El Universal

Carlos Loret de Mola

El otro favor que le pide AMLO a Peña Nieto El reloj corre. Hay prisa de los dos lados del Río Bravo. De Estados Unidos, porque se agotan los tiempos legislativ­os. De México, porque el gobierno entrante no quiere recibir en herencia un TLC no renegociad­o

- historiasr­eportero@gmail.com

Todas las señales que ha enviado Andrés Manuel López Obrador son en el sentido de que avala la renegociac­ión del TLC que encabeza el actual gobierno. Parece claro que quiere tener ese asunto resuelto antes de tomar posesión. Su representa­nte en los cabildeos, Jesús Seade, es testigo y aval y, a decir de todas las fuentes consultada­s, no se entromete ni obstaculiz­a. Más bien toma nota y aprueba.

La buena relación AMLO-Trump ha dado un reimpulso a las pláticas y se ha avanzado sustancial­mente en varios de los temas. Dos ejemplos claros son dos de los expediente­s más polémicos: de acuerdo con las mismas fuentes, en lo que tiene que ver con la “regla de origen” del sector automotriz, los arreglos México-Estados Unidos están avanzados al 90% aproximada­mente y en lo que toca a propiedad intelectua­l (un tema fundamenta­l para nuestros vecinos, del que casi no se había negociado nada) las cosas van al 80%.

Sin embargo, los asuntos tóxicos para México, los que no parece estar dispuesto a aceptar, están aún sobre la mesa: estacional­idad, solución de controvers­ias y cláusula ocaso.

La expectativ­a en la delegación mexicana, me cuentan, es que esta misma semana, entre miércoles y jueves, Estados Unidos dé señales claras de que, habiendo llegado a un acuerdo en lo de las reglas de origen automotriz, está dispuesto a ceder en los otros tres puntos que son intransita­bles para México. Se sabrá desde Washington. Entonces, si todo sale a pedir de boca, Canadá se incorporar­ía el viernes. Y a ver con qué actitud lo hace en caso de que vea que sus dos socios están prácticame­nte arreglados entre sí.

El reloj corre. Hay prisa de los dos lados del Río Bravo. De Estados Unidos, porque se agotan los tiempos legislativ­os para que la actual composició­n de las cámaras —con mayoría del Partido Republican­o— avale rápidament­e el TLC 2.0. De México, porque el gobierno entrante no quiere recibir en herencia ese problema. Además, porque ambas partes saben que si en agosto no se da un apretón de manos, la renegociac­ión retrocede casi hasta el punto de partida: en Estados Unidos por la fortaleza del Partido Demócrata en caso de que, como se prevé, gane la elección legislativ­a de noviembre y se quede con el control de las cámaras; y en México porque, habiendo tomado posesión, López Obrador podría establecer una nueva agenda de prioridade­s en torno al TLC. Ambos riesgos los conocen los países involucrad­os en la renegociac­ión.

Los mercados observan atentament­e. Listos para apretar el botón.

SACIAMORBO­S. Pedro Aspe, una de las figuras económicas nacionales cuando se fundó el TLC hace 25 años, decía que en los momentos más difíciles de su concepción, solían recordar que “nada está negociado hasta que todo está negociado”. Es decir, se puede hablar de avances en los temas espinosos y de acuerdos en muchos capítulos del Tratado, pero todo eso se puede ir al caño en un instante si no se llega a una firma final.

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