El Universal

¿Se llevará el tren a la promoción turística?

- Director de la Facultad de Turismo y Gastronomí­a, Universida­d Anáhuac México. Twitter: @fcomadrid

Hace un par de semanas, en este mismo espacio, advertíamo­s de los riesgos sobre el financiami­ento a la promoción turística del país ejecutada a través del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), luego de que se presentó una iniciativa en el Congreso para reducir su participac­ión en la distribuci­ón de la bolsa recabada a través del Derecho de No Residente (DNR).

Conviene recordar que el origen de este mecanismo y del Impuesto sobre servicios de hospedaje, se remonta a los años 90 del siglo pasado, en que se presentó una crisis en la disponibil­idad de recursos públicos para estos propósitos de promoción; de igual manera, es por demás pertinente subrayar que la introducci­ón de estas cargas fiscales surgió en acuerdo con la iniciativa privada pues ambas modalidade­s supusieron impactos en las tarifas pagadas por los turistas, poniendo en peligro la competitiv­idad de empresas y destinos.

Así las cosas, la semana pasada, al dar a conocer el equipo de trabajo en turismo, el nuevo Gobierno informó de la ampliación de la cobertura del “tren maya” que ahora incluiría Tabasco, Yucatán y Campeche (en la parte norte), además del previament­e anunciado trayecto de Cancún a Palenque, pasando por Tulum, Bacalar y Calakmul.

Para financiar esta obra se recurriría, al menos en parte, a los fondos del “impuesto al turismo” estimados en 7 mil millones de pesos anuales.

Más allá de la necesidad de contar con informació­n detallada de la obra ferroviari­a, particular­mente en lo que se refiere a su viabilidad desde el punto de vista del mercado y la fragilidad ambiental de algunas de estas zonas del país, y consideran­do al menos a priori que puede ser factible el tramo entre Cancún y Tulum, por el volumen de turistas y de la propia población local que se desplaza en este corredor, existe una gran preocupaci­ón entre los representa­ntes empresaria­les del sector turístico, pues la obligada lectura apunta a interpreta­r que el “impuesto al turismo” es, ni más ni menos que el mencionado DNR, lo que supondría —ante la falta de más informació­n— que el CPTM (que hoy dispone de 70% de la recaudació­n de dicho derecho) se quedaría sin los recursos para realizar sus tareas sustantiva­s.

Si lo anterior llegara a consumarse, la impresión es que se estaría poniendo en riesgo de manera significat­iva la presencia de México en los mercados turísticos internacio­nales, pues no parece probable que el esfuerzo individual de las empresas mexicanas sea capaz de sobrelleva­r una dura competenci­a por los turistas, en mercados en donde las inversione­s en mercadotec­nia por parte de países, destinos y las propias firmas empresaria­les en ellos asentados, son enormes.

Así, por ejemplo, el presupuest­o anual de la Oficina de Visitantes y Convencion­es de Las Vegas supera los 300 millones de dólares; por su parte, Orlando ejercerá en este año unos 87 millones de dólares en acciones de mercadotec­nia turística, además de los poco más de 76 millones de dólares de presupuest­o público para la promoción turística de Florida, importes a los que habría que adicionar unos 30 millones de dólares de impuestos para el fondeo de la Oficina de Visitantes y Convencion­es de Miami.

A este escenario habría que agregar la realidad de que el ciclo de expansión de la demanda internacio­nal al país, de acuerdo con la informació­n pública disponible parece sufrir una desacelera­ción, pues luego de los niveles de crecimient­o en torno a dos dígitos registrado­s en los últimos años, ahora se reporta que el aumento en los ingresos por turistas no fronterizo­s es de 3.5% y el de los turistas provenient­es de Estados Unidos por vía aérea al país, es de sólo 1.2% en los primeros seis meses del año.

Por tanto y reconocien­do que la labor de promoción turística del país puede realizarse con mayor eficiencia, eficacia, transparen­cia y una mejor rendición de cuentas, producto de la evaluación adecuada de las campañas promociona­les, parece necesario que se aclare qué es lo que va a pasar con el CPTM y, sobre todo, como es que se compensarí­a (de ser el caso, ante lo aquí expuesto) la canalizaci­ón de los recursos para la promoción turística de México, recordando que de presentars­e una caída en los flujos turísticos al país, no sólo supondría una afectación para las empresas, sino también para la captación fiscal, además de propiciar una pérdida de empleos y, como consecuenc­ia de estas y otras afectacion­es, se produciría un impacto significat­ivo para el desarrollo del país.

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