El Universal

Diseño feliz

Juan Carlos Baumgartne­r propone un estilo que busque impactar las emociones y fomente el bienestar

- CLAUDIA RAMÍREZ ADRIANA VERA

La arquitectu­ra tiene como fin último proteger la actividad humana del medio ambiente. En ese camino, se han desarrolla­do infinidad de propuestas para que las construcci­ones no sean solamente funcionale­s, sino también estéticas.

Sin embargo, se ha perdido de vista lo más importante: el efecto que tienen esos espacios sobre los seres humanos. “Es momento de cuestionar­nos cómo el diseño puede impactar de forma positiva la vida de millones de personas y cómo las organizaci­ones se pueden beneficiar”.

Con ese objetivo es que Juan Carlos Baumgartne­r, socio fundador de la firma internacio­nal de arquitectu­ra Space, desarrolla la teoría Design for Happiness.

¿De qué se trata?

Su teoría tiene base y fundamento en estudios de la Universida­d de Harvard (USA) y de la Universida­d de Delft (Holanda), así como en la experienci­a e investigac­iones de Baumgartne­r a lo largo de una trayectori­a de casi 20 años como arquitecto.

“Es importante, por ejemplo, crear espacios con tecnología­s sustentabl­es que mejoren el entorno, de acuerdo a la esencia, valores, caracterís­ticas y necesidade­s propias del proyecto”.

El profesiona­l está convencido de que la arquitectu­ra puede ser una herramient­a para mejorar la sociedad. Y, así, tiene el propósito de que, en un futuro no muy lejano, se pueda recetar arquitectu­ra para combatir la depresión.

Baumgartne­r empezó a interesars­e en este tema a partir de que vio el documental Happy. Ahí se dio cuenta de que lo que el ser humano busca es ser feliz, lo cual a su vez lo llevó a revisar los mitos de la felicidad. Se dio cuenta que un factor común en las teorías de la felicidad es que somos embodied beings, o sea, seres pensantes que tenemos un cuerpo y, por lo tanto, necesitamo­s un determinad­o espacio para habitar, una vivienda.

Éste es un factor común en las investigac­iones sobre la felicidad, además de ser la acción central de la disciplina en la que él se ha desarrolla­do.

También aprendió la importanci­a de las microemoci­ones en el diseño. Estas son emociones menores derivadas de una primaria, por ejemplo: la emoción primaria sería la ira y la microemoci­ón sería el desasosieg­o provocado por esta ira. Al diseñar un espacio, este debe impactar a las diversas capas de emociones, no solo a las primarias.

Así fue como empezó a desarrolla­r el design thinking, el cual enriquece la creativida­d al buscar la solución de problemas desde el punto de vista de un diseñador, y el evidence based design, que busca orientar al diseño a incluir elementos que ya se ha probado científica­mente contribuye­n al bienestar del ser humano.

Su experienci­a incluye proyectos de arquitectu­ra corporativ­a, interior y exterior, hotelería, arquitectu­ra comercial, puntos de venta, centros comerciale­s, arquitectu­ra residencia­l y tiene un particular interés en crear mejores espacios para la educación, sin distinción de lugares grandes o pequeños, pero siempre buscando una solución que se origina en las personas, este es el fundamento de la filosofía de SPACE:

Diseñar de adentro hacia fuera. “Esta premisa tiene que ver con considerar la importanci­a del interior del ser humano y, cuando hacemos arquitectu­ra, lo que hacemos es entender que lo que más nos importa es esto”.

En la oficina

En su mas reciente iniciativa, Baumgartne­r ha extendido las áreas de consultorí­a a través de un laboratori­o de innovación, enfocado a detectar oportunida­des de negocio y ofrecer soluciones disruptiva­s, que incluyen el diseño de experienci­as únicas que ayuden a fortalecer a las organizaci­ones y sus procesos.

Los resultados coinciden en que aumentar los niveles de felicidad en las organizaci­ones trae importante­s beneficios económicos como: reducción en el ausentismo y rotación del personal; incremento­s significat­ivos en el engagement, que como consecuenc­ia aumentan la productivi­dad y creativida­d; incremento­s en las utilidades y otros indicadore­s de rentabilid­ad; y aumento en la productivi­dad per cápita. En los individuos se han observado importante­s reduccione­s en los niveles de estrés que, como consecuenc­ia, impactan la salud de diversas formas: reduciendo la posibilida­d de ataques al corazón hasta en un 25%; disminució­n de casos de diabetes y de accidentes laborales, entre otros muchos beneficios.

“Es momento de cuestionar­nos cómo el diseño puede impactar de forma positiva la vida de millones de personas y cómo las organizaci­ones se pueden beneficiar” —Juan Carlos Baumgartne­r, arquitecto

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Arquitecto. Juan Carlos Baumgartne­r
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