Agradecido y feliz con la vida
Son las dos de la mañana y todavía no puedo dormir. Sin embargo, esta vez no es una queja, sino una alegría que me sigue robando el sueño. Como les conté hace algunas semanas, el Senado de la República me honró por conducto del senador Marco Antonio Blásquez Salinas para recibir un reconocimiento a mi trayectoria en la cobertura del deporte motor en nuestro país.
La vida da muchas vueltas y jamás me imaginé que, cuando trabajabamos en el periódico EL UNIVERSAL, fuera a recibir de sus manos un reconocimiento tan importante como el que humildemente acepté. Al senador lo conocí hace muchos años cuando él trabajaba en la sección deportiva.
Sin querer sonar presuntuoso o pesado, les cuento que mi trayectoria en la cobertura del deporte de la velocidad es de casi 60 años. He sido parte de los momentos más importantes del automovilismo nacional e internacional con historias, experiencias y momentos que no cambiaría por nada.
Recuerdo que mis primeros pasos en este amado deporte fue cuando estudiaba dos carreras: una para ser profesor normalista y la otra, para ser abogado. Sin embargo, mi padre, Félix Sánchez me inculcó el amor a los motores, el olor a gasolina y la velocidad.
Yo lo acompañé en muchas ocasiones cuando él competía en el Autódromo de la Balbuena, ubicado en contraesquina del aeropuerto de la Ciudad de México, y ahí se ubicaba una pista en forma de óvalo. Mi padre manejaba un Dodge 1947 y, de ver su pasión y entrega, nació mi amor por el automovilismo.
Pasaron los años y yo ya estaba en la Facultad de Derecho de la UNAM cuando me enteré que, junto a la UNAM, existía un óvalo de tierra en Copilco donde se organizaban carreras de naturaleza casi clandestina.
Ya para entonces tenía noticias de los hermanos Pedro y Ricardo Rodríguez, a quienes conocí por primera vez en dicho lugar. Me sorprendió su talento y, aunque quise seguirles el paso de manera recurrente, me di cuenta que no había la suficiente información en los medios de comunicación de entonces.
Años más tarde empecé a hacer mis primeros comentarios del deporte motor en Radio13, donde inicié con pequeñas participaciones para más tarde, adentrarme por completo en la narración de distintas carreras de autos.
Eran muy pocas en ese entonces. Sin embargo, tuve la oportunidad de conocer al entonces Presidente Adolfo López Mateos. Él tuvo gran responsabilidad en brindar los elementos necesarios para que se organizara el primer Gran Premio de México en 1962, donde lamentablemente Ricardo Rodríguez perdió la vida.
También estuve presente en la segunda etapa del Gran Premio de México, en 1986, con el apoyo de los ingenieros José y Julián Abed. Lamentablemente, en ese entonces no teníamos ningún piloto mexicano en la parrilla de conductores, y muchos problemas de desorganización y temas políticos hicieron que se interrumpiera la vida de este deporte.
Afortunadamente, tengo vida para decir que he gozado con plenitud la tercera y actual etapa de Grandes Premios en México, donde hemos tenido la dicha de ver un evento espectacular con la participación de Sergio Pérez en la pista y con carreras emocionantes que hasta nos han dejado ver cómo un piloto se consagra como campeón de esta competencia.
Más tarde, ese mismo día, recibí otro reconocimiento en ABC Radio que me hace confirmar que me queda mucha pista por recorrer con toda la fuerza y velocidad para brindar mi vida a la cobertura de lo que más disfruto: la cobertura de toda clase de deporte motor.
Agradezco a todos los involucrados en este par de reconocimientos y, humildemente, señalo que ustedes, los lectores y audiencia, son los más importantes en mi profesión. Me despido. Nos leemos la próxima semana, les deseo un excelente fin de semana y recuerden, ¡hagan de su automóvil un deporte, no un peligro! Reconocido