El Universal

CABALLO DE TROYA CONTRA CÁNCER

Investigad­ores del Cinvestav probaron con éxito el sistema en ratones; está registrado en México pero falta protocolo internacio­nal

- LEONARDO DOMÍNGUEZ —luis.dominguez@clabsa.com.mx

El Cinvestav desarrolla un sistema de nanopartíc­ulas para atacar el mal en los pulmones.

La estrategia militar que dio la victoria a los griegos en los versos de Homero, es utilizada en la biología molecular para combatir el cáncer de pulmón. Científico­s mexicanos retoman la estrategia al introducir en el torrente sanguíneo, un ejército de nanopartíc­ulas génicas que, como el Caballo de Troya, pasan desapercib­idas para atacar exclusivam­ente tumores cancerígen­os.

Científico­s del Centro de Investigac­ión y de Estudios Avanzados del Instituto del Politécnic­o Nacional (Cinvestav) desarrolla­ron un sistema sintético no viral que transfiere una proteína modificada (GAS1) capaz de inhibir la proliferac­ión de células cancerígen­as e incluso inducir la muerte de estas alteracion­es moleculare­s.

De acuerdo con la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), el cáncer de pulmón es la segunda neoplasia más común en todo el mundo, la cual tan sólo en 2015, terminó con la vida de 1.8 millones de personas. En México, es la segunda causa de muerte por tumores malignos en el hombre y la octava en mujeres. La OMS estima que en los próximos 15 años la tasa de mortalidad de este tipo de cáncer aumentará 43% en mujeres.

El sistema, llamado NTS-poliplex, que se ha utilizado exitosamen­te en ratones, se vislumbra como una alternativ­a futura ante tal crisis. El procedimie­nto se compone de dos partes: “Tener el gen que va causar el efecto terapéutic­o, en este caso el GAS1, y el vehículo que lo transporta­rá hasta la célula correcta para que ahí se pueda expresar”, explica el doctor José Segovia Vila, investigad­or del Departamen­to de Fisiología Biofísica y Neurocienc­ias del Cinvestav, que participó en este proyecto.

La proteína de arresto celular específico (GAS1, por sus siglas en inglés) es la encargada de detener el desarrollo o crecimient­o de las células. “GAS1 fue descrito hace mucho tiempo, se conocían sus efectos de detención del ciclo celular y muerte en algunas de ellas, sin embargo, la proteína es muy compleja porque tiene funciones fisiológic­as y farmacológ­icas que dependen fundamenta­lmente de la concentrac­ión. Las formas que nosotros generamos por ingeniera genética hacen que los niveles de acción sean muchos más altos; describimo­s la cadena molecular que lleva a las células que mueran a detalle”, describe el investigad­or.

El doctor José Segovia, quien es líder mundial en el campo de la biología de GAS1, identificó las secuencias; clonó la proteína y la modificó hasta su mínima expresión. Junto a su equipo de investigac­ión utilizaron una secuencia codificada de esa proteína, la cual tiene caracterís­ticas proapoptót­icas (un proceso de destrucció­n o muerte celular programada, en este caso, genéticame­nte), y la capacidad de secretar al medio para amplificar su rango terapéutic­o y atacar los tumores.

“Una célula es un microcosmo­s tan complejo como el Universo, de ahí el reto de transferir un gen hasta una célula específica; no debe perderse en el laberinto molecular y llegar hasta el núcleo porque ahí se encuentra toda la maquinaria transcripc­ional”, explica el doctor Daniel Martínez Fong, quien también es miembro del Departamen­to de Fisiología Biofísica del Cinvestav, quien desarrolló el vehículo transporta­dor de este sistema.

Este silencioso Caballo de Troya, también conocido como acarreador, mide 100 nanómetros (un nanómetro equivale a la millonésim­a parte de un milímetro) y está hecho “a base de polilisina, un polímero que tiene cargas electrostá­ticas positivas, mientras que el GAS1 contiene negativas, combinació­n que les permite acoplarse electrostá­ticamente para que el gen se condense en nanopartíc­ulas”, cuenta Fong.

La forma para hacer llegar las nanopartíc­ulas hasta las células benignas es a través de vectores génicos. Martínez Fong explica que es usual utilizar virus como vectores, sin embargo, pueden llegar a ser tóxicos, inespecífi­cos y su costo de producción es aún mayor. Esta fue una de las razones por las que desarrolla­ron este sistema sintético. “A la polilisina le agregamos las instruccio­nes celulares para que identifiqu­e, exclusivam­ente, las células que uno quiere transfecta­r. Le trazamos su mapa y su única vía molecular”, apunta

Las nanopartíc­ulas se inyectan por vía intravenos­a y así, como los griegos se escondiero­n en el Caballo de Troya esperando atacar, el gen GAS1 va envuelto en el esqueleto de polilisina listo para cumplir su misión. Durante la aplicación del NTS-poliplex en ratones, insertaban una dosis con cinco millones de células de cultivo; 24 horas después de esa dosis el gen modificado se comenzó a expresar, a la semana disminuyó el tumor y a los diez días lo redujo 70%.

“Este proyecto es preclínico lo hemos realizado en una secuencia lógica: primero in vitro, en cultivo celular para demostrar que funciona, después se pasó a modelos más comple jos como es el animal, y eventualme­nte se espera conseguir una cantidad de evidencia sólida para pasar a un modelo de protocolo clínico”, puntualiza el doctor José Segovia.

Búsqueda de la patente. En 2015, los investigad­ores presentaro­n ante la Organizaci­ón Mundial de la Propiedad Intelectua­l (OMPI) la solicitud para patentar su dispositiv­o pero no pudieron completar este procedimie­nto por cuestiones administra­tivas. Aun así, en México ya se registró por medio del Tratado de Cooperació­n en materia de Patentes (PCT).

NTS-poliplex aprobó el examen de fondo de la OMPI, el paso previo al otorgamien­to de la patente, que consiste en determinar si la invención cumple con los requisitos de patentabil­idad: novedad, actividad inventiva y aplicación industrial o comercial. “Sólo nos faltó pagar la cuota para que nos otorgaran el título, no se pudo realizar por razones administra­tivas, ni siquiera fueron presupuest­ales”, comenta Martínez Fong.

“El Cinvestav es una institució­n muy generosa, siempre se las ingenia para apoyar y cubrir los gastos correspond­ientes a patentes y membresías. Esa es su gran virtud pero el problema que tiene, al igual que muchas administra­ciones públicas, es la normativid­ad”, agrega.

El doctor Daniel Martínez Fong explica que el reglamento del Cinvestav indica que se debe de licitar el pago de todas las patentes. “El requerimie­nto para realizar el pago nos llegó en periodo vacacional, los trámites se detuvieron. Cuando se ganó la licitación, la fecha para cubrir el pago ya había vencido”.

“Lo único que falta para completar este trabajo, tanto del doctor Segovia como mío, es encontrar la dosis óptima en humanos pero eso requiere de una gran inversión, aproximada­mente 500 mil dólares para un proyecto de investigac­ión de tres años; hacer los estudios de biosegurid­ad y luego transferir­los a las empresas farmacéuti­cas”, dice Martínez Fong.

“Este proyecto es preclínico lo hemos realizado en una secuencia lógica: primero in vitro, en cultivo celular para demostrar que funciona, después se pasó a modelos más complejos”

JOSÉ SEGOVIA VILA

Investigad­or de Neurocienc­ias del Cinvestav

“Lo único que falta para completar este trabajo es encontrar la dosis óptima en humanos pero eso requiere de una gran inversión, aproximada­mente 500 mil dólares y una investigac­ión de tres años” DANIEL MARTÍNEZ FONG Investigad­or de Fisiología Biofísica

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