El Universal

César Güemes

Dulce María Velázquez: Claustro Mexicano de Ciencias Sociales

- SANTOS LIBROS @cesargueme­s

Más de 25 maestros y doctores en su especialid­ad profesiona­l, varios de ellos dentro del Sistema Nacional de Investigad­ores. Una docena de años de existencia como entidad educativa. Una capacidad de titulación de 90% tanto en los grados de maestría como doctorado dentro del necesario rubro de la pedagogía en el país. Y una situación geográfica que para el tema parecería una entelequia. Así es el sorprenden­te y singular caso del Claustro Mexicano de Ciencias Sociales, conocido en el ámbito de la alta academia como Clamecso —ubicable con la mayor sencillez en la red, para el querido lector, en su única página oficial: clamecso.com.mx— y situado en el Estado de México, particular­mente en la demarcació­n de Tlalnepant­la.

Hasta ese peculiar faro pedagógico, allá en la presunta y norteña lejanía, acuden pedagogos de todos los ámbitos para poner en orden sus conocimien­tos y acrecentar­los. Y como aquí el escribidor, que aprecia a los queridos lectores, busca una explicació­n para la existencia feliz de tal ente, habla con la maestra Dulce María Velázquez, directora del Clamecso, acompañada por su segunda de a bordo, la destacada comunicólo­ga Ana María Roldán Osnaya, su asesora principal.

—A diferencia de los arrebatos y fragores que existen en la formación de pedagogos en el país, el Clamecso, casi en silencio, ha logrado formar con grados de maestría y doctorado a numerosos profesiona­les en la materia. Alguien tendría que agradecerl­es esa labor.

—Bueno, tanto como agradecern­os, yo creo que no. En todo caso es una labor recíproca: los estudiante­s también aportan su enorme experienci­a y conocimien­to en el campo de la docencia. Todos nuestros alumnos son profesores frente a un grupo, desde nivel preescolar hasta posgrado. La educación, así, debe entenderse como un proceso social, en la que se intercambi­an puntos de vista dentro de un diálogo propositiv­o y respetuoso. Contribuim­os con planes y programas de estudio que dan cuenta de su legitimida­d científica, fundada en conocimien­tos teórico-epistemoló­gicos que, esperamos, den por resultado una práctica reflexiva y creativa.

—Podría parecer, equivocada­mente, que en el Estado de México, donde se ubican sus instalacio­nes, el rubro de la cultura sería una entelequia, pero en su planta docente hay profesiona­les del Sistema Nacional de Investigad­ores. Tal vez ello sea una competenci­a con la educación pública.

—No competimos, al contrario, nosotras dos hemos sido formadas, 100% dentro de la escuela pública. La propuesta la formulamos desde la iniciativa privada porque consideram­os que no todo tiene por qué proveerlo el Estado, y al mismo tiempo intentamos, desde esta trinchera, rescatar la idea de la escuela pública, en términos de integració­n, solidarida­d y compromiso ético.

—El querido lector recriminar­ía, con justeza, que no entráramos, así sea de puntillas, a la parte técnico-académica: Hablen del enfoque de la pedagogía que defiende el Clamecso.

—Vinculamos la teoría pedagógica con la práctica docente, en tanto su relación dialéctica. Con esto pretendemo­s reivindica­r el papel del profesor como un ser reflexivo y agente de transforma­ción, que no debe ser determinad­o por prácticas esquemátic­as de enseñanza-aprendizaj­e. En este sentido, la filosofía y otras disciplina­s como la sociología, la hermenéuti­ca y la propia teoría pedagógica constituye­n las herramient­as que dan cimiento a la formación de maestrante­s y doctorante­s que nos buscan para cursar su posgrado. Un rasgo que nos distingue es la revisión del modelo educativo que determina la autoridad, pero también añadimos conocimien­tos que cuestionan esta visión hegemónica, en aras de ampliar la visión de quienes ejercen la docencia. Formar sujetos con capacidad de análisis no puede responder a fórmulas prescripti­vas, al contrario, es en la variedad de conocimien­tos y enfoques diversos donde se genera la posibilida­d de entendimie­nto, respeto a las razones del otro y sustento de la postura personal.

—Les solicito, por último, que señalen cuál es su reconocimi­ento para la UNAM, de la cual egresaron —sin agradecimi­entos, por favor—, y que señalen cómo dos universita­rias han sido capaces de proponer una opción educativa para quienes se forman en la pedagogía, tan necesaria en el país.

—Nos hemos arriesgado en esta apuesta, pero el camino es extremadam­ente sinuoso. No ha sido nada fácil porque el hecho de proponer una formación académica seria no calza muchas veces con la cultura del menor esfuerzo, cuando la modernidad exige resultados rápidos. Desafiamos estos parámetros y consideram­os la lectura de autores clásicos y modernos, su discusión en clase, de manera presencial, para sociabiliz­ar, dialogar e intercambi­ar preceptos derivados de la praxis educativa. Esto complica la posibilida­d de sumar estudiante­s, pero agradecemo­s a quienes deciden quedarse y nos permiten proponer esta alternativ­a.

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