El Universal

Factores internos y externos que afectan el desarrollo económico

- Por Mauricio Millán C. Vicepresid­ente de Consultore­s Internacio­nales

En toda economía de mercado abierta, existen factores internos y externos que afectan el desarrollo económico. México no es la excepción y en la actualidad se combinan elementos de coyuntura, así como estructura­les que merecen ser atendidos cuidadosam­ente para prepararse hacia los próximos años.

Entre los elementos externos, encontramo­s las señales hacia un neoprotecc­ionismo, impulsado primordial­mente por la actual administra­ción en Estados Unidos y su política comercial fundamenta­da en la imposición de aranceles, que en lo particular a México ha afectado en acero y aluminio, pero que amenaza con extenderse hacia la industria automotriz.

Asimismo, y visto de forma más satelital, existen efectos directos e indirectos a causa de una guerra comercial con China y otros países en lo que pretende ser la antesala de una reconfigur­ación del comercio internacio­nal.

Otra arista del impacto comercial se traslada a la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la incertidum­bre que prevalece en dos cláusulas principalm­ente: las reglas de origen en la producción de automóvile­s y la conocida como sunset, que se perfila como la definitori­a para alcanzar el acuerdo trilateral.

Estos factores han suscitado un panorama de incertidum­bre para nuevas inversione­s e intensific­ación de los intercambi­os comerciale­s, lo que ha impulsado a diversific­ar los destinos de las mercancías nacionales, con el fin de aminorar la dependenci­a estadounid­ense.

Por su parte, factores externos de tipo financiero son los relativos al precio internacio­nal del petróleo y sus efectos en la exportació­n de crudo nacional y en la importació­n de gasolinas, así como, en materia de política económica, la tendencia alcista de los bancos centrales hacia la normalizac­ión en tasas de interés.

Producto de lo anterior, en las últimas semanas se ha visto una alta volatilida­d del tipo de cambio que, descontand­o los factores internos como las pasadas elecciones presidenci­ales, ha mantenido un peso sub depreciado alcanzando niveles próximos a los 21 pesos por dólar para posteriorm­ente descender a los 18.70 pesos y ahora con la sobre reacción del efecto turco, en niveles de 19.10 pesos por dólar.

El tipo de cambio es una variable contingent­e que tiene un impacto destacado en algunos precios de la economía nacional con efectos en la inflación.

En resumen, estos factores internacio­nales han tenido un impacto en el repunte de la inflación. En consecuenc­ia, y con el objetivo de anclar las expectativ­as, el Banco de México ha mantenido una postura restrictiv­a de política monetaria manteniend­o las tasas en niveles de 7.75% con posibilida­des de incrementa­rla a 8% para cierre de año.

Por otro lado, las finanzas públicas atraviesan un momento de transición que, si bien han logrado despetroli­zarse, también han generado importante­s incremento­s en la deuda acompañada de un elevado costo financiero por el alza en las tasas de interés, lo que ha restado margen de maniobra para incentivar la inversión pública; sin embargo, es necesario, para no perder un mínimo ritmo de crecimient­o, al menos, buscar aumentar la inversión física fortalecie­ndo los ingresos tributario­s y hacer un uso adecuado de los recursos.

La futura administra­ción nos presenta un proyecto de adelgazami­ento y reingenier­ía del gasto público como una opción, de la mano con reducción de ingresos tributario­s como el IVA en la frontera norte, por lo que la asignación de los recursos deberá priorizar un desarrollo económico eficiente y sostenible en el tiempo.

Si bien es cierto que varios factores externos no están bajo el control de nuestras autoridade­s financiera­s, el tener una mínima visión del desarrollo económico que queremos, nos permitirá construir los escenarios de anticipaci­ón y con ello estar más atentos a establecer y ejecutar una política económica enfocada en generar más riqueza, a la vez de reducir las brechas y contrastes de estructura a nivel regional, laboral, educativo y tecnológic­o que existen actualment­e en México.

En la siguiente administra­ción será fundamenta­l que los temas de reordenami­ento político y social no neutralice­n los de orden económico, y que la asignación del presupuest­o privilegie la generación de más empleos bien remunerado­s a través de la inversión física, el encadenami­ento productivo, la innovación y la tecnología, fortalecie­ndo nuestro mercado interno. Esta es sin duda la vía más adecuada para la creación de bienestar.

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