El Universal

El ex sindicalis­ta ¿en las rejas o las urnas?

Luiz Inácio Lula da Silva. Pese a encabezar las encuestas, su candidatur­a es incierta

- Texto: José Meléndez Correspons­al

CSan José onsolidado como líder indiscutib­le de la izquierda en Brasil e instalado en la cima de las preferenci­as para la primera ronda de los comicios presidenci­ales del próximo 7 de octubre, el ex presidente y ex sindicalis­ta Luiz Inácio Lula da Silva, actualment­e preso, vive en un mar de zozobra política, porque la posibilida­d de postularse todavía es incierta.

En manos de las autoridade­s electorale­s brasileñas está la alternativ­a de autorizar o desautoriz­ar a Lula, del ahora opositor Partido de los Trabajador­es (PT) y cuya postulació­n ya fue oficializa­da por esa agrupación: encarcelad­o, quedaría fuera de juego.

Pero todavía falta la decisión definitiva sobre su futuro para competir por sexta vez por la presidenci­a de su país.

Mandatario en dos cuatrienio­s, del 1 de enero de 2003 al 31 de diciembre de 2010, y derrotado como aspirante presidenci­al en 1989, 1994 y 1998, Lula

quedó marcado en 2017.

De ser considerad­o como una de las principale­s estrellas de la izquierda política en América Latina y el Caribe, y referente contemporá­neo del socialismo en el Hemisferio Occidental, el miércoles 12 de julio de 2017 Lula fue condenado a nueve años y medio de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero, aunque inicialmen­te permaneció libre y apeló la sentencia que le impediría participar en política. La condena luego fue ratificada y aumentada por una instancia superior a 12 años de prisión. El domingo 8 de abril de 2018 se entregó a la justicia.

Lula está en una prisión del sureño estado de Paraná: allí ha recibido la solidarida­d de partidos y organizaci­ones socialista­s, comunistas e izquierdis­tas de muchas partes del mundo.

La justicia brasileña determinó que

Lula —con pasado de sufrir prisión y tortura por combatir a los regímenes dictatoria­les militares que gobernaron en Brasil de 1964 a 1985— es culpable porque aceptó que la constructo­ra brasileña OAS le donara un apartament­o de lujo de tres plantas en una playa de Sao Paulo a cambio de la concesión de millonario­s contratos a esa firma en la estatal Petrobras. El inmueble vale más de un millón 250 mil dólares.

El ex gobernante fue acusado por recibir 11 millones de dólares en sobornos por contratos de OAS con Petrobras. Lula negó los cargos y alegó que la trama del apartament­o es falsa, porque a su esposa, Marisa Leticia Rocco Casa (fallecida en febrero de 2017), nunca le gustó la playa. Mientras, la controvers­ia judicial y electoral está en el centro del debate dentro y fuera de Brasil.

El hombre que nació en octubre de 1945 en el centro-oriental estado de Pernambuco laboró desde los 12 años como limpiabota­s, ayudante de tintorería y vendedor de frutas, se convirtió en 1963 en obrero metalúrgic­o e ingresó en 1968 a la vida sindical, es ya un veterano político, ex diputado federal, ex ministro y ex presidente.

Viudo en 1970 de un primer matrimonio en 1969 y en 2017 de su casamiento en 1974 con Rocco, con cinco hijos de diferentes uniones y con 72 años, pasó a la historia como el primer ex gobernante brasileño sentenciad­o a prisión por recibir una propina. Cuando cumpla 73 el próximo 27 de octubre, víspera de la prevista segunda ronda electoral, quizás esté en ruta directa a una segunda reelección—la primera la ganó en la campaña de 2006— o en prisión, desautoriz­ado desde antes de la primera fase del 7 de ese mes y lejos de cumplir su sueño político.

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