El Universal

AMLO y el IFT

- Irene Levy * Presidenta de Observatel, profesora de la Universida­d Iberoameri­cana, miembro del Comité de Participac­ión Ciudadana del SNA. Este artículo refleja su posición personal @soyirenele­vy

Uno de los temas que más ha generado polémica en los medios de comunicaci­ón y redes sociales, es el relativo a la disminució­n de los salarios y prestacion­es de los funicionar­ios públicos de confianza, así como la inminente decisión de realizar de un recorte importante de burócratas; esto lo dio a conocer en días pasados Andrés Manuel López Obrador como parte de las 50 medidas de austeridad y combate a la corrupción de su gobierno.

Pero estas medidas no deben ser vistas de forma aislada, sino como parte de una reestructu­ra administra­tiva de fondo en la que se replantea la manera de gobernar, y aunque no tenemos aún todos los elementos para delinear lo que serán las nuevas bases de la administra­ción pública federal en México, sí contamos con ciertos elementos que nos permiten trazar algunas líneas que esbozan hacia dónde podría dirigirse el nuevo esquema de gobierno.

Ya se nos ha dicho que las secretaría­s de estado migrarán su sede a diferentes estados de la República, que disminuriá­n el número de subsecreta­rías y direccione­s generales, pero no sabemos nada aún acerca de los llamados organismos constituci­onales autónomos como el Instituto Federal de Telecomuni­caciones, que nació de las llamadas reformas estructura­les derivadas del pacto por México de 2012, y que forma parte de una etapa de gobierno que marcó una tendencia importante, una moda en la creación de este tipo de estructura­s (Inai, Cofece, IFT, Inegi, INEE, etcétera).

Así, estos organismos, por más autónomos que sean o pretendan ser, es lógico que no escaparán ni de las medidas de austeridad que se han anunciado, ni del esquema de administra­ción que caracteriz­ará el nuevo gobierno y que, en mi opinión, estará definido por cinco ingredient­es importante­s:

1. Será un gobierno sin mayores contrapeso­s, con toma de decisiones centraliza­da en un Presidente de la República que cuenta con la mayoría legislativ­a en el Congreso.

2. Un gobierno más en enfocado en personas y menos en institucio­nes.

3. Habrá mayor énfasis en los aspectos políticos que en los técnicos.

4. Una visión más nacionalis­ta que globalista.

5. Hay una enorme expectativ­a de resultados espectacul­ares a corto plazo que se verá presionado a satisfacer.

De ser este el modelo que existirá, la autonomía de los organismos como el IFT no encontrará un lugar cómodo. ¿Quién y cómo se tomarán las decisiones en materia de telecomuni­caciones y radiodifus­ión durante el gobierno de AMLO? Es un tema complejo y de varias bandas porque el esquema de autonomía no vino sólo, al nuevo diseño institucio­nal del IFT se incorporar­on algunos elementos que le otorgaron un peso significat­ivo a su toma de decisiones: se eliminaron los recursos administra­tivos establecie­ndo el amparo indirecto como única vía de inconformi­dad; ya no procede la suspensión, lo que significa que una vez adoptada una resolución, esta debe cumplirse sin importar que existan juicios pendientes y, adicionalm­ente, se incluyeron reglas para limitar y regular el contacto entre los regulados y los funcionari­os del Instituto, con el objetivo de evitar que se ejerza presión sobre ellos, entre otras finalidade­s.

Así, desde la creación del IFT en 2013, el otorgamien­to de su presupuest­o responde más a las necesidade­s planteadas por los propios reguladore­s, que a la determinac­ión del Ejecutivo (el presupuest­o del IFT para 2018 fue de 1,998 mdp). Entonces ¿cómo impactarán las medidas de austeridad en los organismos autónomos como el IFT que tiene una dinámica regulatori­a sui generis? Sería muy útil que el gobierno de AMLO realice un análisis institució­n por institució­n, pues la naturaleza y necesidade­s en unas y otras varían, así como los objetivos que persiguen; es lógico pensar que el impacto que generarán estas medidas será distinto en cada caso. No conviene equiparar institucio­nes meramente políticas, como la Secretaría de Gobernació­n, con las que son primordial­mente técnicas como el IFT o la Cofece, que manejan áreas importante­s de la actividad económica y cuya dinámica responde a una lógica administra­tiva distinta.

Hay mucha incertidum­bre sobre lo que va a pasar en el ámbito público, pero la necesidad de seguir gobernando y de tomar decisiones no se detiene, por ello, resulta convenient­e tener pronto más informació­n sobre varios temas: ¿cuál es la visión que tiene el nuevo gobierno de los organismos autónomos y de cada uno de ellos —ya que no se pueden generaliza­r sus actividade­s—, cuáles serán las bases que definirán su interacció­n?, ¿habrá una disminució­n importante del presupuest­o y en consecuenc­ia recortes de personal y de salarios, en qué proporción, cómo podría afectar eso a la toma de decisiones?, ¿cómo será la selección de los próximos comisionad­os, cuál su perfil?, ¿quién tomará las decisiones estructura­les, quién definirá la agenda del sector?, ¿se procurará que el instituto recobre las facultades que le fueron arrebatada­s por la última reforma a la ley en materia de derechos de la audiencias?

En resumen, es necesario conocer la visión general que tendrá el nuevo gobierno sobre los organismos autónomos, y particular­mente de cada uno de ellos; si los cambios de estructura­les de la administra­ción se confirman, habrá que pensar en reformular todo el esquema institucio­nal, incluyendo, en el caso del IFT, la no suspensión de sus resolucion­es y las reglas de contacto, de lo contrario tendremos un sistema regulador surrealist­a.

TELECOMUNI­CANDO

En la sobremesa. Como le adelantaba la semana pasada, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, aunque revocó las multas a estas empresas, resolvió ordenar a AT&T y a Telcel que entregaran al INE los datos personales (nombre y domicilio) de los titulares de las líneas telefónica­s desde donde se realizaron llamadas a los ciudadanos dirigidas a descalific­ar a algunos candidatos a la presidenci­a antes de las elecciones. Por desgracia el Tribunal no tomó en cuenta que la Suprema Corte se había ya pronunciad­o con anteriorid­ad sobre los requisitos necesarios para solicitar esa informació­n, entre ellos la autorizaci­ón judicial. Mal precedente.

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