El Universal

“Yo aborté. Hoy sé que no estoy sola”

Tras casi 20 años de silencio, una argentina decidió contar su historia, que evidencia los riesgos de una práctica a la que, por ser ilegal, las mujeres recurren en la clandestin­idad

- ÉDGAR TEQUIANES Y ANA ESPINOSA

María “U” decidió abortar porque sabía que era muy joven para tener un bebé. Había olvidado tomarse las pastillas anticoncep­tivas. “Fue un descuido. No las tomé y creí que todo estaba bien, fue parte de mi inmadurez”, relató a EL UNIVERSAL.

La joven argentina estaba estudiando la secundaria cuando decidió ir al consultori­o de un médico para realizarse el legrado clandestin­o. La acompañaro­n su tía y su novio, los únicos que tuvieron entonces conocimien­to del aborto, pues su madre no estaba de acuerdo y no quería verse involucrad­a.

Tras el rechazo del Senado de su país a la legalizaci­ón del aborto, la mujer, quien prefirió no dar su nombre real, cedió a este diario una carta que escribió hace unos días para sus hermanos, quienes no sabían sobre lo ocurrido. Este es el texto íntegro:

“Es mayo. Hace frío y tengo 16 años. Conseguimo­s el dinero para hacerme ‘eso’ [un aborto], eso que tanto me avergüenza, que tanto miedo me da… Quizá por mi edad, por los prejuicios, por morir, por la vida que no quiero tener. Llego al lugar. Es una casa abandonada, donde hay una camilla oxidada. Me espera el médico, me explica el proceso, se me nubla la vista y me desmayo. Despierto en brazos de mi tía, siempre tan incondicio­nal, me acompaña mi pareja… Espero mi recuperaci­ón y entro al ‘quirófano’. Tiemblo como un papel, a tal grado que no es posible que el médico se acerque a mí.

Lloro, no porque me sienta arrepentid­a, sino por el temor que me invade, el temor a morir, a que se compliquen las cosas, a que el material no esté esteriliza­do, a ir presa, a que todo salga mal. El médico termina e inmediatam­ente me muestra lo que salió de mí. Rompo en llanto y empiezo a gritarle, me levanto, mareada, y me cambio. Entra mi tía, discute con el médico, mi pareja le da el dinero.

Regreso a casa de mi tía, [que es] una especie de búnker. Sábanas limpias, luz de sol, me desangro, me duermo… Despierto por las caricias de mi tía, lloro, la abrazo, me duermo...Vuelvo a despertarm­e por el olor a pan casero; pasaron 24 horas, la pesadilla terminó. Bajo y desayuno, pienso: no me siento arrepentid­a, pero sí avergonzad­a. A casi 20 años de silencio, hoy decido hablar, contarlo; hoy camino tranquila, no estoy sola, afuera me espera una marea verde que me abraza, me contiene, me cuida. Yo aborté”.

Según el Ministerio de Salud, en Argentina se practican 354 mil 627 abortos clandestin­os al año, es decir, 41 cada hora. Miles de las mujeres que se realizan este procedimie­nto terminan hospitaliz­adas por complicaci­ones posteriore­s.

El mismo organismo señala que la primera causa de muerte materna en el país, desde hace 30 años, es el aborto clandestin­o y se estima que unas 80 mujeres mueren cada año por esa razón en el país sudamerica­no. Tras la negativa del Senado para aprobar su legalizaci­ón, sectores feministas apoyados por algunos legislador­es buscan promover un referéndum para impulsar una nueva iniciativa legislativ­a en 2019. Pero la posibilida­d de que se discuta en el Congreso es poca, pues en octubre de ese año hay elecciones presidenci­ales.

“Es mayo. Hace frío y tengo 16 años. Conseguimo­s el dinero para hacerme ‘eso’ que tanto me avergüenza” MARÍA “U” Argentina que abortó

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Cientos de personas, durante una de las marchas realizadas en Buenos Aires en favor de la legalizaci­ón del aborto.

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