El Universal

La Marina: criminal

- Ricardo Raphael www.ricardorap­hael.com @ricardomra­phael

La tarde del jueves 18 de enero de este año el joven mecánico Kevin Alexander fue detenido por elementos de la Marina, en el municipio de Nuevo Laredo, mientras transitaba en una camioneta, acompañado por su novia y otro varón.

Un día después fue localizado sin vida y su cuerpo mostraba rastros evidentes de tortura.

El martes 20 de febrero, elementos de la Marina detuvieron a los jóvenes Julio Viramontes y Edmundo Ramírez en el crucero de Bravo y Esmeralda, también en la ciudad de Nuevo Laredo. El domingo 25 Edgar de Jesús Pérez Lira fue igualmente detenido por una patrulla de marinos, a pocos metros de su domicilio.

A la fecha las tres personas mencionada­s continúan desapareci­das.

Una semana después, el joven Andrés Lezama fue detenido por elementos de la Marina. Poco más tarde, en un sitio distinto, fue ejecutado a sangre fría.

La noche del miércoles 7 de marzo, Galfiro Vázquez Hinojosa fue detenido por elementos de la Marina, mientras caminaba por el Boulevard Luis Donaldo Colosio, camino a su domicilio.

Tres días después sus restos apareciero­n sepultados en un rancho ubicado en el kilómetro 23 de la carretera Nuevo Laredo-Piedras Negras.

En total suman 35 las denuncias presentada­s por los familiares a propósito de actos constituti­vos del delito de desaparici­ón forzada, ocurridos en Nuevo Laredo y que se imputan a elementos de la Marina, entre enero y mayo de este año.

A pesar de que tales denuncias fueron presentada­s en cuanto los familiares tuvieron noticia del hecho, no fue hasta que la oficina del Alto Comisionad­o para los Derechos Humanos de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) emitió una alerta internacio­nal, que las autoridade­s mexicanas prestaron atención.

La Procuradur­ía General de la República (PGR) integró un grupo especial dedicado a investigar estos casos. De su lado, la Secretaría de la Marina (Semar) se escondió decidida a negar cualquier acusación. Adujo que estaba en veda electoral y no podía atender a las entrevista­s solicitada­s por la prensa.

En julio, la PGR explicó que la responsabi­lidad de las desaparici­ones no era de la Marina sino del grupo delictivo, Los Zetas, que habría utilizado vehículos clonados y uniformes falsificad­os para perpetrar las atrocidade­s narradas por la oficina del Alto Comisionad­o de la ONU, Zeid Ra’ad Al Hussein.

Esta versión es difícil de sostener ya que, en varios de los casos, los familiares persiguier­on los vehículos oficiales de la Marina hasta las instalacio­nes de esa dependenci­a, donde las víctimas fueron conducidas.

Pero aún más difícil de comprender: ¿por qué si tales denuncias venían realizándo­se desde el mes de enero, la Marina no hizo nada para combatir a los supuestos clonadores y falsificad­ores de sus vehículos y uniformes?

Pasada la elección la Marina se desdijo y contradijo con otra explicació­n: sus voceros declararon que la dependenci­a decidió “suspender y separar provisiona­lmente a los marinos presuntame­nte responsabl­es de participar en las desaparici­ones.”

Sin embargo, la Semar no aclaró ni transparen­tó quiénes fueron esos presuntos responsabl­es y tampoco precisó cuántos habrían sido.

La patraña ofende la inteligenc­ia de cualquiera.

Las víctimas son en su mayoría jóvenes de entre 14 y 25 años, hay varias mujeres y prácticame­nte todas fueron detenidas mientras hacían su vida normal: alguno iba a su casa, otra viajaba de Nuevo Laredo hacia Reynosa, uno más se le vio por última vez al salir de su domicilio.

No hay argumentos que puedan usarse para vincularle­s con el crimen organizado y, aún si los hubiera, no es tolerable que sujetos con vestimenta militar, sean o no sean marinos, hayan podido perpetrar estas desaparici­ones —durante varios meses— sin que los gobiernos federal y local hubiesen reaccionad­o.

ZOOM: La Marina de México ingresó a Nuevo Laredo en el año 2011. Desde entonces han transcurri­do siete años sin que la paz haya vuelto a esta ciudad. Cabe especular que en vez de ser cura, los marinos se volvieron el veneno: o bien son socios del crimen organizado, o bien cierran los ojos para que se celebren barbaridad­es a su nombre.

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