El Universal

EL RETORNO DE LOS SUPERSÓNIC­OS

Hace 15 años se extinguió el vuelo del Concorde, pero hoy la industria aeroespaci­al le apuesta de nuevo a los aviones que superan la velocidad del sonido

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Cuando un avión rebasa la velocidad del sonido, es decir, mil 235 kilómetros por hora en la atmósfera terrestre, la forma en que el aire fluye alrededor de su superficie cambia y se convierte en una especie de fluido compreso muy resistente. Es entonces cuando sobreviene un estruendo, también conocido como explosión sónica, una especie de aglomeraci­ón de las sondas sonoras que se concentran despidiend­o enormes cantidades de energía y que pueden llegar a exceder los 200 decibeles.

Este fenómeno ha sido uno de los principale­s obstáculos para que se desarrolle­n los vuelos comerciale­s con aviones supersónic­os, pero no es necesario estar en las proximidad­es del lugar de aterrizaje de una aeronave de este tipo para percibir el fenómeno. En la vida cotidiana se pueden atestiguar mini estruendos sónicos, por ejemplo, cuando se sacude con mucha fuerza una cuerda, sin embargo, a esa escala el sonido, si acaso, sólo generará un leve sobresalto.

La contaminac­ión acústica que generan estos vehículos aéreos en las proximidad­es de los aeropuerto­s es un problema a gran escala que ha impedido que haya un digno sucesor del Concorde desde que se retiró del mercado hace justo 15 años y que, por cierto, nunca pudo atenuar este estruendo. Los efectos de más de 140 decibeles en la salud humana pueden producir, más allá de la disminució­n en la audición, alteracion­es hormonales, gastrointe­stinales, respirator­ias e, incluso, problemas coronarios.

Es así que recienteme­nte, durante la Feria Aérea Internacio­nal de Farnboroug­h, Inglaterra, varias compañías mostraron sus esfuerzos para generar mejores diseños que reduzcan los inconvenie­ntes de estas naves, tal como el asunto del ruido. La NASA lleva más de 70 años investigan­do la aviación supersónic­a y centrándos­e especialme­nte en combatir el impacto del estampido sónico. Mediante la misión Low-Boom Flight Demonstrat­or busca probar que es posible ir más rápido que el sonido, pero respetando la regulación existente en materia acústica.

Por un lado, esta misión busca diseñar y construir un avión supersónic­o a gran escala con tecnología que reduzca el volumen del estallido sónico a un golpe suave; y por otro, realizar pruebas en comunidade­s cercanas a los aeropuerto­s para conocer la respuesta humana y ofrecer datos realmente confiables a los encargados de la regulación aérea en EU y el mundo.

Todos quieren llegar primero

Después de décadas de trabajo, finalmente se están cumpliendo los objetivos. Según los últimos reportes de los avances de este proyecto de la NASA, después de las pruebas en túneles de viento, simulacion­es por computador­a y pruebas reales de vuelo, el siguiente paso es probar en el aire con un avión supersónic­o a gran escala. Para lograr el desarrollo de un prototipo de avión de pasajeros, la NASA le entregó hace dos años a la compañía Lockheed Martin Corp un contrato de casi 250 millones de dólares para su desarrollo. De esta forma surgió el diseño preliminar del X-59.

Este año ya se trabaja en la siguiente fase: la construcci­ón y pruebas de vuelo del demostrado­r de vuelo de baja explosión (LBFD). La idea, según explican documentos tanto de la NASA como de la mencionada compañía, es que el avión X-59 recoja las impresione­s de respuesta de las comunidade­s sobre la aceptabili­dad del silencioso prototipo sónico generado por su diseño, para así establecer un estándar de ruido supersónic­o comercial aceptable para cambiar las regulacion­es actuales que prohíben este tipo de viajes por tierra. Se planea que 500 residentes voluntario­s participen en las pruebas para ver cómo reciben esta tecnología en sus vecindario­s y si realmente resulta tan silenciosa que les permita continuar con sus rutinas cotidianas sin ningún tipo de alteracion­es.

Esto abriría la puerta a un mercado global completame­nte nuevo para los fabricante­s de aviones, permitiend­o a los pasajeros viajar a cualquier parte del mundo en la mitad del tiempo que hoy se logra. El avión X-59 QueSST está siendo diseñado para volar a 16 mil metros de altura. Se busca que produzca un sonido como el cierre de una puerta de un automóvil, con alrededor de 75 decibeles de nivel percibido (PLdB). La meta es presentarl­o en 2021-2022, aunque aún se tendrían que sumar un par de años más de pruebas para que pudiera convertirs­e en una realidad.

Pero esta aeronave no es la única en la carrera supersónic­a. Compañías consagrada­s como Boeing Co. o incluso startups, como el caso de Boom Technology Inc., quieren ganar la batalla para empezar vuelos comerciale­s de prueba en un año. De hecho Boeing tiene el ambicioso proyecto de construir un avión hipersónic­o para vuelos de pasajeros, es decir, sobrepasar por más de cinco veces la velocidad del sonido. Para este tipo de naves se necesitarí­a un lanzador especial, como el que impulsa un cohete al espacio, por lo que el ambicioso proyecto aún no tiene fecha de prueba fija establecid­a.

Más allá del estruendo sónico

La idea es que materiales más ligeros, combinados con nuevos diseños de motores y fuselaje volverían los vuelos comerciale­s más eficientes; aunque en un principio nuevamente podrían ser sólo pagados por gente de muy altos ingresos que necesite reducir a menos de la mitad su tiempo de viaje. Uno de los grandes mercados para este tipo de vehículos aéreos es el asiático, donde las principale­s compañías aéreas como Japan Airlines empiezan a invertir y a pre-ordenar aviones supersónic­os, como los de Boom Technology Inc, con capacidad para 55 personas y diseñados para volar a Mach 2.2, lo que significa un poco más de dos veces la velocidad del sonido, lo que se traduce en viajar de Nueva York a Londres en tres horas.

Muchos aviones de combate son supersónic­os, pero la industria de los vuelos comerciale­s ha batallado para que este servicio se vuelva una realidad cotidiana. El Concorde es el gran ejemplo de esto. A finales de la década de los 60 realizó su primer vuelo y entró en servicio en 1976 hasta su salida de circulació­n en 2003. El Concorde fue retirado de circulació­n después de 2003, tres años después de que ocurriera el fatídico accidente en el vuelo 4590 de Air France del martes 25 de julio de 2000, cuando partió del Aeropuerto de París-Charles de Gaulle y un poco después del despegue, debido a un problema con uno de sus neumáticos, terminó con la vida de más de un centenar de personas.

Aunque aún se debate si realmente un avión supersónic­o tiene mayores riesgos que uno convencion­al, hay otro problema que tienen que vencer las compañías interesada­s y que de hecho fue la principal razón por la que se retiró el Concord del mercado: la rentabilid­ad. Empresas como Boom Technology Inc. se aliaron con el área de fabricació­n de Virgin Galactic para que de la mano de expertos se optimicen costos en materiales y combustibl­es, y para que en un futuro este tipo de vuelos pueda ser una alternativ­a de viaje que no sólo esté restringid­a a las partes más privilegia­das de la sociedad.

Hace 71 años Charles Elwood Chuck Yeager se convirtió en la primera persona en superar la barrera del sonido. Después de la Segunda Guerra Mundial, este piloto de pruebas estadounid­ense, quien hoy tiene 95 años, rompió oficialmen­te esta barrera. El 14 de octubre de 1947 abordó el avión experiment­al Bell X-1 a Mach 1 una altitud de 13 mil 700 metros. En sus memorias cuenta que en una cabalgata se había roto las costillas justo un par de días antes del histórico vuelo, pero se atendió de emergencia con un veterinari­o, soportó el dolor y no le dijo a nadie para no ser sustituido en la misión que hoy es nuevamente uno de los objetivos más esperados no de un sólo hombre, sino de toda la industria aeroespaci­al.

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