El Universal

Gignac hace lo que se le pega la gana

- GERARDO VELÁZQUEZ DE LEÓN @gvlo2008 gerardo.velazquez@eluniversa­lbgwire.com.mx

No da tregua el pésimo arbitraje que tiene la Liga MX. Ahora, el escándalo fue en Monterrey, con un silbante que no debería seguir en las canchas y con una sobreprote­cción evidente al de siempre: André-Pierre Gignac.

¿Qué licencia tendrá el francés, que lo dejan hacer lo que se le pega la gana, sin castigo? La agresión a Rodrigo Salinas fue evidente y Roberto García volvió a hacer el ridículo al no expulsarlo, además de permitir también la grotesca actuación del jugador de Toluca, quien cayó al césped después de muchos segundos de ser agredido. Tan malo el uno como el otro, y el silbante, como si nada.

Más muestras del pésimo trabajo del árbitro central es mostrar disparidad de criterios. A Guido Pizarro lo expulsa por una supuesta agresión, un codazo al rival, pero a un jugador de Toluca, Enrique Triverio, ni tarjeta le saca por agredir evidenteme­nte a Jorge Torres Nilo. Ni por la hemorragia que le provocó el golpe al hombre de Tigres, García cambió su pésima decisión.

El arbitraje mexicano sigue en decadencia y no hay visos de mejoría. Gignac se ha convertido en el personaje más cuestionad­o por los medios de comunicaci­ón. Nada tiene que ver su gran calidad de futbolista, sino lo provocativ­o, prepotente y agresivo que se pone contra los árbitros, quienes no hacen algo para detenerlo. Da la impresión que le tienen miedo y que no lo expulsarán nunca, pese a evidentes infraccion­es. El llamado Big Mac por los aficionado­s al PSG, lleva jugados en Tigres 125 partidos y nunca ha sido expulsado, aunque muchas veces lo ha merecido.

Varios episodios se han vivido con Gignac y una falta alarmante de aplicación de reglamento. Es recurrente su agresivida­d, reclamos y cortes de manga a los árbitros. Los encara. Es decir, hace lo que quiere, nadie le pone un alto.

Todo lo que tiene de buen jugador lo tiene de indiscipli­nado y, tal vez por ese cartel internacio­nal con el que llegó y la calidad que demuestra, está seguro de que es intocable, y mientras los árbitros sean de la misma pésima calidad, seguirá haciendo lo que quiera. No es culpa de Gignac, es responsabi­lidad de silbantes timoratos, sin personalid­ad, y que se muestran agachados siempre ante él.

Ya les tomó la medida. No hay quien —en toda la baraja arbitral— que no se rinda a los pies del francés. Gignac juega con ellos y no hay estrategia para dirigirlo; por eso, le permiten de todo.

Gignac tiene impunidad en el campo por la decadencia de los silbantes, quienes muestran nula personalid­ad. No aplicar el reglamento porque les impone un futbolista, demuestra que en la Liga MX la autoridad no existe.

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