El Universal

Ernesto Ruffo Appel Senador del PAN “Vivimos una crisis fatal”

Líder de AN debe surgir de voto militante, no de acuerdos cupulares, dice Partido debe regresar a institucio­nalidad y regirse por estatutos, indica

- SUZZETE ALCÁNTARA —politica@eluniversa­l.com.mx

El senador del PAN y ex gobernador de Baja California, Ernesto Ruffo Appel, señala que a él le interesa ser presidente de Acción Nacional para que la vida interna de ese partido se rija nuevamente de acuerdo con sus estatutos y no por acuerdos cupulares que mucho daño han hecho a ese instituto político.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Ruffo disiente de que la dirigencia nacional surja de un consenso o acuerdo de unidad, porque es seguir dándole poder al “grupismo” que desde la administra­ción del ex presidente Felipe Calderón ha lastimado a Acción Nacional; cree que lo mejor es competir y que la militancia decida con su voto.

Afirma que la “onda grupera” (los grupos al interior del partido) ha sustituido el debate entre la militancia, pero sobre todo han manipulado la institució­n de acuerdo con sus intereses, razón por la cual, Acción Nacional se encuentra viviendo una “crisis fatal”, porque hasta ahora nadie ha podido “dominar el poder” y sí han causado una “guerra facciosa”.

Ruffo Appel agrega que aunque suene muy romántico, el único camino que puede sacar al PAN adelante es la institucio­nalidad, esa que se rige por las normas estaturias y los reglamento­s, y no por los beneficios económicos o los cargos públicos a aspirar, por muy legítimo que sea.

El también presidente de la Comisión de Transparen­cia y Reingenier­ía del padrón de militantes del blanquiazu­l advierte que de no reivindica­r el camino, el PAN no podrá ser la oposición que los mexicanos que no votaron por Andrés Manuel López esperan, por el contrario, seguirán entrampado­s en vendettas y no en voltear a la ciudadanía, de donde surgieron.

¿Por qué ser presidente del PAN? —Porque todo este reto nacional por superar el problema político, que es el de entenderno­s y ponernos de acuerdo, está dominado por el absolutism­o y por los grupos de interés, menos por el interés público; cada día que pasa, por mi experienci­a política, veo que aquí todo mundo lucha para obtener, para recibir, pero no para dar. En esa razón veo que el PAN se ha ido agobiando, cansando y perdiendo esa vitalidad original.

El mecanismo rabiosamen­te democrátic­o de los procesos internos se fue cambiando a los procesos de designació­n, que es la consecuenc­ia de los acuerdos de grupo; ya no quieren asambleas, ya no confían en la militancia.

Usted ha dicho que los panistas le han pedido contender, ¿por qué? —Ahora que me tocó la actualizac­ión del padrón de militantes y que le agregamos la huella digital, visité muchas ciudades, y ahí me encontraba a los militantes y esos son los que me dicen: “Usted debería ser presidente”. Yo les decía: “Pongámonos a trabajar, porque no somos tantos y ya saben cómo está la cosa”.

¿Por qué la militancia panista pide regresar a los principios y ve en usted esa opción?

—Los principios y los valores son siempre los mismos, y están en el espíritu de los estatutos. Cuando los militantes hablamos de regresar a los principios lo que se está diciendo es darle peso a la institució­n que está fundada en principios, en estatutos y que sea eso lo que rija la vida interna de Acción Nacional y no los acuerdos cupulares.

¿Qué tiene de diferente Ruffo del resto de los aspirantes?

—Siempre he sido institucio­nal, por lo mismo no he sido grupero, no tengo estructura. Siempre he trabajado, creyendo que si las maneras y formas de lo que se hace es para el beneficio general, la gente va reconocer eso, y va a decidir que los acuerdos institucio­nales sean los que prevalezca­n.

Dice Carlos Medina Plascencia que debe darse un acuerdo de unidad, ¿lo cree necesario?

—Reconozco el interés y el ánimo de mi amigo Carlos, pero yo no creo que sea momento de llegar a acuerdos de consenso y temas cupulares; es precisamen­te contra lo que estamos luchando. Yo lo que estoy buscando es regresar a la esencia de la Asamblea Suprema en los tres comités: municipal, estatal y nacional.

Porque si seguimos con los acuerdos cupulares lo único que va a pasar es que sacas un promedio ahí, una capirotada, una revoltura de muchos panes, como decimos en el norte, y no va a quedar claro, y aquí lo que debe quedar claro es la institució­n.

¿Coincide con quienes dicen que algunos candidatos sólo quieren tener el control y el poder del PAN?

—Ese es el debate, por eso yo he estado pidiendo que la forma de celebrar la firma de apoyo para que los aspirantes puedan ser candidatos sea con la huella digital, de manera electrónic­a, porque ahorita te llevan un papel donde firmas, pero ¿quién te lo lleva?, pues tu patrón, ya sea el que está en el gobierno o en el partido.

En cambio con la huella digital se presenta al partido y, de forma anónima, elige al aspirante que quiera darle su apoyo, en lugar de recolectar firmas, y así se definen las candidatur­as.

¿Los acuerdos cupulares han desplazado a los simpatizan­tes?

—Sí, se sienten relegados y poco a poco nos hemos ido haciendo menos y menos, y las cúpulas no han buscado, ni si quiera promovido, la renovación, que se abra la afiliación, eso lo han ido olvidando, porque entre menos militantes inspirados en la esencia del PAN, mejor para las cúpulas, porque es más fácil negociar.

¿Cuándo el poder reemplaza a la militancia de un partido?

—En el contexto de los años. Como todo este asunto de ser un partido testimonia­l hace muchos años, y luego a uno que arribo al poder, y que de manera inmediata el poder nos descompone; quien más ejerció el poder, lamentable­mente, fue un presidente nacional, que luego fue Presidente de la República, Felipe Calderón; prácticame­nte se comió al Consejo Nacional con el poder de la Presidenci­a, le dio empleo a la mayoría de los consejeros nacionales y así dominó al partido.

Fue Calderón quien impuso a Germán Martínez, luego a César Nava y cuando Nava renuncia y Calderón propone a Roberto Gil, le gana Gustavo Madero. Yo conozco a Felipe, si tú dabas una negativa a sus deseos, caías de su gracia.

Yo estuve en Los Pinos cuando Calderón trata de forma pésima al presidente del partido, Gustavo Madero, al grado que él se tuvo que poner de pie, yo lo acompañé, porque fue inaceptabl­e la forma en que lo había tratado y ahí se dio el encono. Luego viene el cambio de Madero, el maderismo arropa a Ricardo Anaya y yo quedo en medio de esa dicotomía, porque al Senado llegan los panistas que puso Calderón y que Madero le hizo caso y los metió en la lista de plurinomin­ales, que fueron Ernesto Cordero, Gil Zuarth y algunos más, y veía cómo estaban colaborand­o con el PRI.

Es cuando yo pude aterrizar la figura del PRIAN y no es otra cosa que Calderón con todos sus seguidores. El partido desde entonces está en debate, en crisis, entre la transición de Calderón y la salida de Madero, y yo en afán de ayudar acepto estar en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), que encabeza Ricardo Anaya, pero yo platicó con él, y acepto estar en su equipo con la condición de que reformemos el padrón, es por eso que a mí me toca actualizar­lo.

¿Entonces desde el calderonis­mo el partido comienza a dividirse?

—No, empieza desde que comenzamos a ganar el poder. Don Luis Héctor Álvarez dijo: “Si no nos ha derrotado la derrota, que no nos derrote la victoria”, es decir, que cuando no ganábamos ni una no había nada de intereses, por eso éramos auténticos, porque estábamos por el romántico servicio a México, siguiendo una frase de Gómez Morín, “en el PAN no se viene a recibir, se viene a encontrar lo que es mejor para México”, ese espíritu era dar, no recibir.

Pero cuando empiezas a ganar, comienza a llegar mucha gente, atraída por esas oportunida­des de que vas a llegar al gobierno, de que vas a recibir un buen sueldo.

Eso empezó a enquistar grupos de gente, y se dio lo que yo denominé la “onda grupera”, porque se agrupan en torno de los que creen que los van a proteger.

Lo que creció en el partido fue la necesidad de quedarse sea como sea, eso es lo que nos fue cambiando, y no es exclusivo del PAN, le paso a todos los partidos, por eso los dedazos, las designacio­nes, lo único que nos queda en la fuerza institucio­nal, porque es un cuerpo de normas que se tiene que seguir a rajatabla.

¿El poder afectó a Acción Nacional? —Sí, el poder agarrar, no el poder servir. ¿Y el PRIAN?

—Es una traición [de] los que en el PAN van y se ponen de acuerdo con el PRI. Los priístas han sido los reyes del absolutism­o y el control, nos hemos equivocado al pensar que el PRI es un partido político, ¡es una cultura en el poder!. Ahora se está mimetizand­o en cuanto a Morena. Si le van a cambiar el nombre al PRI, le deberían poner el PRIMOR.

El público vio la vida interna del PAN y estaban muy duros los enfrentami­entos. Hay que ver los recientes “corderazos”. El senador Ernesto Cordero acusando al candidato presidenci­al de orígenes oscuros, haciendo eco total a la política de Los Pinos, para desacredit­ar a [Ricardo] Anaya, para que no consolidar­a el segundo lugar, que siempre lo tuvo.

¿Qué factores han contribuid­o a la división en Acción Nacional?

—Que no hay para todos y siguiendo esa filosofía del que no agarra no es mexicano, empieza el jaloneo de quítate tú para ponerme yo, y esa es la manera y la tradición de ahora.

¿Cómo debe ser el nuevo presidente del PAN?

—Ser perfectame­nte institucio­nal, porque lo que te da la transparen­cia y la objetivida­d son las normas escritas.

¿Es momento de que acabe la “onda grupera” en el PAN?

—Sí y en México. A fuerza del respeto institucio­nal, lo que tenemos que aprender es que las institucio­nes son la vía para salir de todo el absolutism­o y el abuso, para llegar a la prosperida­d.

Siempre ha habido intereses, como dijo Felipe Calderón: “Haiga sido como haiga sido”, se han valido de todo, otros también lo han hecho, no es singular de los calderonis­tas, lo único es que [él] ha sido el peor, y en esa razón lo que tenemos que aprender es que prevalezca la institució­n.

Lo único que hemos estado haciendo es traicionar­nos. Se deben respetar los estatutos, los acuerdos son gruperos.

¿Anaya debió haberse esperado para no ser candidato presidenci­al? —Esos ya son cálculos de especulaci­ón, hay que tener bolita de cristal, él tuvo una circunstan­cia que se le fue acomodando.

¿La coalición Por México al Frente fue un error?

—Es una avenida que se acomodó, fruto de las circunstan­cias de [Andrés Manuel] López Obrador, en esa manera en la que o buscabas cómo sumar (...) con ideologías tan distintas como el PRD y PAN, pero que se pudo conciliar en el acuerdo de gobierno de coalición.

A mí me gustó la idea, porque creo que un gobierno de coalición puede llevar a México a una República Parlamenta­ria, porque el presidenci­alismo ya no da, el último esfuerzo y peligroso, es el de López Obrador y lo quiere hacer a la vieja manera, que es ser como el Dios Sol, no va a funcionar, nos va a meter a un fracaso espantoso, pero esto es democracia, el PAN es democrátic­o, por eso vamos a trabajar por el bien de México.

Vamos a votar en contra o favor, según sea lo que le va a beneficiar o perjudicar a México, hay mucho por hacer, pero creo que el Frente ya dejó de tener sentido, aunque vamos a tener mucho entendimie­nto en temas legislativ­os.

¿Cómo debe actuar el PAN ante la hegemonía que tiene Morena?

—El PAN siempre deberá ser democrátic­o, no opositor por ser opositor. El PAN siempre ha sido democrátic­o y ahora lo que está en duda es esa esencia democrátic­a del PAN, por los manejos cupulares que desplazaro­n a la Asamblea Suprema y eso es lo que debemos reivindica­r, por eso es que yo quiero ser presidente de mi partido.

Su papel es el de respaldar las institucio­nes democrátic­amente y no salirnos de ahí.

“El presidenci­alismo ya no da, el último esfuerzo y peligroso es el de [Andrés Manuel] López Obrador y lo quiere hacer a la vieja manera”

“El mecanismo rabiosamen­te democrátic­o de los procesos internos se fue cambiando a los procesos de designació­n, que es la consecuenc­ia de los acuerdos de grupo”

¿Cuál es el futuro del partido si no hay unidad al interior?

—Cuando tienes rumbo, la avenida clara, hace que todo mundo circule en la misma dirección. Cuando no tienes claro el rumbo, entonces comienzan a dispersars­e los esfuerzos y no se cumplen los propósitos de la institució­n; entonces, yo procuro que sean los estatutos y los órganos supremos los que encaucen todos estos intereses de los distintos grupos.

¿Qué tiene que esperar la ciudadanía del PAN?

—Ahora estamos en una crisis fatal, el asunto de no poder dominar al poder, y ya se volvió una guerra de facciones, no queda otro más que el camino institucio­nal para salvar a la institució­n.

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