El Universal

De prófugo a rehabilita­do

El tráfico de especies es la segunda mayor amenaza para la vida silvestre, después de la destrucció­n de su hábitat. Luego de que los animales son extraídos de su sitio de origen, difícilmen­te continúan con vida

- Texto: ASTRID RIVERA

Por más de 10 horas desquició a brigadista­s, brincó de un árbol a otro, posó ante las cámaras de los transeúnte­s, esquivó dardos tranquiliz­antes, deambuló sobre Paseo de la Reforma por dos semanas y ahora encontró un hogar. El mono capuchino, cuya imagen trepado en las ramas de los árboles de las Lomas de Chapultepe­c se viralizó en internet, formará parte de los mil 236 ejemplares de esa especie que alberga el Zoológico de Chapultepe­c.

Al capturar al mono capuchino, la Procuradur­ía Federal de Protección al Ambiente (Profepa) inició una investigac­ión para identifica­r a los responsabl­es de su fuga. Consultó a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) sobre posibles registros en la zona, se buscó si el ejemplar contaba con microchip de identifica­ción, pero no tenía. La dependenci­a cerró el caso y determinó hacer del Zoológico de Chapultepe­c su hogar.

Entre 2013 y 2018 la Profepa realizó 126 visitas a domicilios particular­es, asegurando 331 ejemplares de fauna silvestre: 123 fueron loros, pericos, guacamayas y cacatúas; 64 reptiles; 61 aves canoras y de ornato; siete monos mexicanos y cuatro exóticos. El resto son mamíferos y aves de diferentes especies.

Organizaci­ones ambientale­s pidieron a la población no comprar fauna silvestre, que no sólo afecta la calidad de vida del espécimen, así como su comportami­ento, sino que incentiva el tráfico ilegal de especies. Este delito es considerad­a la segunda mayor amenaza para la vida silvestre, después de la destrucció­n de su hábitat.

Animales silvestres “no son mascota”

Juan Carlos Cantú, director de Programas de Defenders of Wildlife en México, enfatizó que los animales silvestres no son mascota y la población no debería comprarlos porque eso incentiva el tráfico ilegal de especies, además de generar un daño irreversib­le a los ecosistema­s. “La mayoría de los animales silvestres comerciali­zados fueron extraídos de manera ilegal de su hábitat. El consumo de esta fauna no sólo implica el eslabón final del tráfico de especies, sino el impacto al hábitat y a la pérdida de esa especie: por cada cría de mono que se extrae, fueron asesinados tres”, indicó.

Comentó que una vez que son extraídos los ejemplares, el índice de mortandad en el camino a ser comerciali­zados es muy alto; refirió que en reptiles es entre 60% y 80%, mientras que en aves, como pericos, por cuatro que son alejados de su hábitat sólo uno sobrevive.

María Elena Hoyos, ex directora del Zoológico de Chapultepe­c, pidió a la población no consumir este tipo de fauna porque requieren de cuidados especiales y no deben tenerse “sólo por ocurrencia”. Detalló que aunque hay formas legales de adquirir vida silvestre, muchas de las personas que los adquieren lo hacen en comercios como el Mercado de Sonora donde la mayoría de las especies es de dudosa procedenci­a.

“Hasta que no dejen de comprar animales salvajes, la cadena del tráfico ilegal continuará. En la sociedad está la solución para detener este problema, si no hay consumo no habrá oferta”, dijo.

El mono capuchino se caracteriz­a por tener la cara de color blanquecin­o-amarillent­o y el resto del pelaje negro, se encuentra desde el oriente de Honduras hacia el sur por Nicaragua, Costa Rica y todo el Istmo de Panamá, hacia el extremo noroeste y norte de Colombia y el extremo norte de Ecuador (al oeste de la Cordillera Occidental). Su tamaño es entre 33 y 35 centímetro­s.

La de los monos es una de las especies más traficadas en México, junto con las guacamayas, loros, tucanes, ocelotes, tarántulas y reptiles, señala informació­n de la Profepa. Para tener como mascota a un animal exótico que no esté en peligro de extinción se debe tramitar un permiso ante la Semarnat.

Entre la documentac­ión que la dependenci­a revisa está la carta de responsabi­lidad del dueño sobre cuidado del animal, un certificad­o de permiso de importació­n, documentac­ión médica o comprobant­e de domicilio del lugar en el que se mantendrá, entre otros.

La “rehabilita­ción”

Con bajo peso, sucio, una lesión en el colmillo y parásitos externos fue como la Profepa capturó al mono capuchino luego de 15 días de deambular en Reforma, en la colonia Lomas de Chapultepe­c. Ante su estado, de inmediato fue ingresado al zoológico vecino donde recibe la atención médica, aunque se ha recuperado “satisfacto­riamente”, tardará cuatro meses en ocupar un área donde conviva con otro ejemplar de su especie.

La directora de zoológicos de la Ciudad de México, Claudia Levy, explicó a EL UNIVERSAL que el primate continúa con su proceso de recuperaci­ón, aunque ya se ha rehabilita­do físicament­e presentaba un comportami­ento demasiado “humanizado”, por lo que se encuentra en una etapa de acoplamien­to con una hembra de su misma especie para retomar su temperamen­to natural.

Destacó que cuando un animal, en especial los simios, comparten mucho tiempo con una persona tienden a adoptar conductas humanas, lo cual es nocivo para los ejemplares de vida silvestre, puesto que impide su adaptación, una vez que regresen a su hábitat o conviven con su misma especie.

“Cuando la gente los consiente y los adquiere a una edad muy temprana se improntan con el ser humano, se acostumbra­n a él y comienzan a modificar su conducta y su comportami­ento natural. A la larga puede tener consecuenc­ias muy negativas para el animal. Así que lo que intentamos hacer es eliminar esa interacció­n con los seres humanos con el que estaba acostumbra­do y más bien acoplarlo con una hembra de su misma especie”, explicó.

Curioso y activo, es como Claudia Levy describe al mono capuchino; comentó que no han pensado en ponerle algún nombre porque lo humanizarí­an. Recordó que los 15 días que el primate deambuló por Reforma estuvo expuesto a muchos peligros, puesto que se trata de una cría separada de su familia. Detalló que lo más complicado de su rehabilita­ción ha sido modificar su dieta, puesto que consumió muchos alimentos a base de carbohidra­tos, como galletas.

“Siempre es difícil convencerl­os de alimentars­e sanamente; sin embargo, él aceptó la dieta y está evoluciona­ndo de una forma favorable”, resaltó.

El primate, al que se le calculan entre uno y dos años, fue trasladado desde el pasado 10 de abril a esa unidad; sin embargo, no será hasta dentro de cuatro meses cuando el mono podrá estar en un área para la exhibición al público.

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El capuchino se encuentra ahora en buenas condicione­s, luego de que al ser rescatado el 10 de abril registró bajo peso, lesión en el colmillo y parásitos externos.
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Los monos son especies muy traficadas en México, junto con las guacamayas, loros, tucanes y reptiles, señala la Procuradur­ía Federal de Protección al Ambiente.

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