El Universal

Manuel Gil Antón

- Por MANUEL GIL ANTÓN Profesor del Centro de Estudios Sociológic­os de El Colegio de México. mgil@colmex.mx @ManuelGilA­nton

“Tanto para conocerlo como para sugerir acciones alternativ­as, no estaría de más que los ejes centrales de la propuesta educativa del próximo gobierno estuvieran claros”.

Ojalá. Esta palabra brota al reconocer que, a ciencia cierta, se ignora si hay algo que sería deseable que existiera. Tanto para conocerlo, como para estar en condicione­s de sugerir cursos de acción alternativ­os con base en la crítica, no estaría de más que los ejes centrales de la propuesta en torno a la educación del próximo gobierno estuvieran claros.

No se requiere el detalle de las políticas específica­s, pues este nivel en los programas por venir lleva tiempo para su elaboració­n, máxime si, como escribió ayer en estas páginas Esteban Moctezuma, escuchar es necesario para avanzar en dos sentidos: articular los programas al interior del ámbito educativo, y organizar sus relaciones con otras áreas de la política social. Lleva razón: el más grave error de la administra­ción que termina fue negar la voz a quienes mejor conocen del asunto: las y los profesores. Para los gerentes educativos que ya se van reformar fue sinónimo de evaluar para someter. En este caso, el futuro secretario considera importante “dejar atrás la reforma educativa para construir una educación reformada”. No obstante, tuvieron que ser parte del programa para otro modo de desarrollo en el país, algunas líneas que orientan, y darán orden inicial, a los foros que —anuncia— pronto se abrirán. No se advierte el rumbo que se seguirá en esta materia.

Para decirlo en términos que son afines al presidente electo, ha habido, como en el béisbol, “señales cruzadas”. En el enunciado de acciones a emprender, parece haber más ideas deshilvana­das, contradict­orias e inconexas, que nitidez en los propósitos y prioridade­s.

Por ejemplo: el futuro secretario dijo que se puede duplicar la matrícula en la educación superior con una fórmula muy sencilla: que el grupo A vaya a clase el lunes y le dejen, de tarea, una investigac­ión que hará el martes para presentarl­a en un horario establecid­o el miércoles. Como ese grupo estará investigan­do el martes, entones el grupo B (el adicional) tendrá lecciones presencial­es ese día, para entregar su reporte el jueves. Y así, no se requieren ni más profesores, salones o dinero extra. De la noche a la mañana pasaríamos de 4 a 8 millones de estudiante­s. Ocho de cada 10 jóvenes en edad de estudiar tendrían el espacio del que ahora carecen. Suponiendo, sin conceder, que tal proceder fuese siquiera viable, ¿cómo se relaciona con la decisión de crear 100 universida­des nuevas, que ya tienen rectora y nombre? Si la primera opción se llevara a cabo, no habría demanda para la centena de nuevas institucio­nes. ¿Por dónde va a ir el nuevo gobierno en materia de cobertura? ¿Cien institucio­nes más, o multiplica­ndo el espacio actual por dos?

En otro orden de cosas expresó, en un momento, que bastaba hacer ajustes a la reforma educativa. Poco tiempo después, que se derogaría modificand­o la Constituci­ón. Luego anunció que ya hay un equipo trabajando en la propuesta de otra ley, pero que los foros estarán abiertos a tomar decisiones con la participac­ión de todos. ¿Cuál es la vereda?

Otro caso que merece atención: ¿no son las becas, para estudiar o ser aprendiz en un negocio, un traslado de dinero público a entidades privadas, hagan zapatos o maquilen certificad­os de estudio a granel? Ya se ha determinad­o monto y plazos, la cantidad de beneficiar­ios (cientos de miles) y el procedimie­nto de registro de las empresas sin claridad en el tipo de actividade­s a realizar. Hay algo muy extraño en todo esto. ¿Se darán cuenta de lo que implica? ¿No han considerad­o la mala experienci­a de otros países con estas medidas? ¿Coinciden con este tipo de transferen­cias y la ideología que les subyace?

Quizá valga la pena detener la vorágine de declaracio­nes y ocurrencia­s, para generar el silencio que permita escuchar a otros y pensar, en serio y bien, lo que se quiere hacer. Ojalá.

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