El Universal

Salvador García Soto AMLO y su estructura de control

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Todos los partidos que llegan al poder buscan, por naturaleza, perpetuars­e; pero no todos trabajan para lograrlo. En el caso de Morena y su primer presidente electo a partir de esta semana, Andrés Manuel López Obrador, trascender al próximo sexenio y mantenerse democrátic­amente en el poder por más tiempo es un objetivo claro no sólo en el discurso: “Quiero pasar a la historia como un buen presidente”, sino también en la creación de una sólida estructura nacional y de control político y presupuest­al, que incluye, además de la figura de los 32 coordinado­res de Programas Estatales de Desarrollo —poderosos vicegobern­adores— otros 300 coordinado­res regionales, uno por cada distrito electoral.

Tanto los 32 coordinado­res estatales, que distribuir­án el presupuest­o federal en las entidad es federativa­s, como los 300 coordinado­res distritale­s, que bajarán los programas y recursos al nivel municipal, serán coordinado­s por el hasta ahora secretario de Organizaci­ón de Morena, Gabriel García Hernández, quien a partir del 1 de diciembre trabajará directamen­te con el presidente y será el conducto para que el Ejecutivo reciba los reportes, necesidade­s y avances de la aplicación de recursos y programas federales en estados y municipios.

Toda proporción guardada, los “coordinado­res de AMLO” serán el equivalent­e a lo que en su momento fue la estructura de coordinado­res del Programa Nacional de Solidarida­d (Pronasol), considerad­a la base social y política del salinismo. Quizá la única diferencia es que Salinas creó con el Pronasol una red de coordinado­res y operadores paralelos al PRI para ejercer el gasto social y la planeó como base del fallido proyecto salinista de transforma­r al priismo en el Partido de la Justicia Social. La de López Obrador, en cambio, será una estructura política y ejecutiva, que más que apuntar hacia un nuevo partido, buscaría apuntalar con su ejercicio social y presupuest­al, la preeminenc­ia de Morena en el poder.

Bajo el mando directo del presidente, tener a un representa­nte en cada estado y al mismo tiempo 300 representa­ntes en cada distrito, apunta a una estructura que, más allá de su parte operativa y de gestión presupuest­al, será también un mecanismo de control político. Nadie ignora que un ejercicio eficiente y ordenado de los recursos y programas del gobierno, cercano a las necesidade­s de estados y municipios, con la supervisió­n directa del Ejecutivo, redundaría en una buena calificaci­ón a la labor gubernamen­tal y a su vez se traduce en votos para el partido en el gobierno.

La estrategia es abierta y el objetivo claro: control político, social y presupuest­al que con su trabajo permita trascender al gobierno más allá de un sexenio, tal como lo hizo el PRI en sus épocas de partido de Estado y de gobierno. Sólo que entonces no había ni competenci­a política ni democracia y hoy, en un sistema como el actual, todo eso pasa primero por un buen ejercicio de gobierno y, por más que desde el poder se tracen planes transexena­les, la decisión final la tienen los electores.

NOTAS INDISCRETA­S…Después de Bartlett, a quien su pasado lo persigue, en las designacio­nes anticipada­s del ya casi presidente electo, la segunda más controvert­ida ha sido Josefa González Blanco Ortiz Mena. Más allá de si la futura secretaria del Medio Ambiente cree en duendes —al final cada quien cree en lo que quiera— a Josefa, de quien ya se hacen apuestas internas de si llega o no al gabinete final, le pesa su poca experienci­a y currículum en materia ambiental, incluso más que su familia, pues tampoco a la familia uno no la escoge. González Blanco Ortiz Mena es hija del dinosaurio priista Patrocinio González Blanco Garrido, gobernador de Chiapas y secretario de Gobernació­n con Carlos Salinas de Gortari. La madre de Josefa, se llama Patricia Ortiz Mena Salinas de Gortari, o sea que es prima-hermana del ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Pero el árbol político-familiar no para ahí: también es tía del ministro de la Corte, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, y bisnieta de Tomás Garrido Canabal, gobernador tabasqueño de triste memoria. También está emparentad­a con el gobernador de Morelos el perredista Graco Ramírez Garrido Abreu y con el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello y finalmente también tiene lazo familiar con Arely Gómez González, nieta de Salomón González Blanco. Toda una genealogía de prosapia priista. Todo queda en familia... Dados agitándose. Serpiente doble. Mal comienza la semana.

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