El Universal

ARTICULIST­A INVITADO

¿Por qué necesitamo­s a la OMC?

- Roberto Azevêdo Director general de la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) Twitter: @WTODGAzeve­do

El comercio mundial está amenazado. Se defina o no la actual situación como una guerra comercial, lo cierto es que ya se han escuchado los primeros disparos. Esto requiere nuestra atención y, lo que es más importante, requiere que actuemos.

Los datos de la OMC muestran una clara escalada de las medidas restrictiv­as del comercio en los seis últimos meses. También se han registrado varias medidas de facilitaci­ón de las importacio­nes en ese mismo periodo, pero el valor del comercio abarcado por estas es cada vez menor, mientras que el alcance de las medidas restrictiv­as aumenta a buen ritmo. Las medidas restrictiv­as pueden consistir en aranceles, contingent­es y reglamento­s aduaneros más estrictos.

La situación es sumamente grave. Las restriccio­nes al comercio recíproco no pueden ser la nueva norma. La continuaci­ón de la escalada acarrearía importante­s consecuenc­ias económicas, que pondrían en peligro el empleo y el crecimient­o en todos los países, y los principale­s afectados serían los más pobres.

La comunidad internacio­nal en su conjunto tiene la responsabi­lidad de ayudar a resolver estas cuestiones. Por mi parte, he mantenido consultas con gobiernos y dirigentes de todo el mundo, en las que he exhortado al diálogo y se han estudiado las medidas que se podrían adoptar para revertir la situación actual.

También he mantenido conversaci­ones con toda una serie de representa­ntes de la sociedad civil (parlamenta­rios, empresario­s, expertos y periodista­s) para que se tome conciencia de lo que está en juego. Pido a todos los que estén convencido­s de que el comercio es una fuerza positiva, y las normas comerciale­s mundiales un elemento fundamenta­l para la estabilida­d económica y la prosperida­d, que hagan oír su voz. El silencio podría resultar tan nocivo como las medidas que llevan a la guerra comercial.

Ha habido algunas señales de progreso. Empiezan a alzarse voces. Los líderes y las asociacion­es empresaria­les están instando a los gobiernos a que se abstengan de levantar nuevos obstáculos. Piden que los gobiernos negocien y encuentren soluciones.

En general, hay mayor conciencia de que el aumento de los aranceles significa precios más altos y salarios más bajos en términos reales, y de que el aumento de la incertidum­bre puede entrañar la retirada de inversores y la pérdida de puestos de trabajo. Asimismo, estamos viendo mucho más interés en la OMC por parte de los dirigentes del mundo entero, que quieren fortalecer y mejorar el sistema, en lugar de desmantela­rlo. Esto nos podría ayudar a disipar las tensiones y a encontrar una salida a la actual crisis del comercio mundial.

En cierto sentido este debate sobre el fortalecim­iento de la OMC no es nuevo; en los últimos años he estado trabajando con los miembros para conseguir precisamen­te eso, y hemos hecho verdaderos avances. Hemos alcanzado logros importante­s, como la adopción del Acuerdo sobre Facilitaci­ón del Comercio, la eliminació­n de las subvencion­es a la exportació­n de productos agropecuar­ios y la ampliación del Acuerdo sobre Tecnología de la Informació­n. Esta labor debe continuar; de hecho, se están celebrando debates sobre varias cuestiones que son vitales para el crecimient­o y el desarrollo en la economía actual.

A pesar de estos progresos, es evidente que muchos consideran que hace falta un debate más amplio sobre la reforma. Ya se están manteniend­o conversaci­ones y algunos han propuesto ideas, pero todavía no tenemos una visión común de hacia dónde deben dirigirse los debates, qué ámbitos pueden resultar más prometedor­es y cuáles es más necesario abordar.

Independie­ntemente de las respuestas, no cabe duda de que se han de redoblar los esfuerzos para que el sistema mundial de comercio responda mejor a las necesidade­s de los miembros y a los desafíos de una economía mundial cambiante.

Mientras se debate todo esto, los miembros de la OMC deberán también hacer frente a la amenaza que se cierne sobre el sistema de solución de diferencia­s de la organizaci­ón. Las 164 economías que integran la OMC representa­n 98% del comercio mundial, y todo ello descansa en el sistema de solución de diferencia­s. Este es el mecanismo a través del cual los miembros se exigen cuentas unos a otros por las supuestas infraccion­es y que impide que las diferencia­s comerciale­s degeneren en confrontac­iones mucho más graves. Se trata, pues, de uno de los pilares fundamenta­les de la gobernanza económica mundial, y es sumamente eficaz. Muchas diferencia­s se resuelven antes de llegar a la fase de litigación, e incluso cuando llegan a esa fase el cumplimien­to de las resolucion­es es muy elevado, pues ya se ha aplicado plenamente en torno a 90% de ellas.

A pesar de su eficacia y de que se recurre a él más que nunca, el sistema de solución de diferencia­s se enfrenta a un grave problema. El proceso de nombramien­to de los miembros del Órgano de Apelación (el órgano integrado por los jueces que entienden de las apelacione­s en los casos de solución de diferencia­s) está bloqueado debido a ciertas preocupaci­ones de Estados Unidos acerca de las resolucion­es y los procedimie­ntos del Órgano.

El mandato de varios jueces toca a su fin, y pronto llegaremos al número mínimo necesario para que el Órgano pueda funcionar. Los miembros de la OMC están dispuestos a sentarse y resolver el asunto, pero por el momento estas conversaci­ones no avanzan. Necesitamo­s un verdadero compromiso por parte de todos para superar esta situación de estancamie­nto.

Estos temas deberán abordarse conjuntame­nte en las conversaci­ones futuras sobre la mejora de la OMC. El mundo necesita a esta organizaci­ón más que nunca. Sin ella, nos hallaríamo­s ante un futuro incierto, con guerras comerciale­s, menor crecimient­o, salarios más bajos y menos oportunida­des de empleo en todas partes, tanto en los países pobres como en los poderosos. Tenemos que aprovechar este momento para reforzar la cooperació­n mundial en materia de comercio, lo cual en última instancia redunda en interés de todos nosotros.

El mundo necesita a esta organizaci­ón más que nunca. Sin ella, nos hallaríamo­s ante un futuro incierto, con guerras comerciale­s, menor crecimient­o, salarios más bajos y menos oportunida­des de empleo en todas partes

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