¿Qué buscamos de la administración pública?
Existe una multiplicidad de leyendas sobre las excentricidades de los políticos mexicanos que pocos de nosotros hemos podido comprobar, pero que muchos asumen como verdad: presidentes que regalaron bienes históricos de la nación a sus amantes; que cerraban las principales arterias de la ciudad para correr libremente autos deportivos; primeras damas que hacían transportar pianos por el mundo; gobernadores, legisladores, alcaldes que organizaron fiestas privadas dignas de una boda real.
El viejo paradigma “¡que roben, pero que hagan!” parece haberse agotado, la sociedad está enojada y quiere soñar con un país donde la corrupción sea una lamentable excepción y el conjunto de autoridades sean servidores públicos por vocación.
Nadie como Andrés Manuel López Obrador ha entendido esto, su discurso busca dar el mensaje de que ese reclamo social será resuelto. Si bien faltan meses para que el gobierno de AMLO entre en funciones, el presidente electo presentó los 50 puntos que su gobierno habrá de impulsar para combatir la corrupción y fomentar la austeridad.
Un punto en particular me parece que encarna la deficiencia general de los 50 puntos propuestos por AMLO: el cambio de las condiciones laborales y la reducción de salarios a los titulares y altos funcionarios estatales.
Pedirle a un funcionario que en vez de 5 días trabaje 6, así como la reducción indiscriminada de su salario, exhibe un desconocimiento de las condiciones en las que trabaja la mayor parte de servidores públicos, parece encarnar la voluntad en desconocer el sacrificio de estos, pero, sobre todo, es pensar en términos de más y menos, en vez que en función de eficiencia y eficacia.
Según una investigación sobre situación laboral de la OCDE, México es el país donde más se trabaja, aunque somos el país que proporcionalmente menos produce. En contraste, países como Dinamarca o Alemania, trabajan casi la mitad de las horas que los mexicanos produciendo mucho más.
Si centramos la atención en los mandos de las áreas de seguridad y justicia —gente que expone su vida, la de sus seres queridos y también en su responsabilidad jurídica—, muchos de ellos ya trabajan 7 días a la semana, más de 12 horas al día, subsanan de su propio sueldo las carencias institucionales, por lo que recortarles prestaciones parece una cachetada como pago por su servicio.
No coincido con el argumento de “recortar salarios impulsa a un funcionario a la corrupción”, estoy convencido que quien entiende que el respeto de la norma garantiza mejores condiciones individuales y sociales de vida, no expone su reputación y trayectoria.
La pregunta que todos nos debemos hacer ¿qué estamos buscando de la administración pública? ¿un servicio vanguardista e innovador, donde el talento y compromiso sean bien remunerados o un servicio esclavista donde trabajan mártir eso personas que no encontraron un espacio en el mercado laboral?
Plantear una reducción indiscriminada de salarios y prestaciones laborales, limitar la compra de tecnología, recortar uso de vehículos, asistentes; cancelar la dignificación de los espacios laborales de la administración pública es un error.
Señor presidente electo, es de sabios reconocer los propios errores, este es uno de ellos y muy grave, una acción que no se sustenta en un diagnóstico, que puede tener graves consecuencias para la operación del país y que sienta un terrible antecedente alrededor de los derechos laborales.
Desde el Observatorio Nacional Ciudadano le pedimos lo reconsidere y nos permita ayudarle, donándole a México nuestro trabajo para elaborar el diagnóstico que se requiere para mejorar el desempeño de los servidores públicos, que, desde luego, implica reducción en algunas canonjías, pero de manera quirúrgica, no como aplanadora.
Señor presidente electo ¿qué estamos buscando de la administración pública? ¿eficacia y eficiencia u hora nalga para que parezca que trabajamos mucho?