El Universal

Nouhad Mahmoud

La ley del Estado-nación

- El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011 nouhad47@yahoo.com

Eel Parlamento israelí (Knesset) adoptó una nueva ley básica que considera a Israel como “el Estado-nación del pueblo judío". La medida fue aclamada como histórica por grupos de la derecha israelí, pero fue denunciada por centristas e izquierdis­tas como racista y antidemocr­ática.

La nueva legislació­n fue aprobada por pequeña mayoría: de 62 a 55, con dos abstencion­es y una ausencia. “Este es un momento decisivo en los anales del sionismo y los anales del Estado de Israel” dijo un jubiloso primer ministro Benjamin Netanyahu. “Hemos determinad­o en la ley el principio fundador de nuestra existencia”. Los opositores dicen que la ley dañará inevitable­mente el frágil equilibrio entre la mayoría judía del país y la minoría árabe, que constituye aproximada­mente 21% de una población de 9 millones. Aunque la nueva ley confirma prácticas antiguas de las autoridade­s israelíes en su determinac­ión de judaizar toda la Palestina histórica, da más legalidad a las acciones burocrátic­as contra los habitantes no judíos, entre otros aspectos.

La ley limita el derecho de autodeterm­inación en el país a los judíos. El derecho al retorno de los palestinos expulsados de sus tierras, que está consagrado en las resolucion­es de la ONU, es negado para siempre. La aceptación de Israel como miembro de las Naciones Unidas estaba condiciona­da a aceptar el plan de partición de 1947 y el derecho al retorno de los refugiados palestinos según lo estipulado en la resolución 194 de la Asamblea General. A Jerusalén le fue otorgado un estatus internacio­nal especial; la nueva ley lo considera entera- mente capital de Israel con las Alturas del Golán, ocupadas de acuerdo con el derecho internacio­nal, como parte de Israel. Declara “el desarrollo de los asentamien­tos judíos como un valor nacional” que contradice todos los llamamient­os de los emisarios de paz en el último cuarto de siglo y abre el camino para más confiscaci­ón de tierras palestinas y consolidac­ión de la política de asentamien­tos.

El idioma árabe, que era un idioma oficial junto con el hebreo fue degradado a un lugar secundario. Según el sitio Al-Monitor, el editor de la agencia de noticias Maan, Nasser Laham, escribió un editorial sobre el tema, bajo el título Imagínese si el inglés no es un idioma oficial en Gran Bretaña, donde dijo que “el hebreo moderno, que costó miles de millones de dólares a Israel apoyar, no durará mucho tiempo en comparació­n con el idioma árabe”.

La nueva legislació­n enfureció a los palestinos dentro y fuera de Israel. Ayman Odeh, el jefe del grupo parlamenta­rio árabe, dijo a miles de manifestan­tes en Tel Aviv el 14 de julio: “El proyecto de ley del Estado no nos hará desaparece­r, pero dañará enormement­e la democracia”. Otros miembros árabes de la Knesset llamaron a Israel un Estado de apartheid. Hanan Ashrawi, de la OLP, declaró: “La ley del Estado-nación judía otorga licencia para el apartheid, la discrimina­ción, la limpieza étnica y el sectarismo a expensas del pueblo palestino. Dicha legislació­n racista y perjudicia­l es ilegal según todos los estándares del derecho internacio­nal, la democracia, la humanidad, la justicia, la tolerancia y la inclusión”.

Los oponentes israelíes no fueron menos críticos. Gershon Baskin, un politólogo israelí, describió la aprobación de la ley como “el día más oscuro de la ya desafiada democracia de Israel... los ciudadanos palestinos de Israel, según el régimen de Netanyahu, representa­n una minoría apenas tolerada”. Brian Reeves, del movimiento Peace Now se lamentó: “...El proyecto de ley reemplaza oficialmen­te la democracia liberal de nuestro país por una étnica... Los fundadores de Israel defendiero­n firmemente la noción de que todas las personas en el Estado deben ser tratadas equitativa­mente y consagraro­n los conceptos de democracia e igualdad en la Declaració­n de la independen­cia”. El balance hecho por los líderes israelíes vacilando entre la democracia y el judaísmo del Estado recibió un duro golpe del gobierno de la más extrema derecha en los 70 años de historia de Israel.

Netanyahu y su coalición están presionand­o sus ventajas en muchos frentes. Más control sobre los medios noticiosos, erosionand­o la autoridad del Tribunal Supremo, restringie­ndo las actividade­s de los grupos liberales, moviéndose a la anexión de facto de partes de Cisjordani­a y socavando la policía al limitar los efectos de sus múltiples investigac­iones de corrupción contra el primer ministro y su esposa. El apoyo estadounid­ense sin precedente­s de la administra­ción Trump jugó su papel para envalenton­ar a los nacionalis­tas de Israel, como en muchas otras naciones últimament­e.

La decisión tomada por la derecha israelí en su legislació­n sobre la ley del Estado-nación judía ha eliminado un problema importante que enfrentan los palestinos en su lucha contra Israel en el ámbito internacio­nal. Tuvieron que enfrentar la impresión altamente promovida durante mucho tiempo, de que Israel es la única democracia en la región, a pesar de sufrir por su política de prácticas opresivas y abusivas que pasan por alto las capitales mundiales. La nueva ley es una demostraci­ón flagrante de la naturaleza real de una entidad colonial en la costa oriental del Mediterrán­eo.

l 19 de

julio,

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