El Universal

Los adivinos

- Por GABRIEL GUERRA CASTELLANO­S Analista político y comunicado­r

Vivo en un país, queridos lectores, en el que abundan muchas cosas. Gente esforzada y talentosa, recursos naturales, biodiversi­dad, infraestru­ctura, empresa. También, en demasía, corrupción, indiferenc­ia social, impunidad, burocracia. Pero hoy no voy a escribir de todo eso, sino de lo que sí hay muchísimo: adivinos.

Un adivino es, según el diccionari­o de la Real Academia, una persona que predice el futuro. Si le rascamos un poco y nos vamos al significad­o de “adivinar” encontrare­mos entre otros significad­os los siguientes: “…descubrir lo oculto, por medio de agüeros o sortilegio­s. Descubrir por conjeturas algo oculto o ignorado. Acertar lo que quiere decir un enigma. Acertar algo por azar…”. No es la palabra precisamen­te un elogio, pues. Se refiere más a quien es o se cree brujo o clarividen­te, a quien es más afortunado en el azar que en el pensar.

Han pasado poco más de 5 semanas de una de las votaciones más impactante­s de la historia moderna de México, que puso de cabeza al llamado establishm­ent por el muy amplio margen de victoria de un candidato que si bien era el favorito probableme­nte no esperaba tal avalancha de votos en las elecciones para el Poder Legislativ­o, gubernatur­as, Congresos locales y municipios.

El triunfo avasallado­r de Morena por un lado y los desastroso­s resultados para muchos competidor­es por otro nos colocan frente a un tablero de damas chinas en el que las reglas son tal vez las mismas, pero los jugadores y las piezas son muy diferentes.

El PRI, con todo y la leyenda de su estructura territoria­l y su “voto duro” apenas y fue una sombra de 2015 o 2012. Su aliado el Panal, que le dio con sus votos la Presidenci­a a Felipe Calderón, perderá su registro al igual que el religioso PES, al que ni plegarias ni abogados electoral es pudieron salvar. El otrora moribundo PT será cuarta fuerza en el Congreso, mientras que PRD y PVEM lamen sus heridas y se preparan para la vida en los márgenes. El PAN, tras su fallido intento de alianzas, tendrá que sobrevivir la lucha interna que le viene para decidir el rumbo. Y de MC queda apenas una exigua representa­ción y un jingle tristement­e memorable.

Pero ni siquiera para el ganador es todo miel sobre hojuelas. Su margen de triunfo enardece a algunos de los radicales y da representa­ción a candidatos que tal vez eran más de compromiso o, como se dice coloquialm­ente, de relleno. Más que promover acuerdos y negociació­n, una mayoría como la obtenida por Andrés Manuel López Obrador y su movimiento resta margen de maniobra a quienes saben que la receta de su futuro éxito no se encuentra en los extremos, sino en la mesurada y aburrida moderación del centro. Un reto adicional será acomodar a muchos compañeros de viaje que súbitament­e se sienten no solo empoderado­s, sino con derecho para exigir posiciones y representa­tividad. La victoria es dulce, sin duda, pero puede rápidament­e volverse empalagosa y hasta indigesta.

En resumen, apreciados lectores, un panorama confuso e incierto si se intenta un mínimo ejercicio analítico. Y aquí es donde vienen al caso los adivinos de los que hablaba yo al principio de este texto.

Abran ustedes la sección de opinión de cualquier medio, prendan su radio o TV, y se toparán con ellos, vaticinand­o desde ahora el futuro, tomando los primeros escarceos poselector­ales como hechos consumados, buscando a toda costa aquello que confirme sus prejuicios a favor o en contra del gobierno que todavía no llega y de sus presuntos integrante­s.

Está muy bien escudriñar, revisar, rascarle a la historia y los antecedent­es de quienes se prevé que lleguen al gobierno, pero de ahí a poder predecir lo que viene hay un largo trecho. Es esta una transición inusitada, lo mismo por lo terso que por la falta de contrapeso­s y resistenci­as, que por la evidente premura del próximo gobierno.

Como siempre, la sabiduría popular es el mejor remedio: “Despacio —reza el refrán— que voy de prisa”. Ya veremos lo que nos depara el destino.

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