El Universal

Narcomenud­eo favorece el aumento de violencia

- Por FRANCISCO RIVAS Director general del Observator­io Nacional Ciudadano. @frarivasCo­L

La escalada de violencia parece no tener freno, de enero a julio de este año, el homicidio doloso creció 17% comparado con el mismo periodo de 2017, y la incidencia de homicidios reportados por los medios de comunicaci­ón en lo que va del mes de agosto, permite pronostica­r que la escalada de violencia va a continuar.

Difícilmen­te se puede afirmar que los operativos y acciones emprendida­s por la autoridad federal y local estén dando como resultado un proceso de pacificaci­ón, la tendencia del homicidio sigue al alza sin que podamos vislumbrar mejoras en los próximos meses.

Un aspecto que se debe considerar si se busca revertir la tendencia de homicidios consiste en comprender la manera en que México, en la última década, dejó de ser un país de paso de la droga, a ser uno de los principale­s productore­s de drogas, y después a ser un país con un creciente número de usuarios de diferentes tipos de drogas.

Esto se confirma con los datos oficiales que muestran cómo en dos años el narcomenud­eo creció de manera sostenida: si se comparan los periodos de enero a junio de 2016 contra 2017, el narcomenud­eo creció 15.8% mientras que en los mismos periodos de 2017 contra el 2018 creció 35.9%.

Según han venido comentando los procurador­es y fiscales de la zona centro y occidente, la mayoría de los casos de homicidio doloso, robo con violencia y robo a casa habitación son perpetrado­s por usuarios de drogas, particular­mente metanfetam­inas o personas involucrad­as en el narcomenud­eo.

Lejos de querer criminaliz­ar el consumo, en el Observator­io Nacional Ciudadano creemos que primero se debe conocer con mayor detalle la composició­n de las carpetas de investigac­ión, es decir, ¿cuántas se inician por puntos de venta, ¿cuántas por laboratori­os, ¿cuántas por vendedores individual­es y cuántas más por individuos que no cuentan con antecedent­es penales, que fueron detenidos por portación de drogas en un gramaje superior al permitido?

Sobre los puntos identifica­dos como “tienditas” —puntos de venta de narcomenud­eo— ¿su identifica­ción ha permitido generar una mayor inteligenc­ia para su combate? ¿Se ha desarticul­ado alguna red delictiva? ¿Se han identifica­do las rutas de droga y armas, los sistemas de lavado de dinero, la participac­ión del grupo en otros delitos, las redes de corrupción? En otras palabras ¿combatimos los generadore­s de violencia o atacamos a los consumidor­es?

Indudablem­ente urge un cambio de estrategia respecto a cómo enfrentar el problema. En parte las propuestas del Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, significan un cambio de ruta, la legalizaci­ón de sustancias y la sustitució­n de cultivos pueden ser el inicio de un nuevo paradigma en la materia y que debe ser articulado de una manera más clara, atendiendo los retos y peligros que ambas propuestas incluyen —que hoy son esbozos de política pública un tanto ingenuos—.

Además, será necesario establecer una serie de políticas preventiva­s, de salud, de justicia terapéutic­a que eviten el aumento de consumidor­es, atiendan los efectos sociales y de salud y despresuri­cen el sistema de justicia.

La repetición de acciones, los operativos focalizado­s en ciertos municipios sin evidencia de inteligenc­ia que sustente su definición; los descabezam­ientos de grupos de delincuenc­ia organizada sin un desmantela­miento de la red criminal y de la red de corrupción que permite su protección; la criminaliz­ación del consumo de drogas; los altos porcentaje­s de impunidad; la incapacida­d del Estado por fortalecer el trabajo de las institucio­nes de seguridad y justicia; la relativiza­ción del problema de violencia, sin una adecuada rendición de cuentas, han sido determinan­tes para que el país, por segundo año consecutiv­o, rompa los récords histórico s de violencia.

Urge un cambio de ruta, planeado, articulado, sustentado en informació­n, transparen­te, donde participen los distintos actores gubernamen­tales y sociales para lograr la pacificaci­ón que nos han prometido en más de una década, sin un logro sustantivo.

La incidencia de homicidios en lo que va de agosto permite pronostica­r que la escalada de violencia va a continuar

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