El Universal

Nicaragua inicia campaña contra la Iglesia católica

• Aprovechan denuncias de pederastia para generar desconfian­za • Episcopado hace un nuevo llamado para retomar el diálogo en el país

- JOSÉ MELÉNDEZ Enviado

Managua.— “No siempre hay que confiar en el cura”, porque “el que viste sotana puede ser un violador en potencia”. Tampoco significa que, sólo por su vestimenta, los sacerdotes católicos sean “los mejores” seres humanos del mundo.

Con estos y otros calificati­vos, el aparato de propaganda del gobierno de Nicaragua arreció una campaña de desprestig­io generaliza­do de la jerarquía católica, sin marcar diferencia­s y basado en denuncias de abusos sexuales cometidos por sacerdotes en varios países del mundo.

“Depravació­n entre los muros de la Iglesia católica”, destacó El 19, periódico digital oficialist­a. “Escalofria­ntes relatos de las víctimas de los sacerdotes pedófilos en Pensilvani­a”, reveló la proguberna­mental Radio Ya. En sus medios, el oficialism­o recomienda a los nicaragüen­ses desconfiar de obispos y sacerdotes.

Aunque el despliegue se apegó a los hechos noticiosos, coincidió con un momento crucial de la crisis interna. En Nicaragua, la Iglesia católica es pieza clave en las protestas que iniciaron el 18 de abril.

La Conferenci­a Episcopal de Nicaragua (CEN) se ha desempeñad­o como mediadora entre el gobierno y el movimiento opositor en un diálogo que se realizó en mayo y junio, pero que de momento está suspendido.

La cúpula católica nicaragüen­se cumplió una tarea esencial en los asuntos nacionales en los últimos 25 años del siglo XX.

El cardenal Miguel Obando y Bravo (quien falleció en junio pasado) fue aliado del presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresid­enta Rosario Murillo desde antes del retorno al poder en 2007 del ahora gobernante y, en un acto de ribetes políticos, les casó en 2005.

En púlpitos y redes sociales, obispos y sacerdotes de Nicaragua y el cardenal nicaragüen­se, Leopoldo Brenes, han culpado al gobierno de violacione­s a los derechos humanos en las revueltas con fuerzas policiales y paramilita­res al servicio de Ortega.

Organizaci­ones defensoras de los derechos humanos aseguraron que la cifra de muertos desde abril oscila entre 300 y 448 con desapareci­dos, heridos y detenidos; el gobierno alegó que son 198 fallecidos.

Brenes responsabi­lizó a turbas oficialist­as de agredir físicament­e a sacerdotes y atacar templos católicos a balazos. La pareja presidenci­al negó las acusacione­s y replicó que la violencia fue provocada por los opositores, a los que tildó de terrorista­s.

En una fallida gestión a inicios de este mes, el canciller nicaragüen­se Denis Moncada solicitó al Vaticano intervenir para “reestructu­rar” la comitiva de la CEN en el diálogo y que sólo participen obispos con “un comportami­ento ecuánime”.

Ortega recortó el 14 de agosto anterior de 140 mil dólares a 60 mil dólares el aporte anual del gobierno a la Arquidióce­sis de Managua y a otras diócesis. “No quiero pensar que fue una venganza” por denunciar la represión oficialist­a, alertó Brenes.

Ayer, el cardenal Brenes afirmó que el Episcopado está listo para llamar a la continuaci­ón del diálogo para superar la crisis. “Cuando las partes nos digan que están listas para reunirse, nosotros estamos listos”, dijo.

En tanto, paramilita­res y policías atacaron una caravana opositora que iba de Managua a Masaya para sumarse a una marcha en apoyo a la Iglesia católica de Nicaragua.

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Policías y simpatizan­es del gubernamen­tal Frente Sandinista obstaculiz­an la marcha de opositores al gobierno en Masaya, Nicaragua.

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