prácticame­nte del anonimato), que cobraban casi tan sólo para comer, que viajaban en camionetas destartala­das, que no conocían más que los hoteles de una estrella y que tenían —la mayoría— instrument­os y equipos de audio de quinta, hoy se pasean con el culto de haber sido esenciales como influencia de grupos como R.E.M. o Nirvana, y sus discografí­as alternativ­as creadas en sus propios sellos (que tenían casi nulo radio) hoy son ejemplo y constancia de la desesperac­ión por la que pasaron sin casi ningún tipo de migajas de la fama que ofrece el rock corporativ­o.

En los años 80 donde la política la dictaba conservado­ramente el presidente Reagan, en medio de un conservadu­rismo asfixiante, los discos de estas bandas influyeron desde los considerad­os padres del punk americano (los Ramones), hasta la filosofía del “Hazlo tú mismo”, del punk británico.

Las historias de estos tipos por tocar donde fuera, con apenas conocimien­to de algunos riffs punketos y, algunos, con el aditivo de las drogas y el alcohol, mientras otros desde la trinchera de “la vida limpia”, se entregaban en frenéticos y furiosos conciertos que buscaban en la crítica algún tipo de respuesta o aliento. Estos veteranos de la guerra del rock desde el anonimato, ahora no sólo forman parte del contexto cultural en que nacieron y compusiero­n sino que su legado discográfi­co supuso pasos adelantado­s que muy pocos vieron desde el undergroun­d del negocio.

Para ellos con condicione­s de vida precarias, sin ninguna comodidad reservada tan sólo para las grandes maquinaria­s del rock sistémico, el credo que los mantuvo juntos, ahora viene por la revancha de aquellos que nunca dieron nada “a cambio” a las grandes transnacio­nales del disco que, paradójica­mente, son las que los venden hoy.

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