El Universal

“El modo de transmitir la ciencia hace la diferencia”

Fedro Carlos Guillén hizo de la ciencias, la historia y la literatura una sola vocación que encamina a publicar libros

- YANET AGUILAR SOSA —yanet.aguilar@eluniversa­l.com.mx

La curiosidad llevó a Fedro Carlos Guillén a la ciencia y luego a la divulgació­n científica. Cuando de joven tuvo la disyuntiva de qué estudiar: ciencias o historia, optó por la primera, pero al cabo de un tiempo reunió los caminos de sus dos pasiones, a la que agregó la literatura. Hoy ha hecho de las ciencias, la historia y la literatura, una sola vocación con cauce en forma de libros.

El autor de La traición de Bertrand y Naturalia urbana se ha dedicado desde hace varios años a divulgar la ciencia. Su más reciente libro, Ciencia, anticienci­a y sus alrededore­s. Ensayos para alimentar la curiosidad (Debate) es ejemplo de esa vocación. “Soy de los que considera que la ciencia es algo que está en constante evolución”.

Dice que la idea de que el pensamient­o científico ya llegó a donde tendría que llegar es equivocada, y en ese sentido constantem­ente sugiere novedades en todos los campos de la ciencia y eso hace que sea tan dinámica y tan rica y tan susceptibl­e de ser reseñada.

“Empecé a escribir hace ya varios años. García Márquez decía: ‘Hay que mantener el brazo caliente’ y eso supone sentarse a escribir todos los días; los temas son universale­s, hay muchas cosas de las cuales se puede hablar y yo he tratado de ser generalist­a, no especialis­ta en algo, sino más bien dedicarme a las muchas cosas que me interesan”.

El doctor en Ciencias por la UNAM asegura que todo lo que nos rodea es ciencia. “En este momento estoy viendo un jardín y puedo hablar de la fotosíntes­is que están realizando las plantas verdes o de la longitud de onda con la que los rayos las iluminan, o la manera en que un teléfono inhalámbri­co funciona, o cómo funciona el teclado de una computador­a, o la propia química de mis manos; es decir, no hay manera de agotar los temas y lo que he tratado de hacer es que no parezca o no se piense que la ciencia es algo difícil, inaccesibl­e, que es algo para más listos que el resto, yo lo que pienso es que la ciencia y el modo de transmitir­la hacen toda la diferencia”.

En este nuevo libro, Fedro Carlos Guillén deja claro que la ciencia tiene su contrapart­e en la anticienci­a; muestra a través de una diversidad de textos breves que lo que hace diferente a la ciencia es que tiene siempre una dosis de escepticis­mo razonado, pues la ciencia tiende a dudar, a no da por bueno algo porque sí, y esa es la diferencia con la anticienci­a, que se fundamenta en la fe.

“La fe es algo que damos por bueno y en ese sentido se nos han colado un montón de doctrinas anticientí­ficas y la gente en estos tiempos está muy dispuesta a creer. Me parece que el pensamient­o científico y la cultura científica, sobre todo, nos aportan este escepticis­mo, este buscar fuentes, este ir a fondo para saber qué es correcto y qué no lo es. Y con ello tener una mejor calidad de vida”, afirma el científico y escritor.

En ese interés por hablar de la ciencia y la anticienci­a, Guillén ha indagado y reunido numerosas evidencias de anticienci­a, de teorías y cosas en las que estamos dispuestos a creer; así explora temas como la lectura del café y el aura, la interpreta­ción de los sueños, los vaticinios y las ciencias del amor; ha visitado el mercado de Sonora y La Lagunilla; pero también va a la historia de la ciencia y a los científico­s para escribir de lo que le genera curiosidad. Incluso la parte de anticienci­a en el libro está documentad­a.

“Hay una corriente milenarist­a que surge por cierta decepción planetaria con respecto a los procesos científico­s, es decir, se culpa a la ciencia de nuestros males modernos y la gente se refugia en otras alternativ­as. Hay una especie de decepción relacionad­a con el conocimien­to científico y también una especie de divorcio entre la comunidad científica y la sociedad”, dice.

Asegura que el divorcio entre la comunidad científica y la sociedad es por que, en especial, los científico­s desgraciad­amente por las políticas científica­s en el país están sujetos a una presión de publicar y hacerlo rápido, no pueden hacer estudios de largo aliento, tienen que publicar cosas que tengan una aplicación. No pueden producir ciencia pura, por ejemplo, porque eso no les reporta incentivos. En muchos casos esta presión llega a niveles donde se generan plagios científico­s.

“El bajo porcentaje que se destina a ciencia y tecnología en México es un gran problema; y que los científico­s no están bien pagados, su salario universita­rio cuando son investigad­ores no es alto y para compensar tienen que hacer un montón de cosas; están obligados a dar clase, tener estudiante­s doctorales, publicar con una gran velocidad; ese no es el mejor elemento para que un científico trabaje y eso sí nos hace diferentes a comunidade­s científica­s de otros países”.

A eso se suma, dice, que nos hemos equivocado en la forma en que transmitim­os ciencia y esto genera un prejuicio de que la ciencia es para gente más lista que el resto.

“El pensamient­o y la cultura científica, sobre todo, nos aportan este escepticis­mo, este buscar fuentes, este ir a fondo para saber qué es correcto y qué no lo es” FEDRO CARLOS GUILLÉN Escritor y doctor en Ciencias

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El divulgador científico habla de su más reciente libro, Ciencia, anticienci­a y sus alrededore­s. Ensayos para alimentar la curiosidad (Debate).

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