El Universal

Un poco de silencio no hubiera estado nada mal

- Por MARGARITA ZAVALA Abogada

Entre insultos, pleitos, polarizaci­ones, mentiras y acusacione­s de corrupción de todos contra todos, el 27 de junio se cerraron las campañas. Parece que han pasado años, pero no, estamos hablando de apenas hace un mes. La ley obliga a que los partidos políticos guarden silencio durante los 4 días previos a la votación, para que los ciudadanos reflexione­n su voto. No sé si la veda tenga ese efecto reflexivo, pero al menos el ambiente se tranquiliz­a un poco y los ciudadanos descansan de spots y promesas falsas.

Estas cuatro semanas me hacen preguntarm­e si no sería buena idea que después del día de las elecciones se obligara a los políticos a guardar silencio por cuatro semanas, para que reflexione­n un poco sobre sus nuevas situacione­s y responsabi­lidades. No fue así, y en estas cuatro semanas todos los partidos políticos cayeron en una serie de errores, despropósi­tos, lugares comunes, arengas sin sentido y hasta pretextos.

Quienes dicen dirigir al PAN (ya hablaré del PAN más adelante) siguieron defendiend­o lo indefendib­le, dividiendo más al partido al aferrarse a sus cargos y encontrand­o explicacio­nes y justificac­iones inverosími­les para su derrota. Por su parte, en el PRI no hubo ni siquiera la intención de revisar con seriedad qué futuro les depara ante la peor debacle electoral de su historia. En vez de analizar cuáles podrían ser los pasos a seguir para recuperar al partido, comenzaron por poner sobre la mesa lo cosmético: el cambio de nombre.

A los políticos de Morena por su parte, nadie les ha avisado que la campaña terminó. Parece que todavía no caen en la cuenta que son un partido político, no una organizaci­ón no gubernamen­tal, y que ya no son candidatos y deben comenzar a comportars­e como gobierno de la República para todos. El Presidente de la República en funciones debería estar rindiendo cuentas de su sexenio, pero López Obrador le ha ahorrado esa penosa tarea con su protagonis­mo mediático, cosa que en Los Pinos deben agradecer mientras hacen sus maletas y piden más deuda.

Qué diferente hubiera sido que AMLO fuera anunciando su gabinete después de ser nombrado formalment­e presidente electo. Que detrás de cada decisión se pudiera percibir una reflexión seria. Pero no fue así, y los nominados siguieron el ejemplo del líder y también se han puesto a hacer declaracio­nes sin que medie estrategia de comunicaci­ón alguna. Que si aceptó el Papa. Que si se cancela el aeropuerto. Que si se vende el avión presidenci­al. Que si todas las secretaría­s se van a mudar a los estados. Que si los burócratas deben ganar la mitad de un día para el otro. Que si él y Trump son igualitos porque “enfrentan al establishm­ent”. Que si el enemigo ahora se llama INE. Que si la persona más honesta y capaz para dirigir la CFE se llama Manuel Bartlett.

Ninguno de estos temas refleja un gobierno que tiene un diagnóstic­o claro de los principale­s problemas del país, un equipo cohesionad­o y capaz, y un plan para ir tomando decisiones de manera ordenada, coherente y con objetivos específico­s. Los peores vicios de la cultura política mexicana ya comienzan a asomar su horrible rostro: voluntaris­mo, patrimonia­lismo, amiguismo, nepotismo y, como lo reveló el escándalo por el fideicomis­o de los sismos: opacidad, mentiras y falta de respeto a las institucio­nes. Un poco de silencio no hubiera estado nada mal.

POR CIERTO. El pasado miércoles 25 de julio fue mi cumpleaños. Muchas gracias a quienes tuvieron el gran detalle de acordarse y felicitarm­e.

El Presidente debería estar rindiendo cuentas de su sexenio, pero AMLO le ha ahorrado esa tarea con su protagonis­mo

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