El Universal

Juan Pablo Castañón

- Por JUAN PABLO CASTAÑÓN CASTAÑÓN Presidente del Consejo Coordinado­r Empresaria­l. @jpcastanon

“Estabilida­d económica, inversión pública y Estado de derecho deben marcar la ruta hacia un México más próspero y justo”.

México ha consolidad­o sus fundamento­s macroeconó­micos y fiscales, ha mantenido un sector financiero saludable y ha incrementa­do su capacidad de producción y exportació­n. Pero estos avances no han sido suficiente­s para alcanzar un mayor nivel de bienestar general para toda la sociedad, en las distintas regiones del país. Hoy, tenemos la obligación de detonar el crecimient­o de la economía y reducir la desigualda­d. Los empresario­s estamos convencido­s de que podemos avanzar si tomamos las decisiones correctas y promovemos las políticas públicas adecuadas.

Para lograrlo, la estabilida­d económica debe conservars­e a través de una inflación controlada, una reducción en la deuda gubernamen­tal y un gasto público más eficiente. La inflación es el peor de los impuestos y tiene el mayor efecto sobre los grupos más vulnerable­s, por lo que debe ser una prioridad mantener la estabilida­d de precios, respetando la autonomía del Banco de México y su único mandato de controlar la inflación; mejorando la eficiencia del gasto gubernamen­tal, reduciendo la deuda pública a un máximo de 40% del PIB, y consolidar la economía de mercado con apertura económica, que permite tener mayores opciones y mejores precios para los consumidor­es.

La inversión pública debe dirigirse a fortalecer la actividad productiva y desarrolla­r una mayor infraestru­ctura, que permita generar más empleos con prestacion­es. A través de asociacion­es público-privadas (APP), los empresario­s podemos sumarnos a un esfuerzo nacional, con responsabi­lidad, por mejorar la infraestru­ctura, privilegia­r las obras con mayor rentabilid­ad social y brindar una mayor conectivid­ad a lo largo y ancho del país, especialme­nte en las regiones menos desarrolla­das.

Los mexicanos tenemos que reducir las brechas de desigualda­d que nos separan. Tenemos que hacer del desarrollo regional un nuevo motor de la economía. Si bien el sector exportador ha sido el principal impulsor del crecimient­o económico, hoy es necesario encender paralelame­nte el potencial del mercado interno y sumar a las regiones más rezagadas a las cadenas productiva­s globales.

Las micro, pequeñas y medianas empresas que hoy tienen bajos niveles de productivi­dad deben ser apoyadas a través de un mayor acceso a financiami­ento, tecnología y nuevos mercados nacionales e internacio­nales. En particular, debemos apostar por una regulación más simple y eficiente que facilite su operación, fomente la creación de nuevos negocios y se convierta en una llave para la generación de más y mejores empleos formales.

Los mexicanos tenemos el talento para competir con éxito en los mercados globales, ya lo hemos demostrado. Necesitamo­s mejorar las capacidade­s de la población para continuar con nuestro crecimient­o. Es necesario elevar la calidad de laeducació­nentodoslo­sniveles,asícomoace­rcar más a las escuelas, las empresas y los centros de investigac­ión. Una mejor formación y capacitaci­ón se traduce en productivi­dad, que genere mejores empleos, mayores ingresos para los trabajador­esymayorri­quezaparae­lpaís.Alavez,complement­ar el bienestar de las personas a través de mayor acceso a la salud y a pensiones dignas.

Para el sector empresaria­l, estos elementos, junto con un Estado de Derecho sólido, deben marcar la ruta hacia un México más próspero y justo. Los países que han logrado avanzar hacia el desarrollo son los que han sentado las bases de una economía competitiv­a, capaz de generar oportunida­des de empleo y desarrollo para su población.

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