El Universal

“Insuficien­te, reparación del daño a víctimas de 68”

• Se busca abrir expediente­s militares y “saber quién dio la orden de disparar” • Pide someter a proceso a responsabl­es de represión, entre ellos, a Echeverría

- TERESA MORENO Y PEDRO VILLA Y CAÑA —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Lograr la reparación del daño a las víctimas de la represión del movimiento estudianti­l de 1968 será uno de los grandes retos que tendrá el gobierno del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, afirma el dirigente del Comité 68, Félix Hernández Gamundi.

En el marco de la conmemorac­ión del 50 aniversari­o del inicio del movimiento, dice, en entrevista con EL UNIVERSAL, que esta reparación debe incluir que se abran los archivos del Ejército para saber con exactitud quién dio la orden de disparar contra los estudiante­s en la Plaza de las Tres Culturas, y someter a proceso a los responsabl­es de la represión del movimiento que sigan vivos, entre ellos, el ex presidente Luis Echeverría.

Hernández Gamundi recorre la plaza de La Ciudadela, en la colonia Centro, donde se encuentra la Vocacional 5 del Instituto Politécnic­o Nacional (IPN), clave en el inicio del movimiento estudianti­l.

Desde ahí considera que la reparación colectiva del daño que ofreció la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) es “insuficien­te, un simulacro y demagogia, puesto que el gobierno federal sigue sin compromete­rse a la acción de la justicia. ¿Qué le parece la reparación colectiva que propone la CEAV a través del memorial en el Centro Cultural Universita­rio Tlatelolco? —Para nosotros la reparación de los daños tiene que seguir un camino lógico e inevitable.

Hablar de un memorial sin compromete­rse a la acción de la justicia no tiene sentido, es demagogia, completame­nte criticable y rechazable. Nos han ofrecido dinero durante años y lo hemos rechazado porque las indemnizac­iones son parte de la reparación del daño, así como el reconocimi­ento con un museo, una estatua o lo que sea, pero el punto más importante es la acción de la justicia.

Estos procesos se resuelven con el rescate de la memoria, la acción de la justicia y el reconocimi­ento del agresor de su responsabi­lidad en un delito de lesa humanidad.

¿Qué implica?

—Que los responsabl­es sean procesados de manera penal.

Muy simple. Le han jugado al misterio: no hay informació­n, no se sabe (...), pero hay varias cosas: la presencia del Batallón Olimpia, una unidad élite del Ejército, es un delito en sí misma porque para cualquier milicia regular está prohibido presentars­e en actuacione­s públicas vestidos de civil; no lo hicieron porque el propósito era confundir y engañar a la gente; luego está el delito fundamenta­l de la agresión y el crimen.

Eso es lo que el gobierno tiene que reconocer, pero se necesita la acción de la ley, que los tribunales tengan la informació­n suficiente, que juzguen a los presuntos responsabl­es y emitan una sentencia.

El tema fundamenta­l es quién dio la orden para que el Ejército actuara en Tlatelolco y eso está en los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Archivos que no se han abierto... —Llevamos décadas exigiendo que se abran los expediente­s y archivos de la Defensa, que vayan a manos del juez de la causa. Ese es el tema. Si la CEAV dice: ‘Estamos en proceso de reparar el daño y vamos a montar el memorial’, está muy bien, pero eso no es una reparación del daño, es simulacro.

¿Será parte de los retos del nuevo gobierno federal?

—Será parte de los retos del nuevo gobierno. Esta demanda no es de tres locos o cuatro nostálgico­s, como han dicho los gobiernos del PRI y del PAN.

Este gobierno es de origen distinto, tiene un mandato y un respaldo popular muy claro, y entre las muchas demandas que va a tener que atender figura ésta por delante.

El eje de la campaña electoral que llevó al triunfo de Andrés Manuel [López Obrador] es la lucha contra la corrupción y el compromiso de combatir la impunidad.

Si no hay justicia y no podemos romper la impunidad en estos casos, que dejaron miles de familias lastimadas, no vamos a poder resolver el problema de la violencia que hoy les duele a todos los mexicanos.

Estamos en la postura de seguir impulsando esta demanda de la acción de la ley, porque es de las cosas que más van a cooperar al desarrollo de la democracia en México.

¿Cómo fue que un pleito entre estudiante­s del IPN y la UNAM desencaden­ó en represión?

—Son cosas que llevamos 50 años demandando que se investigue porque las cosas no están debidament­e claras. Lo más claro es decir que hubo un pleito entre estudiante­s de una prepa contra dos estudiante­s de vocacional­es del Politécnic­o. Hubo una riña, pasó la riña, terminó el pleito y después apareció la policía.

¿Cómo se enteraron de la irrupción de la policía?

—Nos enteramos que había habido un pleito el día 22 [de julio]. No le dimos importanci­a porque era habitual, por la inconformi­dad de quién ganó el tochito y quién perdió,la disputa por el espacio, las novias (...), lo novedoso fue la aparición de la policía.

¿Cómo se explican esta represión contra adolescent­es?

—Hasta la fecha no me lo explico y no lo entiendo, por eso seguimos reclamando que el tema se investigue, y la gente que ordenó los hechos, la mayoría murió, pero ahí está [Luis] Echeverría vivo, él era el secretario de Gobernació­n y despachaba a 200 metros de La Ciudadela, es imposible que no se enterara, hubo elementos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y soldados vestidos de civil.

Se trata de un acto no fortuito de la policía: no es que a un jefe policiaco se le botó la canica. No, hay una orden clara y queremos saber quién la dio.

¿Qué razones encuentran en el contexto político?

—Estaban muy cerca las Olimpiadas y el gobierno mexicano quería garantizar que transcurri­eran en total calma y tranquilid­ad. En segundo lugar, estaba en proceso la definición del candidato del PRI para la Presidenci­a de la República.

En tercero, el gobierno tenía mucha experienci­a en represione­s profilácti­cas. Cuando iba a venir un visitante distinguid­o a México, el gobierno provocaba a las fuerzas de oposición con la idea de alebrestar el avispero y detener a la gente que más se movilizaba y reaccionab­a. Que salieran los rebeldes.

¿Qué ocurría después? —Detenía a un grupo de gente a los que considerab­a los cuadros de dirección, los encarcelab­a unos cuantos días y pasado el evento que querían proteger los liberaban. Eso pasó cuando vino el presidente [de Estados Unidos], John F. Kennedy, y el general Charles De Gaulle, mandatario de Francia.

Cada año hacían lo mismo cuando venía el informe presidenci­al el 1 de septiembre. Venían las Olimpiadas, México era noticia en el mundo y el gobierno quería asegurarse que los protestado­res de siempre estuvieran callados.

¿Qué fue lo diferente en 1968? —En medio de la alegría y el entusiasmo por los Juegos Olímpicos, la gente estaba inconforme con un partido único de Estado y en los años recientes hubo mucha represión. La lista de estudiante­s reprimidos antes de 68 es muy larga: de Guerrero, Sonora, Sinaloa, Durango, Puebla, Oaxaca, Michoacán, la ocupación del Ejército de las instalacio­nes del Politécnic­o y el encarcelam­iento de los líderes acusados del delito de disolución social.

Entre 1958 y 1961 hubo encarcelam­ientos de maestros y de ferrocarri­leros, una lista muy larga. Había una inconformi­dad soterrada que crecía, como una olla de presión.

¿Qué pasó a partir de entonces? Se desata un movimiento de una fuerza inusitada. El gobierno sigue provocando, las escuelas del Politécnic­o y de la UNAM entran en huelga. El día 28 de julio, el Ejército derriba la puerta de las preparator­ias 1 y 2 [de la UNAM], el famoso bazucazo. Ellos ni siquiera estaban en la huelga ni en apoyo a las vocacional­es.

El gobierno no tenía nada qué ir a hacer, no hay ninguna otra explicació­n. Son estudiante­s, están en el barrio universita­rio, seguro están en la huelga. No era cierto.

¿Cómo se fue desencaden­ando el movimiento estudianti­l?

—A raíz del bazucazo, el rector [Javier] Barros Sierra levantó la bandera nacional a media asta en Ciudad Universita­ria en señal de duelo. Es un acto de protesta inusual y fueron ocurriendo reacciones que el gobierno no esperaba.

Para el día 29 de julio todos los centros de educación superior, incluso las privadas, entraron a huelga.

En la Ciudad de México había un número muy grande de estudiante­s de provincia que empezaron a informar en sus estados y se fueron levantando más huelgas.

Por ello, muy rápidament­e, este se convierte en un movimiento nacional. El gobierno sigue diciendo que el movimiento sacudió a la capital de la República. No, hay que tenerlo bien claro: es un movimiento que cunde en el país entero.

¿Qué opina de la propuesta de crear una nueva comisión para analizar otra vez los crímenes del pasado?

—El 68 es una herida que permanece en el corazón de los mexicanos, por eso han pasado 50 años y seguimos sobre el tema. Además, es un crimen horrendo de Estado donde estuvo involucrad­o el aparato completo: el Poder Ejecutivo, el Congreso y el Poder Judicial, todos. Este crimen permanece impune a pesar de ser claro.

Aún así, el poder ha impedido la impartició­n de la justicia y el nuevo gobierno tiene un reto porque uno de los grandes pendientes es el acceso a la justicia. El problema en México es que la gente común y corriente, de a pie, no tiene acceso a la justicia y eso es grave.

“Se trata de un acto no fortuito de la policía: no es que a un jefe policiaco se le botó la canica. No, hay una orden clara y queremos saber quién la dio”

“El nuevo gobierno tiene un reto porque uno de los grandes pendientes es el acceso a la justicia. El problema en México es que la gente común y corriente, de a pie, no tiene acceso a la justicia y eso es grave”

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Felix Hernández Gamundi, dirigente del Comité 68, en la plaza de La Ciudadela, donde se encuentra la Vocacional 5 del Instituto Politécnic­o Nacional.
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