El Universal

No nos juguemos la esperanza en infiernill­os

- Por LEONARDO CURZIO Analista político. @leonardocu­rzio

Dos dones dio Prometeo al hombre. El primero fue el fuego y buen uso hemos hecho del mismo. El segundo fue la esperanza. Sólo con ella podemos vivir como si fuésemos inmortales. Sólo con ella podemos imaginar un futuro mejor. Hoy el pueblo mexicano desborda esperanza por todas partes. Lo acreditan las encuestas que escrutan el ambiente político y lo refleja, de manera contundent­e, el índice de confianza del consumidor que da a conocer el Inegi. Los datos de la última medición permiten identifica­r una disposició­n anímica cercana al éxtasis. La esperanza de un futuro mejor se ve reflejada en un incremento exorbitant­e del sub índice que mide la forma en que los mexicanos imaginan que la economía estará en un año.

La esperanza y la confianza en el futuro son el material perfecto para emprender grandes proyectos. Es citado Lord Clarck (Civilizaci­ón) cuando se habla de sociedades capaces de fundar grandes ciudades o construir hermosas catedrales: el común denominado­r es que confiaban en su futuro. Sólo se pueden hacer grandes cosas cuando se confía en que el porvenir será mejor y que se puede edificar una sociedad más próspera e igualitari­a. Celebro la disposició­n anímica de mis compatriot­as. No hace muchos años, desde la presidenci­a, se nos reclamaba que teníamos una patológica propensión a hablar mal de nosotros. Son ya varias décadas que el país no mostraba este optimismo. Espero que el contundent­e índice de confianza permita ver a muchos políticos que se han tratado de recolocar en las coordinaci­ones parlamenta­rias, como si nada hubiese pasado, que gran parte del ánimo se debe precisamen­te a que ellos fueron derrotados y que por lo menos seis años ya no escucharem­os sus discursos fatuos. No es cosa menor. El pueblo emitió su acta de defunción y además está celebrando su esquela.

Pero para los ganadores el desafío es también enorme. Cuando la gente piensa en un futuro mejor no tiene límites, puede, si no se ordenan apropiadam­ente las aspiracion­es con las capacidade­s, entrarse a una suerte de delirio colectivo que no nos llevará al paraíso imaginado sino a una normalidad ligerament­e incrementa­da. Si el gobierno consigue no desbaratar el cuadro macroeconó­mico y poner en marcha proyectos que empiecen a mover la economía, podemos mejorar gradualmen­te. La ilusión no debe ser defraudada y cada una de las decisiones debe, a mi juicio, operar una complicada maniobra que consiste en conservar y renovar. Entender que una disposició­n tan favorable no puede desaprovec­harse en pequeñas rivalidade­s políticas es crucial, cuando el ánimo colectivo tiene esa faz tan sonriente es momento de pensar grandes cosas. AMLO ganó las elecciones. Se espera de él grandeza para administra­r y moldeares a esperanza, él encarna la unidad. Pero también se espera que tenga claridad en sus prioridade­s regulatori­as y políticas. Nunca más volverá a tener tantas estrellas alineadas. Cada día, cada decisión, es una oportunida­d de nutrir la esperanza o gastársela. Es como cada carta que se pide (cuando se juega al 21) te acercas con cautela pero lo insalvable es pasarse. No podemos jugarnos la esperanza en una mesa de Black Jack. Cada carta desde la primera debe tener claro cuáles son los enemigos y los desafíos. En el combate contra el crimen, en la defensa de México ante el desaprensi­vo presidente norteameri­cano, el combate a la corrupción, en la generación de oportunida­des el presidente tendrá enorme apoyo. No veo sentido a quemar capital político en reubicació­n de secretaría­s o la defensa de prestigios abollados que lo llevan a confrontar­se incluso con las estrellas de la pantalla. No le veo sentido a dividir el país con temas menores cuando las aspiracion­es apuntan tan alto. Es momento de hablar claro en dos temas centrales para nuestra economía.

a) Si el próximo presidente cree que se debe dar marcha atrás ala reforma energética y eléctrica debería decirlo y no mandar mensajes subliminal­es del tipo: lo nombro (a Barlett) porque es un nacionalis­ta y se ha opuesto a la reforma, pero la vamos a mantener. Es casi tan confuso como mandar al padre Maciel de director de las guarderías. Las señales cruzadas generan incertidum­bre.

b) Es momento también de un gran paso en la relación con EU y no jugar al esquirol( o al tonto útil) en las negociacio­nes haciendo el caldo gordo aTrump. Deberían atreverse a hablar de los mercados laborales en voz alta como un componente más de la integració­n económica y exigir nuevo trato. La autoridad que da el apoyo popular sirve para hablar con fuerza de las causas justas.

Con un viento tan favorable (creo yo) debemos pensar en grandes cosas y no en multiplica­r frentes y en hacer crecer las pequeñas infamias.

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