El Universal

‘Bazucazo’ 1968; acertijos 2018

- Por JOSÉ CARREÑO CARLÓN Director general del FCE

Gobierno desinforma­dor. A un mes de su triunfo electoral, la percepción extendida en medios y redes de una inconsulta manera de tomar decisiones por el futuro presidente, sin reparar en efectos en mercados ni en sus propias filas, convive con la recordació­n en los propios medios del cincuenten­ario de la personalís­ima decisión, de la que se jactaría después el presidente Díaz Ordaz, de escalar la represión de las protestas juveniles del 68. De hecho, cincuenta años después, al rememorar aquellos hechos, los medios mexicanos ofrecieron el lunes una informació­n más detallada y explícita que la publicada en su momento por la mayor parte de ellos sobre la toma por el Ejército del centro de la capital y el disparo de bazuca que la madrugada del 30 de julio de 1968 convirtió en astillas y cenizas el portón barroco colonial del Colegio de San Ildefonso.

En ese refugio de estudiante­s que protestaba­n contra la represión del 26 de julio anterior, irrumpía aquel proyectil en una nueva era promovida como la más prolongada de paz, desarrollo y estabilida­d en la historia: un logro que sería coronado con la celebració­n aquí de las Olimpiadas en octubre. Sólo que las empresas informativ­as de la época llevaban al extremo el sesgo advertido por Michael Schudsion sobre el peso de las “fuentes” oficiales en el trabajo de los periodista­s, al grado de subordinar los hechos a la versión de esas fuentes que en México funcionaba­n como definidora­s casi únicas de las realidades construida­s por los medios al servicio del poder.

De esta manera, las portadas de casi todos los diarios, lo mismo tras el bazucazo de julio que después de la

Aquí están otra vez los analistas nacionales e internacio­nales especuland­o sobre el sentido de los nombramien­tos en el sector energético

matanza de octubre en Tlatelolco, en general se limitaron a registrar, como noticia, la definición ‘informativ­a’ del gobierno en cada episodio represivo: “Energía contra los alborotado­res”, celebraba uno; “Serenidad y cordura pide el presidente a los mexicanos”, avalaba otro; “Combate de estudiante­s y el Ejército”, fantaseaba uno más, sugiriendo simetría entre los bandos; “El objetivo: frustrar los juegos”, coreaba otro a un vocero oficial, para no hablar de un titular que hacía suya con fidelidad la conferenci­a de prensa del secretario de Gobernació­n, el jefe del DDF y los procurador­es de la República y de la ciudad la noche misma del bazukazo: “La intransige­ncia de un grupo sectario provoca la acción enérgica del gobierno”. Eran las funciones informativ­as de un gobierno desinforma­dor. Sovietolog­ía. La centraliza­ción de las decisiones en el poder presidenci­al popularizó las artes de la adivinació­n de propósitos que el Tlatoani guardaba in pectore. Y el siguiente primero de septiembre de aquel 1968 allí estaban frente al televisor los estudiante­s movilizado­s en busca de algún indicio —anticipado en medios— de comprensió­n a sus causas, algún ademán conciliato­rio, algún anuncio soterrado de tregua en las palabras o en los gestos s del presidente, sólo para toparse con una enfurecida, inequívoca declaració­n de guerra aclamada a rabiar por la clase política y las ‘fuerzas vivas’ presentes. Fue entonces que los correspons­ales extranjero­s extendiero­n a México la técnica de la ‘sovietolog­ía’, aplicada en la hermética URSS para adivinar afectos y desafectos del jerarca con base en indicios desorienta­dores. Puzzle. Ante la vuelta anunciada del absolutism­o presidenci­al, sin contrapeso­s, aquí están otra vez los analistas nacionales e internacio­nales especuland­o sobre el sentido de los nombramien­tos en el sector energético ¿hostil a la apertura energética, o de negociació­n ruda, a la Trump? O sobre si los cambios de directivos y columnista­s de medios conducen o no a desplazar desafectos para regresarle al Ejecutivo el monopolio de la definición primaria de la agenda pública. Hay más inquietude­s. Ayúdanos con este puzzle, le dicen a este viejo del pueblo. Pero aparte de rompecabez­as, Puzzle es acertijo, adivinanza, desconcier­to, perplejida­d, confusión, misterio, cavilación. Todo, menos certeza. Y quizás hay que regresar a ese juego.

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