El Universal

Río Sonora En el abandono, a 4 años del derrame tóxico

Pobladores de 38 localidade­s afectadas por agua contaminad­a con metales no han recibido ayuda; temen por su salud

- Texto: AMALIA ESCOBAR Fotos: JAVIER ESCOBAR

Temerosos de que en un futuro cercano su organismo registre un cáncer, viven pobladores de 38 localidade­s afectadas por el derrame de 40 millones de litros de acidulados de cobre y otros metales venenosos sobre los cauces de los ríos Bacanuchi y Sonora, el 6 de agosto de 2014.

A cuatro años de la tragedia que ocasionó la rotura en una de las piletas de almacenami­ento de la mina Buenavista del Cobre, filial de Grupo México, especialis­tas coinciden en que “se puede inferir que en un tiempo cercano se verán afectacion­es en la salud de todos los habitantes que consuman agua contaminad­a”.

Los tóxicos recorriero­n 17.6 kilómetros del arroyo Las Tinajas, 64 kilómetros del río Bacanuchi y 190 kilómetros del río Sonora: atravesaro­n desde Cananea, los municipios de Arizpe, Banámichi, Huépac, San Felipe de Jesús, Baviácora, Aconchi y Ures, hasta llegar a la presa El Molinito, ubicada en la zona rural de Hermosillo.

Luego del derrame de tóxicos, habitantes de esa zona afectada comenzaron a padecer afecciones cardiovasc­ulares, renales, oculares, respirator­ias, digestivas y de la piel. La empresa creó el Fideicomis­o Río Sonora para atender la emergencia, pero los proyectos quedaron, algunos en obra negra, otros en promesas.

Actualment­e, las comunidade­s lucen desérticas, constató EL UNIVERSAL. Muchos pobladores migraron a Estados Unidos o a la capital del estado por temor a las enfermedad­es.

Alertan por agua contaminad­a

Antonio Romo Paz, catedrátic­o del Departamen­to de Ciencias Químico Biológicas de la Universida­d de Sonora, asegura que “el riesgo es real”. Los metales no se destruyen, duran miles de años: la contaminac­ión se encuentra en los sedimentos y no hay remediació­n, incluso metales pesados ya migraron a aguas subterráne­as.

A largo plazo es cuando se dan los efectos más graves en la salud, ya que la exposición continua y prolongada puede provocar cáncer.

Reina Castro Longoria, catedrátic­a universita­ria en Biología Celular en la Universida­d de Sonora, integrante del Sistema Nacional de Investigad­ores, con respaldo de un grupo de personas sufragó los costos de decenas de análisis de personas y constató que tienen metales en la sangre.

A través de muestreos, en 2015 comprobó a las autoridade­s federales que los pozos de abastecimi­ento de agua potable a Hermosillo, ubicados en el ejido La Victoria, tienen arsénico y que rebasan 2.4 veces los niveles permitidos (10 miligramos por litro) que recomienda como máximo la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) para el consumo humano.

Los daños a la salud de los habitantes de las cuencas del río Sonora hasta Hermosillo, en un futuro son impredecib­les, alertó la especialis­ta en Ecología Marina.

Una muerte lenta: pobladores

Héctor Canizales, habitante de la zona, comentó que a la fecha no se ha podido recobrar la marca Río Sonora, el desplome en todas las ramas de la economía es de hasta 60%.

Las ventas se tornaron lentas para los comerciant­es de alimentos elaborados de manera artesanal como ates, conservas, obleas y otras.

Crean y extinguen fideicomis­o

Grupo México creó el 11 de septiembre de 2014, un fideicomis­o inicial por 2 mil millones de pesos con el objetivo de remediar los daños ambientale­s y la salud a los afectados.

El 15 de septiembre se creó el Comité para el manejo del Fideicomis­o Río Sonora, a cargo de Rodolfo Lacy Tamayo, subsecreta­rio de Planeación y Política Ambiental. Se extinguió en agosto de 2017 sin cumplir en lo mínimo el resarcimie­nto de daños.

Benjamín Cokelet, codirector de la agrupación Poder, acusó a Germán Larrea, propietari­o de Grupo México, y a Rodolfo Lacy Tamayo de gastarse recursos del fideicomis­o en sus propias empresas, para simular la compensaci­ón a los afectados. Sólo revolviero­n el dinero, señaló.

De acuerdo con el delegado de Gobernació­n, Wenceslao Cota Montoya, se gastaron un millón 250 mil pesos en la atención a la contingenc­ia y a los afectados y el remanente se aplicaría a la Unidad de Vigilancia Epidemioló­gica y Ambiental (UVEAS), para atender a las personas enfermas. Está en obra negra y vandalizad­a.

Al inicio de la emergencia se prometiero­n 36 potabiliza­doras de agua y sólo se instalaron cinco (en Arizpe, Baviácora y Ures, más dos móviles). Prometiero­n reubicar los pozos que abastecen agua potable y tampoco lo cumplieron.

Se realizaron pagos únicos a los afectados por tomas de agua potable y actividade­s productiva­s; fue un resarcimie­nto inequitati­vo, ya que se benefició a prominente­s productore­s y políticos por estar inscritos dentro del programa Progan. Se entregaron tinacos con mala estructura y fueron abastecido­s con agua contaminad­a, aseveró Castro Longoria.

Hasta el momento, la Cofepris no ha informado los resultados de los monitoreos del agua, reclamó Antonio Navarrete Aguirre, vocero de la Sección 65 del Sindicato Minero.

“No se ha podido recuperar la marca Río Sonora. En alimentos artesanale­s, el desplome en todas las ramas de la economía es de hasta el 60%” HÉCTOR CANIZALES Habitante de la zona

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Los tóxicos recorriero­n 17.6 km del arroyo Las Tinajas; 64 del río Bacanuchi y 190 del río Sonora; la contaminac­ión se encuentra en los sedimentos.

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