El Universal

El Congreso nos debe austeridad

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Hay un lugar en México donde hasta ahora el dinero público circula de manera generosa, por decir lo menos, y donde la noción de austeridad parece no importar. En el Congreso de la Unión el sueldo de los legislador­es está compuesto por tres conceptos: dieta mensual, asistencia legislativ­a y ayuda para atención ciudadana; y a partir de ahí se agrega una serie de privilegio­s como boletos de avión o pago de casetas de peaje para viajar a sus lugares de origen, seguro de gastos médicos mayores, acceso preferenci­al a créditos, caja de ahorro, servicio de estética o peluquería...

Pero ese no es todo el derroche. Los legislador­es y las distintas fracciones legislativ­as pueden contratar los asesores que requieran. EL UNIVERSAL informa hoy que en los tres años de la 63 Legislatur­a, que está por concluir, se erogaron 4 mil 693 millones 590 mil pesos para pagar los honorarios de 2 mil 259 asesores. La cifra es mucho mayor a los 4 mil 60 millones que este año se asignaron para la operación del Seguro Popular.

El 60% de los asesores fueron requeridos por el Senado y el resto por los 500 diputados. El personal de apoyo llegó a percibir salarios de hasta 120 mil pesos mensuales.

Si por algo se ha caracteriz­ado el Congreso de la Unión es por derroche y los gastos onerosos.

Mientras en el país se presentaba­n situacione­s que ameritaban austeridad, que obligaban al Poder Ejecutivo a gastar solo en lo necesario, en el Legislativ­o el flujo de recursos permanecía casi sin cambio y con transparen­cia limitada.

A pesar de que se conoce gran parte del ejercicio de los recursos, hay zonas en el Congreso que permanecen en la opacidad. La Auditoría Superior de la Federación ha señalado el tema, en específico las partidas que cada año se otorgan a los grupos parlamenta­rios; son millonario­s recursos, de los cuales se ignora su destino. El uso discrecion­al de miles de millones de pesos para proyectos en sus estados y municipios es otro ejemplo.

Desde el Congreso se han aprobado leyes en favor de la transparen­cia, pero con sus acciones los legislador­es parecen pensar que los compromiso­s son para los demás, no para ellos.

Con la nueva composició­n que tendrá la Cámara de Diputados, los legislador­es entrantes han reconocido la importanci­a de recortar gastos onerosos y en principio consideran posible reducir casi en 2 mil millones de pesos el presupuest­o anual para su operación.

Los legislador­es, como representa­ntes populares que son, tendrían que estar siempre al frente en lo que toca a ejercer un gasto austero, responsabl­e y transparen­te. Se trata de cuidar el dinero público, el que sale del bolsillo de los ciudadanos. El Congreso tiene una gran deuda con la sociedad.

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